Táctica comunista en los países de la periferia capitalista

VI Congreso del Partito Comunista Internazionalista (Battaglia Comunista)

Preámbulo ==

El proletariado es una clase mundial en cuanto es mundial el dominio del capital sobre la sociedad. La internacionalidad de la clase proletaria se verifica en sus dos connotaciones fundamentales: como clase en sí y clase para sí.

Como clase en sí, esto es, como elemento variable del capital en su mismo proceso de producción y reproducción, el proletariado sigue los destinos internacionales del capitalismo que, ahora en su fase imperialista avanzada, ha afirmado su dominio absoluto en todos los rincones del mundo.: VI Congreso del Partito Comunista Internazionalista (Battaglia Comunista)

Preámbulo

El proletariado es una clase mundial en cuanto es mundial el dominio del capital sobre la sociedad. La internacionalidad de la clase proletaria se verifica en sus dos connotaciones fundamentales: como clase en sí y clase para sí.

Como clase en sí, esto es, como elemento variable del capital en su mismo proceso de producción y reproducción, el proletariado sigue los destinos internacionales del capitalismo que, ahora en su fase imperialista avanzada, ha afirmado su dominio absoluto en todos los rincones del mundo. Como clase para sí, antagonista histórico de la clase dominante en el modo de producción capitalista, el proletariado podrá afirmar su propio programa de emancipación solamente a escala internacional.

La tesis según la cual "el socialismo es internacional o no es", pertenece al patrimonio inalienable del movimiento comunista, reafirmado y consolidado en las batallas de la Izquierda Comunista (en particular de Italia) contra la onda contrarrevolucionaria de los últimos setenta años, la cual parte, en el terreno ideológico, de la falsa y mistificadora afirmación del "socialismo en un sólo país".

Mientras traicionaba todo el planteamiento metodológico y todas las adquisiciones científicas del marxismo, la hipótesis de construir el socialismo en un sólo país, de hecho, debía justificar y cubrir la reconstrucción de la Unión Soviética, después de la guerra y la Revolución, sobre la base nacional del capitalismo de Estado. Tal reconstrucción fue hecha posible por la eliminación revolucionaria de los débiles andamiajes del poder económico burgués de molde clásico, privativístico, y fue facilitada por la derrota de la onda revolucionaria europea de los años Veinte.

La internacionalidad del proletariado y de sus perspectivas históricas - correspondiente a la internacionalidad del mando capitalista - es acompañada por la unicidad internacional del programa histórico del proletariado.

Una sola clase, un sólo programa, por tanto. Concretamente, esto significa que rechazamos cualquier hipótesis política que prevea que el proletariado debe ponerse al lado de otras clases y otros programas para la realización de fases económicas o formaciones sociales y estatales intermedias entre las actuales formaciones burguesas y la futura dictadura del proletariado, como instrumento operativo y condición imprescindible de la construcción del socialismo.

A este principio metodológico sigue el otro gran problema acerca del cual el movimiento comunista internacional debe pronunciarse decididamente para resolver un viejo equívoco. ¿Tiene sentido la distinción entre programa mínimo y programa máximo?

Esta distinción entre los programas ha sido el rasgo característico de la Segunda Internacional. Concentrando la atención y los esfuerzos de sus organizaciones en la realización y en la consolidación de los puntos concernientes al programa mínimo, la Segunda Internacional llegó a alejar la perspectiva de realización del programa máximo (el poder proletario y la construcción del socialismo) para olvidarlo primero y traicionarlo abiertamente después.

La Tercera Internacional no llegó a solucionar definitivamente el equívoco. Si bien su programa y su plataforma fueron el programa y la plataforma de la revolución socialista - contrapuesta en los hechos a cualquier hipótesis reformista y de mediación con las fuerzas de la burguesía-, la Tercera Internacional no consiguió elaborar una tesis clara y resolutiva en torno a este punto.

Está entonces en el movimiento comunista contemporáneo superar las antiguas incongruencias afirmando con claridad que:

el Partido comunista tiene un solo programa: la dictadura del proletariado para la abolición del modo de producción capitalista y la construcción del socialismo.

Tal es el programa que caracteriza al Partido comunista, diferenciándolo de todos los otros partidos y fuerzas pequeño burguesas, o incluso del "campo proletario", a los cuales les falta precisamente la perspectiva última del movimiento de clase del proletariado. Y es defendiendo y persiguiendo este programa, su programa, que él puede garantizar al proletariado su indispensable instrumento político.

A los objetivos programáticos deberán, por tanto, estar subordinadas las tácticas particulares que, según las circunstancias y las situaciones, el partido se debe dar.

Los objetivos parciales, contingentes, propiamente tácticos, no pueden en ningún caso ser asimilados a los objetivos programáticos del Partido comunista. Vale decir, no pueden y no deben, en ningún caso, hacer parte del programa comunista.

Cualquier derogación de este principio conduce inevitablemente a gravísimas desviaciones. Para clarificar la tesis a través de un ejemplo, nos podemos referir a la cuestión de las organizaciones de base del proletariado. Está en el programa comunista la centralización nacional e internacional de los consejos proletarios, sobre la base de las unidades productivas y territoriales, para la determinación de las necesidades sociales, la dirección de la producción consecuente con las mismas, el control de la ejecución, etc. No hace parte, en cambio, del programa comunista - aunque sí de la táctica comunista - la liberación del proletariado de las jaulas sindicales en la lucha contra el capitalismo mediante su organización autónoma en las asambleas generales de fábrica y/o territorio, coordinadas y centralizadas a través de delegados electos y revocables.

Otro ejemplo: el haber equiparado a un tiempo la conquista del sufragio universal y de la democracia con un objetivo estratégico (conseguido en el Occidente de Europa) ha quedado como pesantísima herencia de la Segunda Internacional en todas las formaciones políticas de izquierda, incluso extraparlamentaria, que estiman a cualquier elemento democrático como un objeto digno de sus atenciones y/o su solidaridad incondicional.

Al definir las líneas tácticas de la política comunista en los países periféricos, deberemos hacer las cuentas, en primer lugar, con las nuevas formas del oportunismo reformista con vestidura "revolucionaria", que asignan al partido comunista papeles programáticos diferentes, atrasados e inferiores respecto de los propiamente comunistas y que, por consiguiente, sustituyen al programa comunista con programas todavía burgueses.

Cuando el programa no es el programa comunista, los cuadros y las organizaciones no se podrán mover según la línea comunista y, en el momento en el cual el programa de los mismos contradice, en el terreno actual del movimiento y de la confrontación, las líneas de acción comunista, los cuadros y las organizaciones seguirán más fácilmente a aquél y no a éstas.

Tesis 1

En el montón de definiciones aplicadas a los países diferentes de las metrópolis imperialistas (países en vías de desarrollo, países subdesarrollados, países dominados, etc.) se refleja la multiplicidad de las respuestas ideológicas de la burguesía y de la pequeña burguesía al problema de explicar la ubicación de estos países en el complejo cuadro del mundo contemporáneo.

Países en vías de desarrollo: es la definición que dan todos aquellos que, animados por un tranquilizante progresismo burgués, consideran el conjunto de los pueblos como una colectividad que marcha sobre las mismas líneas de desarrollo y con idénticos objetivos, pero con diferentes velocidades de marcha.

El concepto de la diversidad de historias, de formaciones económicas y sociales de origen, y el concepto de subordinación impuesta desde fuera por parte del modo de producción capitalista llegado a su fase imperialista, no son siquiera rozados por los sostenedores de esta definición. De cualquier modo, lo más seguro es que estos conceptos no hacen parte de su bagaje metodológico ni de su patrimonio teórico, así que ellos escriben y hablan, publicando datos y cifras de países en vías de desarrollo, anteponiendo la hipótesis (para ellos el axioma) de que en un mañana Uganda puede convertirse en lo que es hoy Australia.

Países dominados: es, en cambio, la definición de todos aquellos que, partiendo de premisas tomadas prestadas del marxismo, desarrollan de manera peligrosamente unilateral ciertos conceptos de por sí válidos (tales como el del dominio que el imperialismo precisamente ejerce sobre las economías de estos países) para llegar a conclusiones erradas y desviantes. Desde la definición de países dominados, llegan a hipotetizar la liberación de aquel dominio independientemente - al menos por un cierto tiempo y sin decir cuán largo - de la revolución proletaria. El concepto de país dominado implica necesariamente el de dominante. Pero una análoga dicotomía, así delineada, debería implicar una rígida definición de los atributos que aplicados al análisis permitieran hacer mecánicamente reconocible y distinguible el país dominado y el país dominante. Ahora, si es bastante fácil definir a los USA o a Alemania como países dominantes, no sucede lo mismo con países como Italia o Sudáfrica.

Sobre la base de los mismos argumentos sostenidos por los teóricos del concepto "países dominados" existe una larga lista de países (desde Venezuela al Brasil, desde la India a Corea del Sur, desde España a Sudáfrica) para los cuales valdrían ambas definiciones: la de país dominado por los centros imperialistas que allí dictan la ley de los propios capitales financieros invertidos y de las divisiones del trabajo a ellos favorables, pero dominantes sobre otros en cuanto copartícipes de la red financiera que opera mundialmente y en cuanto poseedores de un vasto aparato industrial con alta composición orgánica de capital.

Tesis 2

Ninguna definición, por tanto, puede ser comprensiva de las multiplicidades y complejidades de los fenómenos que conjuntamente determinan el ser de estos países. La definición podrá y deberá, en cambio, expresar sólo en líneas generales la posición de estos países respecto de las ciudadelas del imperialismo. Estará luego en el examen de estos fenómenos, establecer cuáles son aquellos que mejor caracterizan la posición de cada país y cuánto influyen sobre la dinámica económica y social y sobre la consiguiente línea táctica comunista.

Adoptamos la definición general de países de la periferia capitalista, por tanto, para distinguirlos en líneas generales y tomados conjuntamente de los países metropolitanos y para dejar, así, abierta la posibilidad de efectuar las necesarias distinciones entre ellos, no pudiéndose ciertamente considerar superponibles las posiciones de la India con las de Uganda.

El concepto de centro y periferia implica y expresa la concepción marxista del período histórico actual según la cual el imperialismo domina incluso en las esquinas más remotas del globo, habiendo superimpuesto desde hace tiempo a formaciones económico-sociales diversas, consideradas genéricamente como precapitalistas, las leyes de su mercado internacional y los mecanismos económicos que lo caracterizan.

Las relaciones de producción al interior de las plantaciones en algunos países no son todavía las típicas del capitalismo (relación asalariada entre el trabajador libre y el poseedor de los medios de producción-capitales). Pero las plantaciones de cualquiera de estos países trabajan para el mercado capitalista internacional y su población vive de cuanto el país puede adquirir en el mercado capitalista internacional. Estamos, por tanto, en presencia de un dominio real del capitalismo que se ejercita sobre una formación social que no es la típica del capitalismo. Níger y Malaysia, el Togo y Colombia son, por tanto, parte integrante del mercado capitalista mundial, del mundo capitalista, pero son la periferia del sistema que tiene en su centro a países como los USA, Alemania o el Japón.

Hasta la caída del Muro de Berlín y la implosión del bloque imperialista soviético, el mundo estaba dividido en dos bloques, haciendo el papel de jefes de cada uno de ellos los USA y la URSS respectivamente. En medio de las dos superpotencias, en precario equilibrio de equidistancia, sobrevivían los Países no Alineados (India, Egipto y otros pocos) utilizando de algún modo en ventaja propia el antagonismo entre los dos contendientes.

El fin del bloque soviético (oriental) ha abierto la contienda por la repartición de sus despojos y de cuanto está vinculado a ellos entre los restantes países metropolitanos; ha eliminado las razones y las condiciones de existencia de los "Países no alineados", sin cambiar para nada la condición de los países ya antes periféricos.

Tesis 3

La definición de países periféricos del sistema imperialista mundial permite definir país por país, o grupo de países por grupo de países, las coordenadas fundamentales para un análisis marxista.

El centro del sistema capitalista atrae hacia su órbita a aquellos países a través de la exportación de las mercancías y de los capitales, la importación de materias primas y productos agrícolas, la integración en el sistema internacional de la división del trabajo.

Mientras el centro inserta a cada país en su propio ciclo complejo de reproducción y acumulación, el capitalismo exporta hacia aquellos países sus propias contradicciones. Superponiendo el capitalismo y sus leyes económicas a formaciones sociales diferentes de él y de sus mismas formaciones de origen, el capitalismo imperialista las incorpora directamente en su ciclo de acumulación y en la trama de sus contradicciones económicas y de sus conflictos de clase, sujetando a sus intereses y a su política de autoconservación los modos y las relaciones de producción que encuentra y que marginalmente mantiene, al igual que a las formaciones sociales y políticas que tradicionalmente correspondían a aquellas relaciones de producción.

La permanencia de relaciones precapitalistas y de formaciones sociales y políticas "preburguesas" era necesaria de una parte y funcional a la dominación imperialista de la otra.

Necesaria en el sentido de que la superposición del capitalismo no está determinada por una testaruda voluntad de dominación político-social cuanto por las necesidades de género económico del capital.

Las áreas geopolíticas subdesarrolladas son, primero, fuente de materias primas y buen mercado de mano de obra y, después, mercados de inversión de capitales (productivos y parasitarios). Esto no podía ni puede significar el inmediato aburguesamiento de aquellas sociedades y la rápida transformación en sentido capitalista de todas las actividades productivas de género agrícola de aquellos países.

Pero la permanencia de relaciones de producción, sociales y políticas precapitalistas es también funcional a la dominación del capital imperialista porque, al hacer contrastar las condiciones entre el proletariado industrial y las otras masas desheredadas, él se asegura, por un lado, la división de clases y, por el otro, la descarga de las tensiones sociales y políticas en el terreno del progresismo burgués.

Esto significa que, en esta aparente contradicción entre un mundo precapitalista atrasado y un mundo capitalista avanzado, el capital internacional encuentra las razones y los instrumentos de la propia dominación.

Es sobre todo gracias a la permanencia de relaciones patriarcales y a la fuerza de instituciones políticas y administrativas ligadas a la tradición social y civil de aquellos países, que el capital internacional se asegura la solidez del propio dominio económico.

La gradual (o, cuando es necesaria, acelerada) conformación de las composiciones sociales y de las instituciones políticas a los esquemas clásicos del capitalismo, es una consecuencia del dominio económico real del capital y de la subordinación de las economías de aquellos países a las leyes internacionales de mercado capitalista.

En conclusión, la contradicción entre el dominio capitalista y la permanencia de relaciones económicas y formaciones sociales precapitalistas no existe, es, por el contrario, condición de aquel mismo dominio.

Tesis 4

El mantenimiento de las viejas relaciones económicas y sociales y su subordinación a los intereses de domino del capital imperialista internacional en los países periféricos, significa diversidad de sus formaciones sociales y políticas respecto de las ciudadelas metropolitanas.

Esta diversidad concierne a la composición de las capas sociales intermedias entre las dos clases fundamentales. No es diversidad de las clases que por doquier son fundamentales e históricamente antagonistas: proletariado y burguesía.

La diversidad de las formaciones sociales es, por ende, diversidad de las formas de dominio y de opresión de la burguesía sobre el proletariado y sobre la entera colectividad, pero no niega la presencia de las dos clases.

Es indudable que en países como Níger o Bolivia no existen sólo el proletariado moderno y la burguesía; existen, antes bien, otras estratificaciones sociales y de clase, heredadas de las formaciones sociales precedentes a la dominación imperialista y correspondientes a diferentes modos de producción anteriormente dominantes (modo de producción tributario y mercantil simple). Sin embargo, esto no significa absolutamente que los eventuales antagonismos contingentes entre estas estratificaciones y la clase dominante con su régimen pueden hacer pasar a segundo plano el antagonismo histórico entre el proletariado y la burguesía, en el cual se expresa propiamente el dominio del capital sobre la sociedad.

Toda la investigación económica y sociológica, incluso la burguesa, indica con claridad que las estratificaciones sociales y de clase diferentes de las típicas del capitalismo, sobreviven pero en fase de declinación tendencial, en fase, por así decir, agónica. Lo que, en cambio, tiende a ampliarse es la "medida y proletarización de estratos precedentemente ocupados en economías tradicionales de subsistencia o mercantiles locales" (Ver "Tendencias generales de la composición de clase", Prometeo n° 8, pág. 8).

Tesis 5

La diversidad de las formaciones sociales, el hecho de que el modo de producción capitalista en los países periféricos se ha impuesto trastornando los viejos equilibrios y que su conservación se funda y se traduce en miseria creciente para masas crecientes de proletarizados y desheredados, la opresión política y la represión, que son, por tanto, necesarias para que las masas soporten aquellas relaciones, determinan en los países periféricos un potencial de radicalización de las consciencias más alto que en las formaciones sociales de las metrópolis. Radicalización no significa necesariamente ir hacia la izquierda, como ha sido demostrado por los recrudecimientos del integrismo islámico a consecuencia de motines materiales de las masas pobres (Argelia, Túnez, Líbano). El movimiento material de las masas, determinado por las objetivas condiciones de hiperexplotación, encuentra siempre, necesariamente, su expresión ideológica y política entre aquellas formas y fuerzas que en el cuadro dado se presentan y se mueven.

En términos generales, el dominio del capital en aquellos países no es todavía el dominio total sobre la colectividad, no se expresa en la subsunción de la entera sociedad a las leyes y a la ideología del capital, como sucede, en cambio, en los países metropolitanos. La integración ideológica y política del individuo en la sociedad capitalista no es todavía en muchos de aquellos países el fenómeno de masa que, en cambio, ha llegado a ser en los países metropolitanos, porque el individuo explotado, empobrecido y oprimido no es todavía el individuo-ciudadano de las formaciones capitalistas centrales y originarias.

Esta es una condición de la cual las organizaciones revolucionarias deben tomar nota en la elaboración de las propias líneas de trabajo y de intervención.

En los países periféricos el capital no puede expresar el propio dominio en las mismas formas en las cuales lo ejercita en sus cunas, en los centros metropolitanos.

La democracia burguesa, "el arma más eficaz de la conservación capitalista", tiene en los países periféricos vida precaria y de cualquier modo "diferente". No es el opio democrático el que obra sobre las masas, para mantenerlas paralizadas y sumisas, sino la dureza de la represión. La reivindicación de las más generales libertades burguesas se esclarece, en cambio, como la forma de politización de las luchas originadas en la dura condición material. Las experiencias centro y sudamericanas - El Salvador, Nicaragua, México, Colombia - corroboran tal aclaración.

Empero, queda la posibilidad de que la circulación del programa comunista al interior de las masas sea más fácil y más alto el "nivel de atención" obtenido por los comunistas revolucionarios, respecto a las formaciones sociales del capitalismo avanzado.

Tales "mejores" condiciones se traducen en la posibilidad de organizar alrededor del partido revolucionario un número de militantes ciertamente mayor de cuanto es posible en los países centrales.

Tesis 6

La posibilidad de organizaciones "de masa" dirigidas por los comunistas no es la posibilidad de dirección revolucionaria sobre los sindicatos en cuanto tales. Y no se traduce siquiera en la masificación de los partidos comunistas mismos.

Será, en cambio, utilizada para la organización de fuertes grupos en los puestos de trabajo y sobre el territorio, dirigidos por el partido comunista en calidad de instrumentos de agitación, de intervención y de lucha.

Los sindicatos, en cuanto órganos de contratación del precio y de las condiciones de la venta de la fuerza de trabajo en el mercado capitalista, mantienen también en los países periféricos sus características generales e históricas. Por lo demás, como lo ha mostrado la recientísima experiencia coreana, los sindicatos desempeñan también aquí la función de mediadores de las necesidades capitalistas dentro del movimiento de los trabajadores.

Aún permaneciendo, por tanto, como uno de los espacios en los cuales los comunistas trabajan, intervienen, hacen propaganda y agitación - porque en ellos está agrupada una masa significativa y considerable de proletarios - no son y no serán nunca instrumento de ataque revolucionario.

No es, por tanto, su dirección lo que interesa a los comunistas, sino la preparación - dentro y fuera de ellos - de su superación. Ésta es representada por las organizaciones de masa del proletariado dentro de la preparación del asalto al capitalismo.

Los propulsores y vanguardia política de las organizaciones de masa - primero de lucha y luego de poder-, son los militantes comunistas organizados en partido. Y el partido será tanto más fuerte cuanto más haya sabido y podido vertebrar en organismos apropiados toda su área de influencia directa.

También en los países periféricos se hace posible, por las razones ya vistas, la organización de grupos territoriales comunistas.

Grupos territoriales porque recogen a los proletarios, semiproletarios y desheredados presentes sobre un cierto territorio bajo la directa influencia del partido comunista; comunistas porque precisamente están dirigidos por y según las líneas comunistas, porque están animados y guiados por los cuadros y por los organismos de partido.

Tesis 7

La "burguesía nacional" de cada país periférico es nacional sólo por el padrón de sus miembros y por el particular tipo de instituciones políticas opresivas de las cuales se dota contra "su" sección nacional del proletariado. Pero la burguesía de los países periféricos hace parte, como elemento constitutivo, de la clase burguesa internacional, dominante en el conjunto del sistema de explotación porque está en posesión de los medios de producción a escala internacional. Como tal, cada sección nacional de la burguesía participa en la repartición del plusvalor internacionalmente usurpado al proletariado con iguales responsabilidades e iguales destinos históricos, más allá de las relaciones cuantitativas.

Voluntariamente decimos "en posesión de los medios de la producción" y no "propietaria", porque el término propietaria implica la noción jurídica de propiedad que puede asumir varias formas hasta aparecer negada. Es de fundamental importancia observar, en cambio, que la formal propiedad estatal de los medios de producción a) no elimina las relaciones de explotación capitalistas; b) no elimina la presencia de una clase que materialmente se apropia del plusvalor generado.

Especialmente en muchos países periféricos, las escasas industrias que no son de propiedad multinacional, son jurídicamente poseídas por el Estado. Esto no le quita importancia al hecho de que existe una clase de capitalistas que desde el Estado recibe, en forma de intereses sobre las cuentas bancarias, considerables cuotas del plusvalor producido en aquellas industrias y que participa con sus capitales financieros en las aventuras del capital internacional en el mundo.

Además, los capitalistas que en muchos países periféricos poseen plantaciones y tenencias agrícolas - al interior de las cuales, a menudo, están vigentes todavía relaciones precapitalistas - que producen por medio de monocultivo para la exportación y desde las cuales extraen ingentes beneficios, aún no invirtiendo en la producción industrial de su país (cosa que debe echarse en cara de las teorías mistificatorias acerca del desarrollo industrial) participan, en cambio, en el circuito del capital financiero. Ellos invierten, en efecto, en los bancos y en los institutos de crédito internacionales - o en los títulos de crédito de su país o de otros países - que, su vez, operan en el campo de la producción industrial donde es más alta la redituabilidad, teniendo como campo de elección el entero planeta.

Esta burguesía nacional está tan interesada en la salida del subdesarrollo y del dominio del imperialismo, como lo puede estar la burguesía norteamericana. Sus contrastes (que también existen) con la burguesía, por ejemplo americana, son de carácter totalmente burgués, en el sentido de que atañen a las cuotas y a los términos en los cuales participa en la repartición internacional de las ganancias y de las utilidades extras. El disenso entre la burguesía de un país periférico y la burguesía metropolitana incumbe a las condiciones en las cuales las dos participan en la repartición del plusvalor y en los eventuales impuestos que una debe pagar a la otra por sentarse en el banco de repartición del botín. Contrastes y eventuales conflictos no atañen y no atañerán jamás a la sustancia de las relaciones de explotación entre trabajo y capital, que, antes bien, defienden conjuntamente contra el peligro representado por el proletariado.

La naturaleza periférica de los países comporta la naturaleza periférica de las respectivas burguesías respecto a la concentración del capital metropolitano. Esto se traduce en una suerte de subordinación de las unas respecto a las otras y, por lo tanto, una obvia tendencia a rescatar (redimir) la propia condición, modificando o invirtiendo los roles. Pero estos roles son también siempre los de explotación del proletariado.

Tesis 8

Las secciones de la "burguesía nacional" que por su particular debilidad económica, debida a los más diversos factores, no son todavía incorporadas en los circuitos internacionales del capital, o bien no participan todavía directamente en la explotación conjunta del proletariado internacional, por esto reivindican a menudo su propio acceso a la mesa de reparticiones. Tal reivindicación puede, igualmente, asumir la forma de oposición al dominio que el capital metropolitano instaura en sus países, en términos económicos y, por lo tanto, políticos. Pero esta oposición no puede ser en modo alguno confundida con el antagonismo histórico que opone el proletariado a la burguesía, ni puede en modo alguno ser utilizada en términos de alianzas de clase en la lucha del proletariado contra el capital y sus centros imperialistas.

Las fricciones y las discordias intestinas de una formación pueden ser utilizadas por la formación adversaria en una guerra entre dos contendientes; pero ello no significa alianza, ni siquiera temporal, entre un frente y una sección del otro. Así, las disidencias internas al alineamiento de clase de la burguesía en el mundo pueden facilitar la lucha del proletariado - en el sentido de un relativo debilitamiento del enemigo en ciertas coyunturas históricas. Pero sólo los oportunistas contrarrevolucionarios pueden pensar que la táctica del proletariado puede consistir en la alianza con una parte para desbaratar el conjunto de la clase adversaria. Semejantes "tácticas" no son otra cosa que el sometimiento del proletariado a los intereses de una sección de la burguesía, en una dinámica conjunta de conservación y de reforzamiento del modo de producción capitalista.

Cuanto ha acontecido en Nicaragua y cuanto se prepara hacia el futuro en el Chiapas mexicano demuestra que, con cualquier medio y expediente ideológico, una fracción de la burguesía organiza bajo su control la rabia de las masas pobres y oprimidas; finalmente, éstas sufrirán una nueva opresión y la sustitución de un grupo de explotadores con otro grupo de explotadores.

Tesis 9

La táctica del proletariado en la fase imperialista excluye, por tanto, del modo más absoluto, cualquier alianza, incluso transitoria, con cualquier fracción de la burguesía, no reconociendo a ninguna de ellas el carácter "progresista" o "antiimperialista", que otras veces ha sido adoptado para justificar tácticas de frente único.

Ya las tesis del II congreso de la Internacional comunista, no obstante afirmar que:

la política de la Internacional Comunista debe asumir como base principalmente la unión de los proletarios y de todas las masas trabajadoras de toda nación y país en una común lucha revolucionaria para abatir a los propietarios terratenientes y a la burguesía,

Tesis 4

cuando luego trataban las relaciones recíprocas entre la IC y el movimiento revolucionario en los países atrasados y dominados, declaraban que:

para el abatimiento del capitalismo extranjero, que constituye el primer paso hacia la revolución en las colonias, la cooperación de los elementos revolucionarios nacionalistas burgueses es útil.

Tesis integrativa 7 - Tesis integrativas sobre la cuestión nacional y colonial del II Congreso de la IC, 28 de julio de 1920

Con esto, como es universalmente reconocido por todas las corrientes que de un modo u otro se reclaman de la Tercera Internacional, las Tesis afirman con claridad la necesidad de la alianza o de la colaboración del proletariado con las fuerzas de la burguesía nacional revolucionaria. Fue Lenin quien aclaró en el ámbito del Segundo Congreso las ideas directrices de las tesis

1. La idea de la distinción, de la división de los pueblos en pueblos oprimidos y pueblos opresores inspira todas nuestras tesis...
2. La segunda idea directiva de nuestras tesis es la siguiente: en la presente situación internacional, después de la guerra imperialista, las relaciones económicas entre los pueblos, el entero sistema mundial de los estados son determinados por la lucha de un pequeño grupo de naciones imperialistas contra el movimiento soviético y contra los Estados soviéticos, a la cabeza de los cuales se encuentra la Rusia soviética. Si perdiéramos de vista este hecho no podríamos plantear justamente ninguna cuestión nacional o colonial...
3. La cuestión del movimiento democrático-burgués en los países atrasados. Es precisamente este el problema que ha suscitado algún disenso. Hemos discutido si es o no justo afirmar sobre el plano teórico, sobre el plano de los principios, que la Internacional y los partidos comunistas deben apoyar el movimiento democrático burgués en los países atrasados. Por efecto de esta discusión, hemos decidido por unanimidad no hablar de movimiento "democrático burgués", sino de movimiento revolucionario nacional...

Reporte de la Comisión acerca de las cuestiones nacional y colonial, Obras completas Vol. 31

La primera "idea directiva" responde a criterios propagandísticos, pero no es aceptable como línea de principio. La división entre pueblos oprimidos y opresores es desviante en cuanto, por una parte, incluye al proletariado metropolitano en el pueblo opresor, mientras, de la otra parte, sitúa igualmente en la categoría de oprimidos tanto a los burgueses como a los proletarios de los países periféricos.

La segunda "idea directiva" es la que ocupa un lugar central y permite, precisamente en la formulación que de ella da Lenin, comprender el espíritu general de las Tesis, dejando pendiente el hecho de que éstas, sobre la base del susodicho error metodológico, dejan sustancialmente sin resolver los problemas centrales.

En el mismo discurso, en efecto, Lenin clarifica la perspectiva:

Si el proletariado victorioso lleva a cabo entre estos pueblos una propaganda metódica, y los gobiernos soviéticos vienen en su ayuda con todos los medios de los cuales disponen, es equivocado suponer que la fase capitalista de desarrollo es inevitable para tales pueblos. En todas las colonias y en todos los países atrasados no debemos crear solamente cuadros autónomos de combatientes, organizaciones de partido, no sólo debemos desarrollar la propaganda para la creación de soviet de campesinos y servirnos de ellos para adaptarlas a las condiciones precapitalistas, no, la Internacional comunista debe también fijar y motivar teóricamente la tesis de que los países atrasados, con la ayuda del proletariado de los países avanzados, pueden pasar al sistema soviético y, a través de determinadas fases de desarrollo, llegar al comunismo saltando la fase del capitalismo.

La Internacional no fijó ni motivó más teóricamente una tesis semejante, pero es evidente que el espíritu en el cual trabajó el II Congreso de la Internacional era precisamente el de la hipótesis de enganchar los movimientos de liberación nacional, por parte del Estado Obrero ruso y de la misma Internacional, en una estrategia conjunta (de sostén económico, político, etc. que los mantuviese separados del circuito imperialista mundial) mirando a su maduración en sentido socialista. El hecho mismo de ser económicamente ayudados por el Estado de la dictadura proletaria (la Rusia soviética y, eventualmente, otros estados avanzados en los cuales la revolución, en el ínterin, hubiese vencido) y, por tanto, materialmente sostenidos en la lucha contra el imperialismo, habría hecho de ellos las reales fuerzas antiimperialistas en la estrategia global de la revolución socialista internacional. El implante estratégico, en cuanto estaba fundado en el aberrante uso de términos como "pueblos" y "países", podía aparecer válido, esto es, eficaz. En realidad, no fue así ni siquiera en lo inmediato, como lo demostró la táctica empleada en Turquía.

Es, por tanto, verdad lo que sostiene Lenin, es decir, que fuera de la clara consideración de la existencia de la Rusia soviética en lucha contra todos los estados capitalistas, no se puede "plantear justamente ninguna cuestión nacional".

Tampoco ha sido olvidado que en la época del Segundo Congreso de la IC era absoluta la confianza en la inminencia de la revolución proletaria, por lo menos en Europa. Y esta fe, muy pronto amargamente desilusionada, que inspiraba a Lenin una táctica tan "atrevida", incluso el admitir temporalmente alianzas con la burguesía nacional, en la lucha contra los estados capitalistas europeos: habrían de ser fuerzas sumadas al ataque frontal al capitalismo occidental que, sin embargo, en breve devendrían en fáciles adversarios de la marcha internacional al socialismo "saltando - precisamente - la fase del capitalismo" en los países atrasados (recordemos su conversión en un capitalismo no clásico, en "capitalismo de Estado").

Esta fe en la inminente revolución europea, esta, seguramente audaz y tajante, perspectiva táctica de Lenin, explica coherentemente la "tercera idea guía" de las tesis congresuales.

En el II Congreso, en efecto, la discusión encaminada dentro de la comisión entre las tesis de Lenin y las del Indio Roy (que insistía acerca de la distinción entre el movimiento nacionalista democrático burgués y "la lucha de los campesinos sin tierra contra toda forma de explotación") fue superada a través de un artificio verbal: la expresión "democrático-burgueses" originariamente usada por Lenin en referencia a los movimientos de liberación nacional, fue sustituida con la de "revolucionarios". A continuación de la discusión es el mismo Lenin quien dice que "hemos decidido no hablar de 'movimiento democrático burgués', sino de movimiento revolucionario nacional". Lenin reconoce implícitamente en el mismo discurso que quizá no es correcto "sobre el plano de los principios que la Internacional y los partidos comunistas deban apoyar al movimiento democrático-burgués". Pero la urgencia "unánimemente" reconocida era la de ligar de alguna manera aquellos movimientos al proceso revolucionario que se consideraba actual y en ascenso en los países avanzados. La profundización teórica es demanda por el mismo Lenin a las labores sucesivas de la Internacional. La revolución no tuvo lugar. La Unión Soviética desarrolló una política nacionalista sobre al base del capitalismo de Estado y plegó a sus intereses su política internacional y la de la misma IC.

El III Congreso ignoró prácticamente la cuestión. El IV comenzó a consolidar, en cambio, los peores aspectos del contenido de las ambiguas tesis del II Congreso, hacia la tragedia china, hacia la axiomatización del "leninismo" y del sostén a cualquier movimiento nacional de alguna manera funcional a los intereses rusos.

Lo que comenzó como una debilidad teórica, como un equívoco político de perspectiva, se transformó en una teoría en apoyo de una política de conservación imperialista. El problema que se planteaba entonces quedó teóricamente irresuelto: ¿puede la "burguesía nacional" en la época del imperialismo y en países en los cuales el capitalismo es precisamente "importado", desenvolver un rol revolucionario de alguna manera incorporable en la estrategia revolucionaria del proletariado internacional? En el plano político concreto a tal pregunta se responde con un oportunista "sí", desdeñando el contenido válido de las tesis leninistas sobre el imperialismo (El Imperialismo Fase Superior del Capitalismo). Estas tesis responden, en efecto, "no". La burguesía nacional de los países atrasados es tal, precisamente, porque está ligada por mil hilos a los centros imperialistas y a sus operaciones financieras, industriales y políticas en el mundo. Su crecimiento, por tanto, no puede tener lugar más que al interior de la dinámica imperialista, no en contra de ella. Sus antagonismos con este o aquel frente, con éste o aquel país imperialista, no son antagonismos de clase, sino son internos a la dinámica y coherentes con la lógica capitalista.

Las "revoluciones nacionales" están, por tanto, destinadas a consumarse en el terreno de los equilibrios interimperialistas, con el ordenamiento de estados y de gobiernos capitalistas ligados a este o a aquel frente del imperialismo.

Y precisamente Rusia ha sido durante mucho tiempo uno de los centros del imperialismo.

Tesis 10

Las fuerzas comunistas internacionalistas consideran como adversario inmediato a todas aquellas fuerzas burguesas y pequeñoburguesas que, en nombre del progresismo, del desarrollo económico o político democrático, predican y buscan practicar la alianza de clases entre el proletariado y la burguesía, la consiguiente paz social y el aplazamiento de la lucha de clase proletaria.

Rechazan, por consiguiente, cualquier forma de alianza o frente unido, incluso temporal, tendiente a alcanzar presuntas fases intermedias entre la actual situación de dominio capitalista y la dictadura del proletariado. En caso de rebeliones que den lugar a gobiernos y regímenes denominados de “nueva democracia” o “democracia revolucionaria”, mantendrán el propio programa comunista y el propio rol antagonista revolucionario.

Existen fuerzas que reclamando el tipo de leninismo que hemos examinado, sostienen la necesidad de apoyarse de algún modo en las franjas "revolucionarias" de la burguesía y de la pequeña burguesía, para construir una forma de estado intermedio entre el estado democrático burgués y la dictadura del proletariado. Ellas justifican tales tendencias, del todo oportunistas, con la tesis evasiva (el subterfugio) de que el proletariado no estaría listo, en cuanto a maduración subjetiva y con base en las relaciones de fuerzas, a desempeñar su rol revolucionario autónomo con su dictadura de clase. Pero:

  1. Una hipotética impreparación del proletariado para desempeñar su rol histórico no justifica la alianza de su vanguardia política con las fuerzas de la burguesía, ya que tal alianza no sólo no facilita, sino que directamente obstaculiza, la maduración revolucionaria del proletariado;
  2. El Estado que en caso de rebeliones e insurrecciones pasara a constituirse, no siendo el estado de la dictadura proletaria, sería un estado burgués, que como tal no consentiría el mejoramiento de las condiciones de vida del proletariado sino en tanto que éste le permita aplacar las tensiones sociales internas, pero pidiendo, en cambio, el congelamiento o el cese inmediato de la lucha de clase para garantizar la continuidad productiva, los niveles de productividad y redituabilidad de las empresas y de la economía en general, adecuados a la sobrevivencia del país en el mercado capitalista mundial. Todas las fuerzas políticas complicadas en la administración y la dirección de aquel Estado llevarían la responsabilidad de aquella política, inequívocamente dirigida contra los intereses de la clase obrera nacional e internacional.
  3. La misma "inmadurez" del proletariado para desempeñar su rol autónomo, significa, en caso de su alianza con franjas "democráticas" o "revolucionarias" de la burguesía, su subordinación a la política burguesa misma. En otros términos, una hipotética capacidad de condicionamiento, desde el interior del régimen "intermedio", por parte de las fuerzas políticas del proletariado, no es pensable sino sobre la base de una fuerza desplegada del proletariado que sería, así, completamente traicionada o desviada de sus tareas históricas revolucionarias. O el proletariado es fuerte y hace su revolución, o el proletariado es todavía débil objetiva y subjetivamente (no teniendo aún sólidamente a la cabeza a su partido) y entonces sus fuerzas políticas operan por su reforzamiento en la lucha de clase contra los estados burgueses, cualquiera que sea la forma que ellos asuman.
  4. Las tesis contrarias que sostienen la posibilidad por parte de las fuerzas políticas de clase de favorecer la maduración de las condiciones revolucionarias desde el interior del régimen estatal burgués, vuelven a entrar del todo en el planteamiento gradualista, sustancialmente reformista de la II internacional y del peor nacionalcomunismo. No importa cuantas palabras y frases revolucionarias pronuncien, las fuerzas que sostienen aquellas tesis son fuerzas oportunistas hoy, abiertamente contrarrevolucionarias en medio del furor de los movimientos insurreccionales y en los momentos cruciales de las situaciones políticas que se deberán verificar en los países periféricos.
  5. Las fuerzas comunistas internacionalistas consideran como un papel prioritario suyo la preparación sobre el terreno político y organizativo del asalto de clase al capitalismo, a escala nacional, en cada país en el cual operan, pero en el marco de una estrategia que ve al proletariado internacional como el verdadero sujeto antagonista del capitalismo, capaz de abatir su dominio para la construcción de la sociedad socialista. No pueden, por tanto, concebir ningún plan táctico que prevea fases intermedias del proceso revolucionario hacia la dictadura del proletariado en un país, que prescindan de las relaciones de fuerza entre las clases a escala internacional. En una situación todavía internacionalmente desfavorable, la única fase "intermedia" (que es y debe ser, en cambio, un dato permanente) es la lucha de clases. Situaciones favorables, que no dejarán de registrarse, en las relaciones de fuerza internacionales entre las clases, - en el sentido de una fuerza desplegada del proletariado empeñada contra la burguesía y sus aparatos de dominio imperialistas - impondrán a las fuerzas políticas del proletariado la táctica del asalto directo por la instauración de la dictadura del proletariado.

Tesis 11

Los comunistas internacionalistas en los países periféricos no inscribirán en su programa la conquista de un régimen que asegure las libertades elementales y las formas de vida democrática, sino la conquista de la dictadura del proletariado, que supera aquellas libertades burguesas para asignar al proletariado organizado en sus consejos el papel de la emancipación de la sociedad entera de las cadenas del capital.

Se constituirán en los defensores más decididos y consecuentes de aquellas libertades, desenmascarando a las fuerzas burguesas y pequeñoburguesas que, agitándolas para reivindicar un régimen democrático-burgués, se aprestan a negarlas inmediatamente después, en interés y según las necesidades de la dominación del capital en los países avanzados. Esta es la traducción en nuestros días del tradicional lema revolucionario: volver las reformas contra los reformadores.

Tesis 12

Frente a los residuales movimientos propiamente nacionalistas, los comunistas distinguen la expresión nacionalista del movimiento desde sus profundos orígenes, aún identificables en el estado de profunda opresión y miseria que la ocupación o la directa dominación extranjera genera en las masas.

Sobre la base de esta distinción, denuncian el carácter burgués del nacionalismo, su impotencia para resolver la situación de miseria y de superexplotación de las masas indígenas proletarias y desheredadas. Sobre la base y en sostén de aquella denuncia, los comunistas internacionalistas agitan en las masas la lucha concreta contra el estado de opresión y de superexplotación, en estrecha sintonía con las generales reivindicaciones de la clase obrera. El trabajo de agitación, propaganda y lucha política alrededor de estos problemas conducirá a acentuar los caracteres de clase del movimiento de lucha y, por consiguiente, su unidad de fondo con las luchas proletarias en los países opresores.

Los movimientos de masa nacionalistas, no son el testimonio de la simple existencia de fuerzas burguesas nacionalistas, antes bien, obedecen a la amplia disponibilidad a la lucha de las masas oprimidas, desheredadas y superexplotadas sobre las cuales nacionalismo burgués apoya su propaganda y su trabajo organizativo para tomar la dirección de las mismas.

Las fuerzas burguesas nacionalistas, en sus programas, indican como solución a los dramáticos problemas de las masas la conquista de la propia identidad nacional y del propio ámbito territorial, sobre la cual se podrán garantizar supuestamente la igualdad de derechos, la libertad de circulación y en general las libertades democrático-burguesas, que bastarían, según ellos, para asegurar el desarrollo y, por lo tanto, el bienestar para todos.

Ellas ligan al propio carro político las estratificaciones sociales y políticas que querrían luchar contra el imperialismo, acentuando los tonos de la propaganda charlatanesca contra el imperialismo, para alimentar la ilusión de que la liberación nacional o, de cualquier modo, la consecución de los objetivos nacionalistas, minará de alguna manera las bases del imperialismo, debilitándolo en las relaciones globales con las fuerzas revolucionarias.

La solución nacional, por el contrario, no garantiza absolutamente la solución de los problemas a los cuales responden los movimientos de masa en aquellos países:

  1. Con la creación de un Estado nacional de carácter burgués continúa la doble explotación a la cual reaccionan las masas en lucha; aunque ya no bajo las formas de dominio y explotación económica de la fuerza de ocupación o de dominación política y explotación directa de los países capitalistas en cuanto agentes del capital, sino en la forma unificada de explotación de las masas obreras y campesinas por parte de un capital ahora con vestiduras formalmente nacionales, pero que continua obedeciendo a las leyes de la división internacional del trabajo y del mercado internacional del capital financiero.
  2. La formación de todos los estados nacionales hasta ahora verificada, precisamente porque ha sobrevenido bajo la égida y con el sostén de uno de los frentes del imperialismo, no han minado nunca sus bases, ni ha modificado las relaciones de fuerza con el proletariado internacional. La caída por implosión de un frente (el soviético) y la actual fase, en la que se barajan las cartas entre los centros metropolitanos, no cambian el cuadro general: basta sustituir, momentáneamente, la expresión "uno de los frentes del imperialismo" por los términos "uno de los centros metropolitanos".
    Al contrario, la unidad de las masas bajo la bandera nacionalista y, detrás de ella, las direcciones políticas nacionales, refuerza el dominio imperialista mismo, en cuanto sustrae a su rol de antagonistas del capital a secciones nacionales enteras de la clase proletaria. Tal cosa es tanto más cierta por cuanto al objetivo nacionalista están subordinados todos los aspectos del movimiento de masas, negando espacios y derechos a la lucha proletaria contra los capitalistas y la inmediata explotación burguesa.
  3. La solución del problema nacional - caracterizada por la creación de un nuevo Estado no importa cuán democrático-, choca, entre tanto, con los intereses del estado previamente ocupante o dominante, favorece a los estados adversarios en el plano de la concurrencia imperialista por la repartición del mundo en zonas de influencia económica y política. La salida de la periferia de una metrópoli, si debilita a ésta, refuerza a la metrópoli adversaria, que incorporará al nuevo estado en su propia órbita periférica.

Tesis 13

Las organizaciones comunistas que operan al interior de los países en los cuales está todavía vivo el "problema nacional" no utilizarán, por tanto, las reivindicaciones nacionales en su táctica de agitación y propaganda, sino que retomarán, incluso en el lanzamiento de las palabras de orden y de las indicaciones de lucha, los problemas de fondo, ligados a la condición material de las masas oprimidas, que las fuerzas políticas nacionalistas burguesas instrumentalizan para sus fines contrarrevolucionarios.

A los proletarios y a los desheredados ante cuyos ojos la ocupación extranjera aparece como la causa de sus males, los comunistas no indicarán la conquista del estado nacional, sino la conquista de unas condiciones de vida y de trabajo más humanas mediante la unidad de clase con los proletarios de todos los países, hacia el común objetivo de la dictadura del proletariado y del socialismo internacional.

Tal cosa es mucho más válida e importante en aquellas situaciones en las cuales el nacionalismo de siempre degenera en el localismo más villano y reaccionario, como es el caso de los fragmentos enloquecidos que actuaron en el proceso de desintegración de Yugoslavia. En estos casos, en efecto, no es ni siquiera la "opresión extranjera" el objeto de la denuncia y de la demagogia belicista, sino la etnia minoritaria. Es decir, "el distinto", aquél cuyo lugar es ocupado unas veces por el más pobre o el más rico, otras veces por quienes hablan otra lengua, o por quienes tienen una piel de color o profesan una religión distinta, se convierte en el enemigo, en la más hosca tradición reaccionaria. En estos casos, en los cuales las ideologías obscurantistas han sustituido ya los elementales principios de la solidaridad de clase, la reafirmación de éstos es, precisamente, tanto más difícil cuanto más necesaria como condición ineludible de una posible continuación del movimiento revolucionario y comunista.

Milán, 25-27 abril 1997

Tesis del VI Congreso del PCInt

VI Congreso del Partito Comunista Internazionalista (Battaglia Comunista)

Milán, 25-27 abril 1997: VI Congreso del Partito Comunista Internazionalista (Battaglia Comunista)
Milán, 25-27 abril 1997