Nuestro método - Reproducción ampliada, acumulación y crisis del capital

Este artículo ha sido publicado originalmente en italiano: leftcom.org .

Bajo el régimen de producción capitalista la crisis se presenta prima facie como una demanda insuficiente en relación a la oferta de mercancías, como un exceso de bienes de equipo y de consumo y una ausencia de equilibrio distributivo. Esto induce a pensar que interviniendo sobre el mercado, allí donde se manifiesta un déficit de demanda, sería posible restablecer el equilibrio entre la demanda y la oferta. De las teorías del sub-consumo descienden las políticas del reformismo (entre otras, las keynesianas) dirigidas a superar los efectos de la crisis de acumulación mediante intervenciones en el terreno de la distribución y del intercambio.

El error de estas teorías, llamadas de mercado, se hace evidente de inmediato. El movimiento del mercado no es más que la consecuencia, el reflejo de contradicciones que tienen origen al interior de las relaciones de producción y de cambio. Conforme lo demuestra la teoría del valor-trabajo, el plusvalor es, como tal, extraído en el proceso productivo, no en la esfera de la circulación de mercancías (1).

Es evidente que los bienes producidos como mercancías deben ser vendidos a fin de permitir la realización del plusvalor contenido en ellos bajo la forma de valor de cambio. Pero el problema no es el sub-consumo o la sobreproducción de mercancías. Aunque es verdad que la saturación de los mercados, supuesta en cualquiera de los dos casos (sub-consumo o sobreproducción), pone en discusión el proceso de acumulación de capital, no es el mercado, en definitiva, el que determina la imposibilidad de la acumulación, sino el mecanismo profundo de la acumulación de capital. A él están genéticamente unidas las condiciones de la crisis de mercado.

Producción y mercado

Desde la óptica marxiana, el movimiento del mercado no hace otra cosa que reflejar lo que ocurre al interior de las relaciones de producción. La solvencia o insolvencia del mercado dependen del ciclo económico, del proceso de valorización del capital. Por tanto, el punto de partida del análisis marxiano está constituido por las contradictorias leyes económicas que regulan el proceso de producción capitalista. Son ellas las que hacen inevitable el desequilibrio entre producción y distribución, entre capacidad productiva y posibilidad de consumo, entre valor de uso y valor de cambio de las mercancías o, finalmente, entre demanda y oferta. La contradicción fundamental que induce y exaspera las demás contradicciones de la economía y la sociedad burguesa reside en el capital mismo y en su relación con la fuerza de trabajo, dicha relación es, al mismo tiempo, el punto de partida y el límite de su proceso de valorización.

En las entrañas del mecanismo de acumulación se generan y desarrollan los motivos de la crisis. Llegado un cierto momento, éstos terminan repercutiendo sobre el mercado (y no al revés, como lo indica la teoría subconsumista).

Nunca debe olvidarse, además, que:

la acumulación es reproducción ampliada de medios de producción. Una masa acrecentada de medios de producción determina un aumento de bienes de consumo, pero ya que la mira última del capitalismo es la acumulación entendida como creación de valor suplementario y no el consumo, el concepto mismo de acumulación es contradictorio en el sentido de que a una ampliación de la producción no corresponde una adecuada ampliación del consumo. (2)

El capitalismo es una totalidad orgánica, una unidad de proceso productivo y de proceso distributivo. Su nacimiento y su desarrollo están condicionados por la relación capital-fuerza de trabajo; su único objetivo es la valorización del capital a través de la producción de mercancías. Estas últimas, por lo tanto, constituyen el medio, pero no el fin de la producción capitalista. Para obtener su objetivo final, el sistema productivo está constreñido a reproducir en escala ampliada la relación capital-trabajo, desarrollando cada vez más su base productiva. Y los mecanismos contradictorios del proceso de acumulación han conducido históricamente al capitalismo a una encrucijada.

Acumular implica, entre otras cosas, crear tras cada ciclo de reproducción una cantidad de plusvalor cada vez más grande. Durante el período de libre cambio, esto fue posible sólo bajo dos condiciones. En primer lugar, prolongando la jornada de trabajo sin modificar la composición orgánica del capital. Y, en segundo lugar, disminuyendo el tiempo de trabajo necesario acumulando proporcionalmente más máquinas (capital muerto) que mano de obra (capital vivo), modificando con ello la composición orgánica. Históricamente, el capitalismo, luego de una primera fase (manufacturera) en la cual sigue la opción de prolongar la jornada laboral, se ha visto constreñido por la fuerza de la necesidad a replegarse sobre la segunda (maquinofactura). Las principales causas de ello estriban en que la prolongación de la jornada de trabajo tiene límites fisiológicos e histórico-culturales precisos y da vida a formas de rebelión muy agudas del proletariado. Por otra parte, el aumento de la cuota de capital constante en comparación con el capital variable en el proceso de reproducción ampliada, significa a los ojos del capitalista disminuir el tiempo de trabajo necesario para la producción de las mercancías, con el correspondiente incremento de la explotación (de la cantidad de plusvalor) y de la productividad, al tiempo que implica la aceleración del proceso de acumulación, batiendo a la concurrencia. (3)

Veremos más adelante en qué callejón sin salida habrá de desembocar finalmente el capitalismo al seguir este camino.

Producción para la ganancia

El modo de producción capitalista no regula la producción con base en la relación entre la producción y las necesidades sociales, sino sobre la base de la ganancia susceptible de recabarse y la relación entre ésta y el capital (maquinaria, materias primas, salarios), esto es, con base en el nivel de la tasa de ganancia. La caída de la tasa de ganancia es lo que determina la sobreproducción, la saturación del mercado y la exasperación de la competencia; y lo que determina también una reducción de valor del capital. La sobreproducción no se debe a la incapacidad del mercado de absorber bienes de equipo y de consumo, sino a que en el proceso de acumulación - como consecuencia de la caída de la tasa de ganancia - no se consigue valorizar suficientemente el capital a un cierto nivel de precios ni a un determinado grado de explotación de la fuerza de trabajo. Realizar de manera ventajosa la explotación de la fuerza de trabajo deviene una tarea dificultosa para el capital.

Conviene puntualizar que la saturación de los mercados no significa una sobreproducción en términos absolutos que resulte después de haber cubierto y satisfecho las necesidades de la sociedad. Según la lógica del capitalismo, el mercado se satura cuando las exigencias de las actuales relaciones de producción no pueden ser adecuadamente satisfechas; cuando no es posible alcanzar el fin estrecho de la ganancia, de la autovalorización del capital, sobre una escala ampliada. Parafraseando a Marx: no es que se produzcan demasiados medios de subsistencia en relación a la población existente y a sus necesidades, ni que se produzcan demasiados medios de producción para ocupar a toda la población, sino que periódicamente se producen demasiados medios de producción y demasiados medios de consumo a una determinada tasa de ganancia. La condición de la tasa de ganancia determina, por lo tanto, la saturación del mercado, lo cual, a su vez, provoca una reducción de la producción.

El crecimiento de la acumulación y la creación de un plusvalor cada vez mayor para dar continuidad a la valorización del capital, son una necesidad de supervivencia para el capitalismo. Los consecuentes mecanismos de incremento de las fuerzas productivas llevan a éstas a un grado tal de desarrollo que las hacen entrar en abierta contradicción con las relaciones de producción dominantes.

Los mismos medios que son usados para generar y aumentar la valorización del capital, obran como causa de la caída del beneficio y obligan al capitalista a intervenir nuevamente sobre ellos para moderar la crisis. Pero la amplitud y la gravedad que se verifica en la sucesión histórica de las crisis capitalistas son proporcionales a la incidencia de las medidas de contra-tendencia interpuestas por la clase burguesa. Las principales son: aumento del grado de explotación del trabajo; reducción del salario (valor de la fuerza de trabajo, correspondiente al valor de los bienes que consuetudinariamente son necesarios al obrero medio); disminución del precio de los elementos del capital constante; aumento del ejército industrial de reserva, desarrollo del comercio exterior (si es necesario, a golpes de cañón); acrecentamiento del capital accionario.

Productividad del trabajo

Como bien explica Marx, la disminución de la tasa de ganancia y la acumulación del capital son simplemente diferentes manifestaciones de un mismo proceso: el aumento de la productividad del trabajo. Respecto a la sociedad, el aumento de la productividad se manifiesta con el aumento del capital total anticipado en la producción, tanto en la cantidad y calidad de las fuerzas productivas, cuanto en el valor de éstas. Además - gracias precisamente a las innovaciones tecnológicas de los procesos y de los productos - , disminuye relativamente la cantidad de trabajo vivo requerida para reproducir y valorizar un capital dado. O, en otras palabras, disminuye la masa de capital variable (v) en relación a la masa del capital constante (c).

Respecto a la fuerza de trabajo empleada, el aumento de la productividad se manifiesta con la disminución del tiempo de trabajo necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo (esto es, aumenta el plustrabajo) y con la reducción de la cantidad de fuerza de trabajo (número de obreros) empleada para poner en funcionamiento a un capital dado. Estos dos movimientos se determinan recíprocamente, no obstante obrar en sentido opuesto sobre la tasa de ganancia.

O para ser más precisos: el aumento de la productividad del trabajo lleva consigo el acrecentamiento de la tasa de plusvalor (plusvalor/trabajo necesario), es decir, incrementa el grado de explotación del trabajo por parte del capital. Pero simultáneamente disminuye el número de obreros empleados y el valor de su fuerza de trabajo. Por consiguiente: de un lado, aumenta el plusvalor total del que se apropia la sociedad capitalista; del otro, disminuye toda vez que la menor cantidad de capital variable empleado reduce el coeficiente con el cual se multiplica la tasa del plusvalor para determinar la masa absoluta de ganancia. Recordemos que el plusvalor (pv) del cual se apropia el entero capital de la sociedad, es igual al producto de la tasa del plusvalor (tiempo de trabajo suplementario/tiempo de trabajo necesario) multiplicado por el valor conjunto de la fuerza de trabajo empleada, esto es, por el capital variable total.

En conclusión: el incremento de la productividad del trabajo determina dos movimientos contrastantes - por un lado, el aumento de la tasa de plusvalor y, por el otro, la disminución del valor total de la fuerza de trabajo - , de los cuales puede derivarse tanto un aumento cuanto una disminución del plusvalor total.

En fin, es importante destacar que el aumento del grado de explotación del trabajo tiene sus límites, más allá de los cuales es imposible compensar la disminución del número de obreros. O para decirlo en los términos conclusivos de Marx: la caída de la tasa de ganancia puede ser obstaculizada pero no anulada. Precisamente, lo que está sucediendo en nuestros días, en los que la acumulación capitalista ha determinado la concentración del trabajo en gran escala y, consiguientemente, una superior composición orgánica, confirma el retorno de los fenómenos y fuerzas que más influyen en el proceso de disminución tendencial de la tasa de valorización del capital total, de la tasa media de ganancia.

Las mismas leyes de la producción y de la acumulación son las responsables de aumentar en progresión ascendente, junto a la masa, el valor del capital constante más rápidamente de cuanto ocurre con la parte variable del capital convertida en trabajo vivo. Las mismas leyes producen, por lo tanto, para el capital social un aumento de la masa absoluta de la ganancia y una disminución de la tasa de ganancia. (4)

La caída de la tasa de ganancia (estímulo de la producción capitalista) pende amenazante como una espada de Damocles sobre el desarrollo del proceso de producción. Ocasiona a los economistas burgueses “un escalofrío de terror”. Favorece la sobreproducción de mercancías, la especulación, la crisis.

Alcanzado un cierto estadio de desarrollo de la riqueza, el modo de producción capitalista entra en conflicto con el ulterior desarrollo de la misma.

La reproducción ampliada en los esquemas de Marx

Los esquemas de la reproducción en el segundo Tomo de El Capital constituyen la tentativa más notable de Marx de representar los movimientos generales de la circulación del capital, las condiciones de reproducción del capital social total. Con sus esquemas, Marx pretendía demostrar que la reproducción ampliada del proceso de producción capitalista estaba sujeta a determinadas condiciones, vinculadas a la valorización de un capital cada vez más grande. Bajo este prisma, la acumulación de capital equivale a la transformación en capital de una parte del plusvalor producido en el ciclo precedente de producción social.

Para este propósito se hacía necesario obtener una relación cuantitativa proporcional entre las partes del producto social total (medios de producción, medios de subsistencia, trabajadores) y, al mismo tiempo, una adecuada relación entre los valores de las diferentes partes. Escribe Marx:

La reversión de una parte del valor del producto a capital y la incorporación de otra parte al consumo individual de la clase capitalista y de la clase obrera constituyen un movimiento que se efectúa dentro del mismo valor del producto en que se traduce el capital global; y este movimiento no es solamente reposición de valor, sino también reposición de materia, por cuya razón [la reversión a la forma capital] (5) se halla condicionada tanto por la relación mutua entre las partes integrantes del valor del producto social como por su valor de uso, por su forma material. (6)

Naturalmente, el movimiento real de la sociedad burguesa y de sus relaciones de producción no atiende en absoluto semejante proporcionalidad y equilibrio y, en cambio, da lugar a contradicciones constantes y a crisis devastadoras.

La sociedad burguesa debe ajustar cuentas con la antítesis entre valor de uso y valor de cambio, comoquiera que la economía capitalista produce sólo para la ganancia y, en consecuencia, produce tan sólo aquellos valores de uso que son, al mismo tiempo, valores, en cuanto objetos y bienes subordinados a la creación de valor.

En sus esquemas, Marx ha querido demostrar - naturalmente con un modelo teórico simple y abstracto - la posibilidad de resolver la contraposición entre valor de uso y valor de cambio al interior del proceso de reproducción social. En la realidad del capitalismo, mediante crisis económicas periódicas,

irrumpen con fragor las contradicciones y las antítesis de la producción burguesa.

Marx

En su libro, “Imperialismo y Acumulación de Capital”, Bujarin apunta que

la sociedad capitalista es una unidad de contrastes. El proceso de movimiento de la sociedad capitalista es un proceso de constante reproducción de las contradicciones capitalistas; el proceso de la reproducción ampliada de estas contradicciones.

Reproducción y sobreproducción

Es evidente la dificultad de obtener una representación cabal no sólo del proceso entero de producción del capital como proceso de reproducción, sino de comprender en su seno

el origen de la ganancia y el intercambio entre capital y trabajo, la relación entre consumo reproductivo y consumo final, y entre consumidores y productores en la circulación

Marx

es decir, de trazar un cuadro completo de la reproducción ampliada del capital social total, donde una parte del plusvalor producido debe ser destinada a la ampliación de la producción capitalista.

Todas las partes de valor - los productos de la sociedad - deben intercambiarse y “realizarse” en el mercado. Y, para Marx,

las condiciones de la explotación inmediata y las de su realización no son idénticas. Las unas están exclusivamente limitadas por la fuerza productiva de la sociedad, las otras por la proporción existente entre los diversos sectores de la producción y por la capacidad de consumo de la sociedad misma. (7)

En una sociedad de clases, como en la que vivimos, donde

la masa de los productores permanece más o menos limitada a lo necesario (... y), por tanto, más o menos excluida del consumo de la riqueza, en la medida que el consumo sobrepasa la esfera de los medios de subsistencia necesarios

la clase dominante, en su búsqueda de valorización, se convierte en “productora de sobreproducción”.(8)

Resulta llamativa una sucesiva puntualización de Marx:

La palabra sobreproducción induce de por sí al error. Mientras las necesidades más urgentes de una gran parte de la sociedad no están satisfechas, o lo están solamente las más inmediatas, no se puede hablar absolutamente de una sobreproducción de productos, en el sentido de que la masa de los productos constituiría un excedente en relación a las necesidades. Se debe decir, por el contrario, que sobre la base de la producción capitalista hay y habrá siempre, en este sentido, una constante subproducción. El límite de la producción es la ganancia de los capitalistas, no las necesidades de los productores. Pero la sobreproducción de los productos y la sobreproducción de las mercancías son dos cosas completamente distintas.

La forma mercancía no es indiferente para el producto, continúa Marx; no se puede

considerar la producción burguesa como un modo de producción en el cual no existe ninguna diferencia entre adquisición y venta - intercambio inmediato de bienes - , o bien considerarla como producción social, de suerte que la sociedad distribuye según un plan sus medios de subsistencia y sus fuerzas productivas en el grado y en la medida en los cuales son necesarios para la satisfacción de sus diversas necesidades (...) Por consiguiente, explicar la sobreproducción de una parte con la subproducción de la otra es como decir: si se tuviese una producción proporcionada no habría sobreproducción. De igual modo, si la demanda y la oferta se equilibraran y, dentro de esa línea, si todas las esferas implicaran las mismas posibilidades de producción y de expansión capitalista; si todos los países que comercian entre sí poseyeran la misma capacidad de producción y, por añadidura, contaran con una producción diversa y complementaria. Se tiene, por tanto, sobreproducción porque todos esos deseos no son complacidos. [El planteamiento aquí criticado por Marx pertenece a la escuela ricardiana]

Medios de producción y medios de consumo

Pasemos ahora a profundizar otros aspectos de la realización del producto social y del plusvalor en la sociedad capitalista.

Analizando el proceso de reproducción social en general, y no todavía su realidad concreta, Marx demuestra en sus esquemas cómo la sociedad capitalista está teóricamente en condiciones de renovar el capital constante y el variable, y de aumentarlo mediante la capitalización de las cuotas de plusvalor que recibe. Sin embargo, deben ser mantenidas algunas proporciones en el intercambio de los productos provenientes de la industria de los medios de producción y los suministrados por la industria de los bienes de consumo. En los ejemplos que encontramos en el Libro II de El Capital, la Sección I (productora de medios de producción) y la Sección II (productora de medios de consumo) se desarrollan al mismo ritmo. En realidad, según una pertinente observación de Lenin,

el incremento de los medios de producción es más veloz que el de los medios de consumo (...) Con base en la ley general de la producción capitalista, el capital constante aumenta más rápidamente que el capital variable. La sección de la producción social que fabrica medios de producción debe, por tanto, progresar más velozmente que la que produce medios de consumo. Por consiguiente, el desarrollo del mercado en el capitalismo es, hasta cierto punto, “independiente” del aumento del consumo individual.

Lo que Marx intentaba ilustrar con sus esquemas era el curso “normal”, imperturbado, de la economía capitalista, sus condiciones de momentáneo equilibrio. A renglón seguido, el mismo Marx mostrará precisamente - como observa Rosdolsky -

las causas de las necesarias alteraciones de este equilibrio y, por tanto, desplegará el análisis de las crisis y de la tendencia a la catástrofe inmanente al capitalismo.

La base del esquema marxiano es la división de la producción en dos grandes secciones: la primera produce los medios de producción, la segunda los bienes de consumo. El producto de las dos secciones está constituido por el capital constante (c) invertido, por el capital variable (v) gastado en salarios y por el plusvalor (pv) generado en el proceso global. Las cifras son arbitrarias, pero proporcionales entre sí.

En este punto se trata de establecer en qué medida las partes constitutivas citadas deben intercambiar recíprocamente el valor del producto de las dos secciones. Por lo tanto, se pasa al sucesivo proceso de producción, desde la reproducción simple a la ampliada.

De lo abstracto a lo concreto

Hagamos nuestras las observaciones de L. Laurat contenidas en su Apéndice de 1930 a la “Acumulación del Capital” de R. Luxemburgo:

Los esquemas de Marx han quedado incompletos. Para quien conozca el método de Marx, es fácil entender cómo los habría desarrollado si la muerte no le hubiese arrebatado la pluma de la mano. Marx expone su teoría en El Capital procediendo de lo abstracto a lo concreto, desde la profundidad de las fuerzas motrices y de las categorías de base a los fenómenos de superficie. Sólo hasta el Libro III el valor se transforma en precio de producción, en valor mercantil, precio mercantil y precio de monopolio. Será menester llegar a ese libro para encontrar cómo el plusvalor se desdobla en beneficio del empresario (una de cuyas ramificaciones está constituida por la ganancia comercial), interés y renta de la tierra.
Para los esquemas del Tomo II, Marx adopta el mismo método. Ante todo, analiza el caso ficticio de la reproducción simple, que implica el consumo integral del plusvalor por parte de la clase capitalista. Posteriormente, pasa a la reproducción ampliada, en la cual la clase capitalista consume sólo una parte de su plusvalor y acumula otra. Justo en este punto la muerte interrumpe su trabajo. Para proseguir la exploración de los esquemas y circunscribirse en mayor medida a la realidad, es necesario, por lo tanto, introducir en ellos el aumento de la productividad del trabajo (Rosa Luxemburgo lo ha hecho); y hay todavía otro factor, el cual no fue tomado en cuenta por Rosa: el aumento de la tasa de acumulación. Estos dos factores corresponden a la realidad capitalista.
Marx parte de una relación invariada entre v y c y ve la necesidad de modificar esta relación, de año en año, a favor de c. Marx parte de una tasa de acumulación invariable del 50%, en la hipótesis de que los capitalistas capitalizan siempre la mitad de su plusvalor: necesita desarrollar los esquemas elevando gradualmente la tasa de acumulación, de suerte que la fracción acumulada de pv aumenta más rápido que la fracción consumida.

Un modelo “puro”

Como lo ha observado atinadamente R. Rosdolsky en “Génesis y Estructura de El Capital de Marx”, ha de tenerse siempre en cuenta, a propósito de los esquemas de Marx, que los ejemplos numéricos parecen “complicados y desconcertantes”. En efecto,

en los dos diagramas, la acumulación del año de partida no sigue la regla con base en la cual, en cambio, se orienta la acumulación de los años siguientes. ¿Por qué Marx escogió está forma de presentación? Es sólo materia de conjetura; acaso se trata de un primer intento experimental que no tuvo tiempo de corregir.

Sin embargo, la validez de los esquemas sigue siendo la de una “ilustración numérica” que acompaña uno de los momentos de la investigación científica en vías de desarrollo hacia la ulterior indagación de las relaciones concretas y contradictorias presentes y operantes en el modo de producción capitalista, es decir, las “circunstancias accesorias y perturbadoras” que no son consideradas en un modelo “puro” y provisorio, en una hipótesis expresiva del caso límite. Los esquemas de ‘reproducción ampliada’ son la representación fotográfica de un momento de equilibrio transitorio entre producción y consumo, realizable sólo por breves períodos y bajo condiciones invariables de producción.

O, dicho de otro modo, el esquema ideal debía demostrar cómo eran posibles las ecuaciones del intercambio en un ciclo de acumulación de capital, respetando las leyes del modo de producción capitalista, desde el intercambio de equivalentes hasta la perecuación de las tasas de ganancia.

En El Capital y en la “Historia de las Teorías Económicas”, Marx precisará que el continuo revolucionamiento del modo de producción (modificación de la composición orgánica del capital, expansión del plusvalor relativo, aumento de la tasa de plusvalor)

es acompañado recurrentemente de momentos de reposo y de una expansión puramente cuantitativa sobre una base técnica dada (...); por intervalos en los cuales la acumulación opera como simple ampliación de la producción (...) En la reproducción se presupone, ante todo, que el dispositivo técnico de producción se mantiene sin variación, y así permanece por un cierto período en la ampliación de la producción. La masa de las mercancías producidas se acrecienta en este caso porque es empleado más capital, no porque el capital invertido devenga más productivo.

Tendencia histórica del movimiento de la acumulación

Empeñada en una crítica de los esquemas de Marx que apuntaba a refutar la interpretación revisionista según la cual “la acumulación capitalista no tiene límites”, Rosa Luxemburgo ilustró con precisión los presupuestos metodológicos marxistas:

Marx no soñó nunca en presentar las meras fórmulas matemáticas como una demostración de que la acumulación era realmente posible en una sociedad compuesta únicamente de capitalistas y de trabajadores. Marx estudió el mecanismo interno de la acumulación capitalista y estableció algunas de las leyes económicas sobre las cuales se basa el proceso. Razonó poco más o menos así: para que tenga lugar la acumulación del capital global, es decir, la realizada por la clase capitalista en bloque, tienen que mediar ciertas relaciones cuantitativas muy precisas entre las dos grandes secciones de la producción social: la de los medios de producción y la de los de medios de subsistencia. Sólo cuando se den y se respeten estas relaciones, de tal modo que uno de los grandes sectores de la producción labore constantemente para el otro, puede desarrollarse la ampliación progresiva de la producción y, con ella, - como la finalidad a que responde todo - , la acumulación también progresiva de capital en ambas esferas. Ahora bien, para exponer claramente y con toda precisión su pensamiento, Marx traza un ejemplo matemático, un esquema con cifras imaginarias, diciendo: tal es la proporción que deben guardar entre sí los distintos factores del esquema (capital constante, capital variable y plusvalor) para que pueda desarrollarse la acumulación. (9)

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Lo que para Marx era la premisa de su esquema de acumulación, corresponde sólo a la tendencia histórica objetiva del movimiento de la acumulación y a su resultado teórico final. El proceso de acumulación tiende a sustituir por doquier a la economía natural por la economía mercantil simple, a la economía mercantil simple por la economía capitalista, a imponer en todos los países y en todos los sectores el dominio absoluto de la producción de capital como modo de producción único y exclusivo.

R. Luxemburgo

Valor de uso de los medios de producción

El carácter específico de la producción capitalista, su fin inmediato y su impulso determinante, es la producción de plusvalor. El capital debe generar un incremento de valor; con su valorización, esto aparece como el principio, la causa y el objetivo de la producción.

El desequilibrio entre producción y distribución, entre capacidad productiva y posibilidad de consumo, entre valor de uso y valor de cambio, es inevitable en la sociedad capitalista. Pero la contradicción principal, es decir, aquella que constituye el fundamento de todas las otras, reside en el capital mismo y en su relación con la fuerza de trabajo. El proceso de valorización del capital tiene aquí su punto de partida y su límite.

El plusvalor se halla incorporado tanto en los medios de producción como en los de consumo. El consumo de la parte de plusvalor presente en los medios de producción es realizado a través de la incorporación de capital constante adicional en la producción [Lo cual puede hacerse directamente, in natura, sin la mediación del cambio]. Los medios de producción tienen, en efecto, un valor de uso que demuestra cuán importante es “la determinación de los valores de uso en la determinación de los órdenes económicos(10). Al contrario, en su crítica, la Luxemburgo excluye a priori la forma material del plusvalor mismo.

El valor es valor de los bienes producidos, de las mercancías; por consiguiente, el plusvalor es también valor de los productos, es una parte del producto conjunto, una cuota de mercancías, un plusproducto. Su transformación en dinero está sujeta a los mismos problemas que encara la realización en dinero de las demás mercancías. Por tanto, son productos que se transforman en dinero y después nuevamente en productos con destino al consumo de los obreros, al de los capitalistas o a la constitución de nuevo capital constante.

Sin embargo, es una operación del todo arbitraria, idealista, objetivar el plusvalor en una parte de los productos para preguntarse después - como, efectivamente, hace la Luxemburgo - ¿de dónde viene el dinero para realizar el plusvalor contenido en esos productos?

La acumulación no es considerada exclusivamente en términos de valor monetario, sino también como acumulación al interior del sistema mismo, interpretado en sus comportamientos generales a escala mundial. Acumular significa aumentar la base productiva, ampliar las plantas industriales, disponer de bienes de producción adicionales. No significa meramente apilar cantidades de valor bajo la forma de dinero, sino también bajo la forma de mercancías. Y es, precisamente, la segunda forma la que interesa mayormente para los fines de la acumulación capitalista. La misma es posible cuando una parte de las mercancías producidas es destinada a engrandecer la base productiva, luego de que se plantea el problema de la venta de los productos remanentes.

La forma material del plusvalor

En la economía capitalista, y sobre todo en la fase de altísimo desarrollo tecnológico, la parte mayor tanto de la producción social como del mercado la constituyen los medios de producción.

Es imposible - escribe justamente Raya Dunajevskaya en un ensayo sobre la Teoría de la Acumulación de Luxemburgo, en Prometeo 2/3, enero, 1961 - tener la más leve comprensión de las leyes económicas de la producción capitalista sin estar firmemente conscientes del rol desempeñado por la forma material del capital constante. Los elementos materiales de la producción simple y de la reproducción (fuerza de trabajo, materias primas y medios de producción) son los elementos de la reproducción ampliada. Para producir mayor cantidad de productos son necesarios más medios de producción. Ésta y no la [venta o realización del plusproducto en el] mercado es la diferencia específica de la reproducción ampliada.

Apunta, además, Dunajevskaya:

Marx procede ulteriormente a afirmar la importancia clave de la forma material del producto para los fines de la producción ampliada, iniciando su ilustración de la reproducción ampliada con un diagrama demostrativo de que, en lo que concierne a su valor, la reproducción ampliada no es diferente de la reproducción simple. No es la cantidad, sino la destinación de los elementos dados de la reproducción simple lo que es modificado, y ésta modificación es la base material de la reproducción subsiguiente.

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La diferencia en la comprensión de la reproducción ampliada - escribe también Marx - no consiste en la forma valor de la producción, sino en la ‘confrontación’ del valor con su forma material.

Y Dunajevskaya añade un nuevo comentario:

... la producción capitalista crea su propio mercado (el hierro es necesario para la fundición y ésta lo es, a su vez, para el acero, al tiempo que el acero es indispensable en la construcción de máquinas, etc.); en consecuencia, por cuanto se refiere al mercado del capital, los propios capitalistas son los mejores clientes de sí mismos y los mejores compradores de sus propios productos (...) Luego, ¿puede el plusproducto, en el cual el plusvalor está incorporado, pasar directamente (sin ser vendido primero) a una producción posterior?

La respuesta de Marx es la siguiente:

no es necesario que este último sea vendido; éste puede entrar in natura nuevamente en la nueva producción.

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Marx establece que el producto social total [del capitalismo] no puede ser expresado como “medios de producción” o “medios de consumo”; [aunque hay, en efecto,] una preponderancia de los medios de producción sobre los medios de consumo. Así es - y así debe ser - porque los valores de uso [que le interesa producir a] la sociedad capitalista no son los utilizados por los trabajadores ni aún los que entran en el [consumo] de los capitalistas, sino los [que] son utilizados por el capital. No son los hombres los que realizan la parte mayor del plusvalor; ésta es realizada mediante la expansión continua del capital constante. La premisa de la reproducción simple - una sociedad compuesta solamente de trabajadores y de capitalistas - sigue siendo la premisa de la reproducción ampliada. Al mismo tiempo, el plusvalor sigue estando determinado únicamente por la diferencia entre el valor del producto y el valor de la fuerza de trabajo. La ley del valor continúa dominando en la reproducción ampliada. Todo el problema del segundo libro de El Capital, tan discutido, estriba en dilucidar el hecho de que la realización no es un problema de mercado, sino un problema de producción. El conflicto en la producción y, por tanto, en la sociedad, es el conflicto entre el capital y el trabajo. Tal es la razón por la cual Marx nunca quiso alejarse de su premisa.

La crítica a Luxemburgo

La ganancia, en cuanto cuota de plusvalor contenida en las mercancías, era para Luxemburgo la condición primaria de la reproducción ampliada. Considerando, de manera errónea, la acumulación sólo en términos de valor monetario, Rosa hacía que ésta deviniese posible a condición de que las mercancías producidas encontraran una adecuada colocación en el mercado. Y, a fin de que en el mercado la demanda pudiera equipararse a la oferta (dando por descontado que los trabajadores y los capitalistas no podían adquirir todas las mercancías producidas), Luxemburgo señalaba a los compradores externos al capitalismo (áreas subdesarrolladas) como la única alternativa posible para evitar una obstaculización del mecanismo de acumulación. En caso contrario, se verificaría una saturación de los mercados por sobreproducción, o bien, y paradójicamente, se debería hablar de mercados que provocan una sobreproducción de mercancías porque no están en situación de absolverlas.

Sin embargo, este sería el caso sólo si olvidamos un supuesto importante: es el valor (el precio, en régimen de monopolio) de las mercancías el que extiende o contrae el mercado mismo. Por tanto, de la teoría desarrollada por Luxemburgo se pueden deducir errores del siguiente tenor: las crisis son el resultado de una sobreproducción de mercancías que obstruyen los mercados y, en consecuencia, hacen efectiva la caída de la tasa de ganancia; la relación producción-distribución se convierte en la contradicción fundamental del capitalismo.

Como ya lo habíamos advertido, las cosas siguen, más bien, un curso inverso, y lo repetimos: es partiendo de las entrañas de la producción capitalista, de su composición orgánica modificable y de la continua expulsión de fuerza de trabajo, que la realización de la ganancia entra en crisis. Y resulta, además, de extrema importancia subrayar cómo la relación entre capital constante y capital variable, y la preponderancia de c sobre v, reviste un preciso carácter de clase. No menos importante es llamar la atención sobre el hecho de que la pura distinción entre medios de producción y medios de consumo indica una relación de clase: burguesía contra proletariado. De ahí se sigue el agravamiento del conflicto entre trabajo y capital, mientras que Luxemburgo termina considerando “ante todo” la relación entre los capitalistas y los sectores extracapitalistas.

Es siempre la producción la que, en última instancia, determina al mercado. La producción no sigue al consumo, sino, al contrario, es el consumo el que se amolda a la producción. La ley específica del capitalismo es la producción por la producción, la producción como fin en sí misma.

La sobreproducción - conforme observa Marx - tiene como condición la ley general de la producción del capital, la ley de producir según las fuerzas productivas, esto es, en la medida que es posible explotar, con un capital dado, el máximo de trabajo sin tener en cuenta las limitaciones del mercado ni las necesidades en condiciones de pagar. Todo esto viene a resumirse en la incesante expansión de la reproducción y de la acumulación por medio de la constante retransformación de la ganancia en capital; mientras que, de otro lado, la masa de los productores permanece limitada y debe, con base en el sistema de la producción capitalista, permanecer limitada a la cantidad media de las necesidades. (11)

El error de Luxemburgo fue el de considerar preponderante la esfera del intercambio y del consumo en lugar de la esfera de la producción.

El objetivo de la producción capitalista es, por tanto, la expansión constante del plusvalor; su mayor realización (venta) se obtiene en la sociedad burguesa a través de la producción de medios de producción que son consumidos por el capital. La reproducción ampliada del capital realiza el valor independientemente del hecho de que el plusproducto haya asumido la forma pura del valor (dinero) antes de ser incorporado en una producción ulterior. Por esto, es importante la determinación del valor de uso del capital, de los medios de producción, es decir, la conformación del valor en valores de uso en los cuales el mismo plusvalor adquiere forma corpórea.

Las bases de la crisis

Seguir la tendencia histórica de la acumulación capitalista y explicarla significa para nosotros rechazar todo formalismo y abstracción.

Las condiciones generales de la producción capitalista constituyen la base fundamental que da origen y desarrollo a la crisis. La preponderancia - como causa determinante - de las cuestiones ligadas a la producción del plusvalor en los procesos inmediatos de producción en lugar de los procesos de realización del plusvalor (distribución e intercambio), no supone ningún mecanicismo acrítico.

El problema del mercado no es, consiguientemente, subestimado. La contradicción entre la producción de plusvalor y su realización subsiste como una de las contradicciones que mina desde su seno el sistema de producción capitalista.

El movimiento de acumulación capitalista es progresivamente obstaculizado por las perturbaciones y los desequilibrios que se verifican a lo largo de su trayectoria. Y, en el proceso histórico que caracteriza la economía de la sociedad burguesa, las condiciones necesarias para la acumulación del capital se convierten, alcanzado cierto punto, en las condiciones originarias de sus límites y de su parálisis.

Cuando el sistema, en su totalidad, llega a un momento de desarrollo en el cual la relación entre los niveles de ganancias y la cantidad de plusvalor, y entre los precios de las mercancías producidas y la disponibilidad del mercado, deja de ser coincidente con las exigencias de valorización del capital, se determina el conflicto irresoluble entre producción y consumo, entre demanda y oferta, que conduce a la denominada sobreproducción-saturación-del-mercado-crisis. (12)

A propósito, Marx escribe:

las mismas circunstancias que han acrecentado la fuerza productiva del trabajo aumentando la masa de los productos, que han ampliado los mercados, acelerado la acumulación de capital como masa y como valor, y disminuido la tasa de ganancia, han creado una sobrepoblación de obreros. Éstos no pueden ser absorbidos por el capital en exceso, porque el grado de explotación del trabajo al que podrían ser empleados no es suficientemente elevado o, lo que es lo mismo, porque la tasa de ganancia a la que éstos producirían a este grado de explotación es demasiado baja.

Las conclusiones de Marx - que hacemos nuestras - , son en este punto inequívocas. La sobreproducción, la exasperación de la concurrencia y la saturación de los mercados están determinadas por la caída de la tasa de ganancia, lo que, finalmente, provoca que el valor del capital se reduzca. Todas las crisis se manifiestan como crisis de sobreproducción, pero la saturación de los mercados es causada por la ley de la caída de la tasa de ganancia, mediante la cual se expresa, en definitiva, el proceso de acumulación, a despecho de la doctrina de los profesores de economía política que presentan dicha ley como

uno de los ejemplos más evidentes de los errores analíticos producidos por el análisis marxiano de los precios como magnitudes dependientes del valor-trabajo...

F. Targetti

El ensañamiento y la vastedad del ataque que, desde el inicio de la crisis (años setenta), la burguesía está conduciendo por doquier contra la clase obrera es la prueba tangible de cuanto sostenemos: la crisis tiene origen en la caída tendencial de la tasa media de ganancia. Una caída que el capital intenta contrarrestar en el terreno fundamental del proceso productivo con recurrentes modificaciones en la composición orgánica del capital, y de controlar en el terreno político-social con una verdadera represión de clase.

El Capital contra el Trabajo, contra el proletariado que encarna la única “alternativa” a la sociedad burguesa, su negación revolucionaria: el Comunismo.

Davide Casartelli

(1) En la esfera de circulación sólo tienen lugar cambios de forma de las mercancías (según la célebre fórmula marxiana de M-D-M) o bien se realiza el contenido de valor ya infundido en ellas por el proceso de trabajo (siguiendo el mismo esquema esto correspondería a la fórmula D-M-DD - en el caso de la circulación del capital productivo y del mercantil - o D-DD - en el caso del capital-dinero usado en operaciones de crédito). En el capitalismo, el proceso de trabajo, además de ser un proceso técnico de producción, es también un proceso de creación de valor. Dada la existencia de una mercancía sui generis, la fuerza de trabajo humana, capaz de generar en el transcurso del proceso de trabajo más valor del que cuesta su consumo, el capitalista se apropia de un excedente de valor (plusvalía) que sirve de base de las diversas formas de beneficios y rentas conocidas en la economía burguesa y que en el discurso usual aparecen asociadas a la circulación de mercancías.

(2) Documento del P. C. Internacionalista - Conferencia Internacional, 1977

(3) Documento del P. C. Intern. - 1977

(4) Marx, El Capital, Tomo III.

(5) Advertimos al lector que el texto encerrado entre corchetes constituye una interpolación de responsabilidad exclusiva de los redactores de Comunismo. La finalidad de este procedimiento consiste en mejorar la comprensión de los fragmentos extractados o la traducción del artículo.

(6) Marx, El Capital, Tomo II. Capítulo XX “Reproducción simple”. Pág. 352. 2ª edición 1959. XIVª reimpresión 1981. Bogotá D. E. Colombia. Examinando el proceso de reproducción social en general - y no todavía en su concreta realidad - , Marx demostró en sus esquemas cómo la sociedad capitalista está en situación de renovar el capital constante y el variable y de acrecentarlo con la capitalización de cuotas de plusvalor. Sin embargo, deben ser mantenidas algunas proporciones en el cambio entre las mercancías suministradas por la industria productora de medios de producción y las mercancías de las industrias productoras de bienes de consumo. En los ejemplos que encontramos en el libro II de El Capital, los cambios entre la Sección I (productora de medios de producción) y la Sección II (productora de bienes de subsistencia) mantienen esta proporcionalidad en todos los casos y, por la misma razón, queda asegurado que ambas secciones vayan desenvolviéndose a un mismo ritmo. El conjunto de la producción de ambas secciones constituye el producto social anual, el cual está constituido por el capital constante (c) consumido, por el capital variable (v) gastado en salarios y por el plusvalor (pv) generado en el proceso conjunto. En este punto, se trata de establecer en qué medida deben intercambiar recíprocamente las partes constitutivas de las dos secciones del esquema el valor del producto arrojado por ellas. Las cifras que supondremos a continuación son arbitrarias, pero conservan entre sí el principio de proporcionalidad con el que el esquema marxiano del libro II de El capital pretendía ilustrar el ‘curso normal’, sin perturbaciones, de la economía capitalista, sus condiciones de momentáneo equilibrio. En efecto, si suponemos que el producto social global es de 18.000, el esquema de la reproducción simple ofrecerá el siguiente aspecto:

Sección I:

  1. 000 c + 2000 v + 2000 pv = 12.000 (medios de producción);

Sección II:

  1. 000 c + 1.000 v + 1.000 pv = 6.000 (artículos de consumo).

En su forma natural, la producción de la sección I se adquiere para reponer (restituir) las instalaciones desgastadas de las empresas y la materia prima consumida. La producción de la sección II, en su forma natural, únicamente puede destinarse al consumo personal de los obreros y de los capitalistas. Así, pues, el producto de la sección I sirve para reponer el capital constante tanto de la propia sección I como de la sección II, y el producto de la sección II es adquirido por los obreros y por los capitalistas de ambas secciones en un total de v + pv. Por lo tanto, entre las secciones tiene lugar un intercambio: los medios de producción de la sección I ingresan en la sección II a cambio de artículos de consumo adquiridos en la sección II por los obreros y los capitalistas de la sección I. Además, el valor de los medios de producción que entran en la sección II (4.000 c) ha de ser igual al valor de los artículos de consumo que adquieren los obreros y capitalistas de la sección I (2.000 v + 2.000 pv). De esta manera, la condición para que se realice el producto social en la reproducción simple es: I (v + p) = II c. Se tienen que producir tantos medios de producción cuantos hagan falta en ambas secciones: I (c + v + pv) = I c + II c, y tantos artículos de consumo cuantos puedan adquirir los obreros y los capitalistas de los dos sectores de la producción social: II (c + v + pv) = I (v + pv) + II (v + pv). Si se observan estas condiciones, se asegura el desarrollo proporcional de la producción social y la realización de todo el producto. Véase al respecto el “Diccionario de Economía Política” de Borísov, Zhamin y Makárova. Colección Instrumentos 6. Editorial Grijalbo. Barcelona. España. 1976.

(7) El Capital, Tomo III.

(8) Marx, Historia de las Teorías Económicas.

(9) R. Luxemburgo, La Acumulación de Capital. Págs. 386-387. Editorial Grijalbo. México. 1981.

(10) Marx, Teorías de la plusvalía.

(11) Historia de las Teorías Económicas.

(12) Documento del P.C. Intern. - 1977.