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INTRODUCCIÓN
Durante los años hemos tenido contacto con cierto número de grupos influenciados de diferentes maneras por las ideas de los autonomistas italianos. Pese a que compartimos ciertos puntos en común con ellos y en ocasiones produzcan análisis de gran calidad, hemos encontrado difícil el debate con ellos, en especial en lo referido a intentos de discutir posicionamientos y problemáticas políticas, debido a su rechazo y consideración de estos temas como irrelevantes por ser mera “ideología”. Para ellos, la tierra firme del centro de trabajo es todo lo que realmente importa. El siguiente artículo es un intento de aproximación a las ideas de estos grupos, que han moldeado la dirección política y organizativa de organizaciones de lucha de clases surgidas en los últimos años.
El autonomismo, en el que incluimos al Obrerismo,(1) nació como producto de la lucha de los trabajadores italianos en el período comprendido entre los primeros años 60s y el final de la década de los 70, siendo su punto culminante las luchas del “otoño caliente” de 1969. Siempre fue un movimiento heterogéneo que trató de corregir o actualizar aquello que veía como los fracasos del marxismo tradicional. El marxismo tradicional, tal y como lo entendían, era el estalinismo, y muchos comenzaron a dudar de aquello que se autoproclamaba marxismo después de 1956, época de la rebelión en Hungría y el discurso de Kruschev ante el XX Congreso del PCUS que expuso algunos de los crímenes de Stalin. El movimiento consistía esencialmente de intelectuales emergidos de las filas del Partido Comunista Italiano (PCI) y del Partido Socialista Italiano (PSI), junto con militantes y estudiantes agrupados en torno a revistas y otras publicaciones. Gradualmente llegaron a la conclusión de que el análisis marxista necesitaba ser redireccionado o extendido para explicar la situación actual de la composición de clase o de la propia lucha de clases. El movimiento tuvo un gran seguimiento de masas e intervino en gran medida en luchas sociales y de los trabajadores sin jamás formar una organización política. Esto ocurrió a pesar del hecho de ser un movimiento surgido del rechazo al modus operandi de los partidos políticos y sindicatos contemporáneos a su tiempo, especialmente al PCI y PSI. Muchos militantes criticaron las formas leninistas de organización (refiriéndose a aquellas estructuras organizadas de arriba hacia abajo y presentes en los partidos políticos de izquierdas) y argumentaron sobre la necesidad de una organización radicada en las fábricas y los vecindarios, apoyando luchas dirigidas directamente por aquellos envueltos en ellas. Pese a ello, sus teóricos prominentes siempre tuvieron una actitud ambivalente hacia la disposición organizativa, e intentaron establecer los mismos partidos políticos a los que en teoría se oponían. Ciertas figuras clave continuaron siendo miembros o volvieron al PCI(2) o al PSI,(3) e incluso hubo quienes abogaron por continuar trabajando en el seno del PCI.(4)
Ciertos secciones del movimiento también alegaron en favor de la lucha armada de la clase trabajadora y vieron en los movimientos guerrilleros latinoamericanos (como los Tupamaros uruguayos) un modelo a seguir. Esto llevó al estado a acusar injuriosamente a los Autonomistas de aquellos años de ser un soporte ideológico para el grupo terrorista de las Brigadas Rojas (Brigate Rosse) en los llamados “años de plomo” (anni di piombo). Como resultado este movimiento fue señalado y aplastado por la represión estatal de los 70 tardíos, provocando que miles de militantes y sus principales teóricos fueran arrestados, con cientos escogiendo el exilio.(5)
Sin embargo, algunos de los principales intelectuales continuaron con el trabajo teórico tras la demolición del movimiento e intentaron desarrollar las temáticas abordadas en el período anterior, relacionándolas con los desarrollos de los 80s y 90s, especialmente con la situación global tras la caída del bloque soviético. Muchos de estos trabajos posteriores, especialmente aquellos producidos por Antonio Negri, están basados en la negación de las derrotas que los trabajadores italianos (y de otras nacionalidades) sufrieron desde 1980 y de los fallos teóricos del Autonomismo. Los trabajos tardíos de Negri suponen un intento de fusión entre el propio Autonomismo con el posmodernismo, una teoría en auge entre los intelectuales universitarios en los 80, que rompen con el Autonomismo de los años 60 y 70, razón por la que ha sido criticado por teóricos de este período anterior(6) aunque este trabajo posterior trabaje sobre las bases de las posiciones teóricas fundamentales de la línea original. La ruptura con ciertos elementos clave del marxismo está contenida dentro de la teoría original, como esperamos demostrar en el texto.
Sin embargo, las descripciones autonomistas sobre los cambios del capitalismo contemporáneo y la transformada estructura de la clase obrera son en su mayoría correctas. Esto ha supuesto la adopción del análisis teórico autonomista, y de ciertas de las soluciones que proponen, por parte de nuevas organizaciones de lucha(7) que han emergido en tiempos presentes. Algunos de sus análisis se han abierto paso en movimientos con tendencias comunizadoras, comunistas libertarias e incluso en los escritos de populares periodistas de izquierdas como Paul Mason.(8)
El cambio clave en la estructura capitalista de las últimas tres décadas se halla en la globalización de la producción y la movilidad del capital alrededor del mundo.(9) Esto ha llevado a la relocalización de gran parte de la producción industrial global a países de la periferia, donde el capital encuentra mano de obra barata, mientras que en los países capitalistas centrales la economía se ha convertido principalmente en centrada en los servicios. Una gran parte del trabajo realizado en estas economías centrales no se dirige a la producción de comodidades y es descrita, según la teoría autonomista, como producción inmaterial.(10) Esto ha llevado a cambios en la estructura de la clase trabajadora. En los países periféricos el proletariado se ha convertido en un ente masivo formado en su gran mayoría por la primera generación de trabajadores formados de entre los campesinos arruinados. En los países del centro, sobre los que el Autonomismo concentra su enfoque, los cambios han sido igualmente dramáticos. Los trabajadores han pasado de sus estables puestos de trabajo a una situación de empleo precario. Jornadas parciales, trabajo casual, trabajo no garantizado con jornadas de cero horas, subcontratación, autónomos, trabajo desde casa, y el continuo monitoreo de las actividades de los trabajadores y su producción por parte de ordenadores, se han convertido en cada vez más comunes. En Reino Unido esto ha llevado a circunstancias como la “gig economy” en la que los trabajadores son tratados como autónomos que aceptan contratos sin ninguno de los derechos laborales tradicionales, como el derecho a vacaciones, cobertura médica, pensión, maternidad pagada... Mientras tanto, el sueldo de aquellos que se adscriben a estos beneficios ha sido salvajemente recortado. El resultado ha sido una bajada general de los salarios acelerada desde la crisis financiera del 2008. La pregunta es cómo luchar contra estas circunstancias.
El autonomismo teoriza que la clase trabajadora es autónoma del capital y favorece la acción directa en oposición al capitalismo. Esta puede tomar muchas formas, pero las presentes batallas callejeras del “bloque negro” son el legado de la práctica autonomista del “antagonismo social”. No obstante, el problema de los autonomistas siempre ha sido el dotar a esta autonomía de una dirección política. Los teóricos autonomistas consideraron la estructura de un partido político centralizado como un anacronismo perteneciente a una era ya superada. Antonio Negri y otros intelectuales del autonomismo retornaron al ejemplo del sindicalismo revolucionario de los Trabajadores Industriales del Mundo (IWW por sus siglas en inglés) como modelo de organización para el futuro.(11) Estos argumentaban que una estructura organizada desde abajo y horizontalmente podría unir las luchas industriales con las sociales. Este modelo podría permitir el crecimiento de la liberación en el proceso de lucha, y crear una nueva forma de poder trabajador. Pese a que no fuese puesta en práctica por el movimiento autonomista, esta idea y otros elementos de su teoría encontraron campo fértil en Reino Unido.
En el período desde la crisis financiera de 2008 el fracaso de los sindicatos en la protección de los trabajadores en los sectores más precarios ha sido tan atroz que ha conseguido el renacimiento de la alternativa de los sindicatos de base. Esto ha provocado un renacimiento de la IWW y un renovado interés en las organizaciones de fábrica que surgieron en Alemania en el período posterior a la Primera Guerra Mundial, las AAUD-E,(12) eran las organizaciones unitarias de los sindicatos generales de trabajadores. Estas organizaciones fueron formadas en las fábricas y llamadas unitarias por su disolución de la organización política dentro de la organización de fábrica, y anulando así la necesidad de un partido. En la década posterior a la crisis financiera se ha dado un repunte en la presencia de la IWW en Reino Unido, al igual que un incremento en el número de sindicatos derivados como los Trabajadores Independientes de Gran Bretaña (IWGB), Voces Unidas del Mundo (UVW) y el Sindicato de los Trabajadores de la Limpieza y Aliados Independientes (CAIWU). Estos sindicatos representan una versión británica de los sindicatos de base, o Cobas,(13) que surgieron en Italia en los 80 en oposición a los sindicatos oficialistas. Con todas estas circunstancias se ha dado un interés renovado en el autonomismo, el concepto de redes horizontales de lucha y la idea de que una organización política, o partido, emergería de la propia lucha. Lo que no se comprende totalmente es que los aspectos en boga que hoy se toman del autonomismo se basan en un rechazo de aspectos vitales del análisis marxista del capitalismo.
Uno no puede simplemente recortar elementos clave de este análisis, como los autonomistas hacen, sin torpedear la estructura entera del marxismo, y esto tiene consecuencias políticas que no han sido tratadas.
En lo subsiguiente pretendemos:
- Documentar críticamente cuatro de las ideas clave de la teoría del movimiento autonomista de los 60 y 70
- Considerar la extensión de estas ideas en el trabajo de los teóricos que sobrevivieron a la derrota del movimiento
- Tratar con más detenimiento la cuestión de la organización política
¿ES LA CLASE TRABAJADORA AUTÓNOMA Y DETERMINANTE DEL DESARROLLO CAPITALISTA?
Mario Tronti, uno de los más importantes teóricos tempranos del autonomismo, teorizó sobre la existencia de dos caras del marxismo. La primera era el marxismo como ciencia, esta analizaba el poder del trabajo y el capital y su interacción mientras asumía que los trabajadores eran integrados en el proceso de producción capitalista. La segunda cara era el marxismo como teoría revolucionaria, esta veía a la clase trabajadora como revolucionaria al rechazar ser integrada en las relaciones del capital. Lo que esta división falla en comprender es que las dos caras están íntimamente conectadas y que las revisiones de la teoría económica llevan inequívocamente a consecuencias políticas. Los teóricos autonomistas por otra parte estuvieron influenciados por la masiva lucha de clases presente a su alrededor, y adaptaron su análisis para abarcar todo aquello que sus ojos veían. En los 60 y 70 los trabajadores de Italia (aunque no solo allí) se negaban a aceptar los contratos negociados por los sindicatos, entraban en huelga, se negaban a aparecer en el trabajo, saboreaban las máquinas… Esto llevó a Tronti y a otros tantos a ver cómo la clase trabajadora se negaba a ser integrada en las relaciones del capitalismo. Pusieron gran énfasis en lo que ellos llamaron negación del trabajo y defendieron que esto hacía a la clase obrera autónoma del capital. En un nivel más general, teorizaron que la clase trabajadora era autónoma porque mientras el capital necesita fuerza de trabajo, esta fuerza de trabajo no necesita al capital. Afirmaron que la segunda cara del marxismo, previamente mencionada, determinaba el desarrollo capitalista. La fuerza de trabajo viva y no el capital determina el desarrollo capitalista. Los autonomistas describieron este fenómeno como una inversión del marxismo tradicional, su propio descubrimiento copernicano.
Marx sin embargo vio el desarrollo del capital como determinado por los desarrollos objetivos del propio sistema. El capital aparece como una fuerza autónoma e independiente del deseo y las acciones de los humanos. El sistema no está bajo el control de nadie pero está determinado por fuerzas tales como la ley del valor y la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Los teóricos autonomistas mientras tanto ven a las fuerzas humanas subjetivas que luchan contra la hegemonía del capital como determinantes del desarrollo del sistema. Establecen, por ejemplo, que la reestructuración de la industria que tuvo lugar en los 70 es evidencia empírica de la certeza de su argumento. La reestructuración era, como afirman, una ofensiva capitalista contra las luchas de los trabajadores que ejemplifica la tesis de que el capital trata de contener a la fuerza de trabajo, pero en realidad se ve contenido por ella.
En términos del sistema capitalista, el autonomismo reivindica que los sueldos son la variable independiente de la que dependen todo el resto en el sistema.(14)
Muchas preguntas surgen de esto: ¿Es esta fuerza de trabajo en realidad autónoma de la forma en la que ellos predican? Una cosa es actuar fuera de los sindicatos y los partidos políticos y otra muy diferente es afirmar actuar independientemente del capital. Negri afirma que la clase trabajadora rechaza la valorización capitalista y decide valorarse a sí misma.(15) ¿Qué significa esto? Si implica que la fuerza de trabajo es independiente de sus sueldos esto es claramente falso. La fuerza de trabajo necesita de su sueldo para sobrevivir y lo hará siempre que el capitalismo exista. Un autor autonomista más tardío, Nick Witheford,(16) dice que la fuerza de trabajo es sólo “potencialmente” autónoma porque puede prescindir de la relación salarial. Esto es decir que la fuerza de trabajo puede volverse autónoma del capital después de la abolición de las relaciones capitalistas de producción, cosa tan obvia que es de difícilmente relevante. Pero en esta parte admite que la fuerza de trabajo no es autónoma del capital bajo el capitalismo. La fuerza de trabajo solo puede sobrevivir sin sueldo mientras la prestación por desempleo exista, y esta solo puede existir en tanto otros trabajadores sean objeto de impuestos para proveerla. La clase trabajadora por tanto no es autónoma del capital.
La cuestión de la negación al trabajo en la que los autonomistas, y sus descendientes en entornos anarquistas y comunizadores, ponen tanto énfasis, está también ligada a la existencia del subsidio por desempleo. Pese a que el absentismo y el sabotaje supongan resistencia ante el capitalismo, esta resistencia no hace autónomos a aquellos que la ejercen. Es esencialmente una acción negativa, mientras que aquellos que la practican se mantienen en los límites del capitalismo apoyados por salarios, incluso no propios.
Otro problema que mina la idea de la autonomía es la actitud autonomista hacia las luchas nacionalistas. El movimiento se unió a muchas luchas de la izquierda de los 60 y 70 incluyendo su apoyo al Frente Nacional de Liberación de Vietnam, mientras que la publicación “Potere Operaio” en los 70 clamaba por la victoria de organizaciones como el PLO, ETA y el IRA.(17) Esto indica que el movimiento, o al menos ciertas secciones, no pensaban que la clase obrera en su totalidad fuese autónoma o debiera serlo. Cualquier apoyo al nacionalismo subordina la autonomía de la clase trabajadora a la de la burguesía nacional.(18) Es la negación de la autonomía en la práctica.
Esta idea de que el salario es la variable independiente que determina a las otras variables del capitalismo, que es una de las premisas vitales de la teoría autonomista, está en contradicción directa con lo que Marx escribe en El Capital Volumen 1:
Para decirlo matemáticamente: la tasa de acumulación es la variable independiente, no la dependiente; la tasa de salarios, la variable dependiente, no la independiente.(19)
Marx podría por supuesto estar equivocado, pero no lo creemos. La producción capitalista depende de la producción de beneficio y por la tendencia a caer de la tasa de ganancia, esto implica la continua acumulación de capital. La clase trabajadora está siempre luchando en la
acción de retaguardia contra los efectos de la acumulación que implican despidos, aceleraciones o reestructuraciones de la producción.
Cuando el capital es reestructurado la clase trabajadora también se reestructura. Los ejemplos empíricos del capital respondiendo a las luchas de los trabajadores, que los autonomistas proveen,(20) no son válidos cuando el desarrollo capitalista se mira desde una perspectiva a futuro. Las duras derrotas de los 80 precedieron a gran parte de la reestructuración del sistema que ha ocurrido en las últimas tres décadas. La reestructuración de Fiat, por ejemplo, fue precedida por una derrotada huelga de 35 días en otoño de 1980. Esta derrota pavimentó el camino para despidos en masa y cambios en los métodos de producción. En Reino Unido, la racionalización de las industrias del acero y del carbón estuvo precedida por duras huelgas provocadas por el estado burgués para burlar la resistencia de clase. Una vez derrotadas las huelgas la racionalización tuvo lugar. Otro ejemplo en Reino Unido se encuentra en la digitalización de la industria periodística, que fue precedida por la derrota de una huelga de 54 semanas de los impresores en Wapping en 1986. La digitalización sólo pudo ser implementada tras la derrota de los trabajadores de las imprentas. Generalmente, la derrota de una serie entera de luchas y huelgas en los 70 y 80 precedieron a la globalización de la producción y a la transformación de las economías de los países capitalistas centrales en economías de servicios. La industria global se ha reestructurado introduciendo control informático, comunicación instantánea, uso de robots… Siguiendo una era de luchas trabajadoras infructuosas. Esto no ha ocurrido como respuesta a las luchas globales, el rechazo a trabajar, el absentismo, el sabotaje o cualquier cosa que los autonomistas esgriman. Los cambios en sí mismos han sido en su mayoría una respuesta a la caída de la rentabilidad del capital que provoca la necesidad de incrementar la producción de plusvalía, no por las luchas trabajadoras resistiendo estos cambios.
Pese a ello, para entender correctamente el desarrollo del capitalismo es necesario mirar al sistema como totalidad. Existe, como Marx mantiene, una lucha entre las fuerzas de producción y las relaciones de producción. El desarrollo de las fuerzas productivas ocurre en respuesta a las contradicciones estructurales del sistema, en particular a la tasa decreciente de beneficios. Esta es la parte objetiva. Las luchas de la clase trabajadora son parte de las luchas contra las relaciones de producción, una lucha para resistir la explotación. Estas luchas pueden ser caracterizadas como la parte subjetiva. El desarrollo capitalista depende de una relación dialéctica entre estas dos partes. El autonomismo solo considera la parte subjetiva como determinante, y consecuentemente los teóricos autonomistas de los 80 se hallan en un estado de completa negación de las derrotas de este período. Esto es consecuencia de un análisis idealista que les lleva a una visión distorsionada de la realidad
La consecuencia más importante de esto es el abandono de la teoría marxista del Valor-Trabajo.
LA TEORÍA DEL VALOR-TRABAJO RECHAZADA
Al mantener a la clase obrera como autónoma del capital y elemento clave de la negación del trabajo y la integración en el capitalismo, los teóricos autonomistas necesitan explicar la supervivencia continuada del sistema capitalista. Su explicación es que el valor es también producido fuera del proceso de trabajo y que el capital consigue apropiarse de este valor mediante la acción del estado. Mario Tronti teorizó que la fuerza de trabajo produce plusvalía antes de que el proceso de trabajo tuviera lugar, esta es la idea de la “fábrica social”. Antonio Negri extendió esta idea hasta que concluyó que prácticamente toda la acción humana produce valor. El capital había, en sus palabras, extendido la fábrica hasta que toda la sociedad se hallaba inmersa en una gran fábrica, el valor se producía en todos los lugares y el estado era el jefe. Así, la reproducción de la fuerza de trabajo, la procreación y cría de niños, la educación, el entrenamiento, el ocio, la prostitución, absolutamente todo se volvía productor de valor.
La teoría autonomista establece que esto responde al cambio en el régimen de explotación capitalista, es decir, el cambio de la subsunción formal a la real del trabajo. La subsunción designa el grado en que la fuerza de trabajo está integrada en el proceso capitalista de extracción de valor. La subsunción real describiría las economías donde la forma salario es universal y donde la cooperación, comunicación, monitorización de los trabajadores y la organización del trabajo sirvieran para maximizar la extracción de valor. Aún así, los autonomistas extendieron la idea más allá de los centros de trabajo hasta la sociedad en general. Todos son explotados y la explotación ya no puede ser solo medida por el tiempo de trabajo, ya que ocurre las 24 horas del día. En palabras de Negri:
El capital se ha insinuado en todas partes y en todas partes intenta adquirir el poder de coordinar, comandar y recuperar valor.(21)
Una de las consecuencias es que la distinción entre trabajo productivo y no productivo desaparece. Todo el trabajo produce valor a cada momento. Negri afirma que ha habido un cambio desde las “masas de trabajadores” del período de posguerra hasta el “trabajador social”, este último incluye a los desempleados, amas de casa, estudiantes, prostitutas, campesinado… Toda la actividad social se convierte así en una fuente de plusvalía. Las batallas entre clases de los años 60, según Negri, habrían roto el funcionamiento de la ley del valor.(22)
Los autonomistas entendieron que sus teorías significaban que la Ley del Valor quedaba obsoleta. Argumentaron que era necesario superar a Marx y crear una nueva teoría del valor que permitiese comprender esta nueva situación en la que el estado había absorbido a la sociedad civil y las relaciones de producción estaban implementadas por ley. Pese a que es cierto que el estado ha tomado un rol cada vez mayor en la dirección y el mantenimiento del capitalismo en el último siglo que durante la época de Marx, esto no ha resuelto o alterado cualquiera de las contradicciones clave del sistema. La continua reaparición de crisis económicas es una prueba de esto.
Los argumentos autonomistas para respaldar esta importante ruptura con un aspecto clave del marxismo parecen estar simplemente basadas en afirmaciones obtenidas de la observación de los eventos en la Italia del período que abarca entre 1963 a 1980, y son proclamadas sin ningún intento de probarlas. La más importante de sus aserciones, de la que deviene mucho de lo mencionado hasta ahora, es que la plusvalía es producida fuera del proceso de trabajo. Esto necesita ser probado teóricamente para ser tomado en serio, pero sigue sin estarlo. Está basado en el equívoco de que la dominación general, que sufren la mayoría de las personas en la sociedad capitalista, es lo mismo que la explotación, sufrida por la clase trabajadora durante el proceso de producción. Esta aserción es empíricamente refutada por el hecho de que el capital intenta incrementar de forma consistente la longitud de la jornada laboral diaria o la intensidad del trabajo durante sus horas. Si la explotación es continua durante las 24 horas no habría ninguna razón para que el capital hiciera esto. La afirmación de que la teoría del valor de Marx necesita ser revisada no tiene ninguna base. De forma similar a que la idea de la fábrica social tampoco la tiene.
Si toda actividad produce valor y la distinción entre el trabajo productivo e improductivo desaparece también lo hace el análisis de clase de la sociedad. La valorización del capital no sería ya el resultado de la producción material de la clase trabajadora, y su habilidad de romper el sistema retirando su trabajo desaparece asimismo. El enfoque materialista de que la clase trabajadora es un agente de la revolución, porque su posición en el proceso de producción es la de una clase explotada, ha sido abandonado. La lucha por el comunismo, por tanto, se convierte en una lucha moral, una lucha utópica. Esto pierde la base material que Marx y Engels tanto se esforzaron por construir.
La aserción de que el estado ha absorbido a la sociedad civil y las relaciones de clase ahora son mantenidas por el propio estado es otro ejemplo de las consecuencias del método idealista de los autonomistas. Este invierte la visión materialista de Marx, que establece que el estado es una emanación de la sociedad civil, y supone una vuelta a la visión hegeliana de que la sociedad civil y la ley son expresiones del estado. Nuevamente, los autonomistas no hacen el intento de probar estas afirmaciones. Según la visión de Marx, las relaciones de producción forman la base de la sociedad civil y el estado es una expresión de estas relaciones. Pese a que el estado es obviamente un agente de la clase dominante, es incapaz de controlar las contradicciones dentro del propio sistema, particularmente la tasa decreciente de beneficios, incluso si conquista la totalidad del capital de la sociedad como las crisis y colapsos de las economías dirigidas de los regímenes capitalistas de estado, como Rusia, ilustran.
La confusión sobre las ideas de la teoría del valor de Marx lleva a sospechar una falta de rigor en el análisis económico. No es sorprendente así encontrar que las explicaciones autonomistas a la tendencia capitalista a la crisis son igualmente confusas.
LA TEORÍA CONTRADICTORIA DE LAS CRISIS
Marx explica en el volumen 3 del Capital que la falta de plusvalía produce la tendencia a la crisis. La escasez de plusvalía aparece por la tendencia a decaer en la tasa de beneficios. Los autonomistas producen dos explicaciones contradictorias a las crisis. Siendo fieles a su método subjetivista establecen que las luchas por los sueldos son la fuerza motora que causa la caída de la tasa de ganancia.(23) Este es la conocida como teoría de la reducción del margen del beneficio que establece que un problema para el capitalismo se halla en que el consumo de los trabajadores es demasiado alto llevando a una depresión de los beneficios. Por otra parte, usan la teoría de Rosa Luxemburgo sobre el imperialismo que argumenta que el capitalismo es incapaz de realizar toda la plusvalía producida por el propio sistema.(24) Para realizar el capital necesario para la acumulación, son necesarios los mercados no capitalistas. El imperialismo es la lucha por la división de estos mercados y sus recursos. Esta teoría se resume en la visión de que el consumo de los trabajadores es demasiado bajo y apoya la tesis de que la recuperación de posguerra estuvo basada en los altos salarios que la organización fordista de producción masiva creó. Por tanto la explicación de las crisis es que por una parte el consumo de los trabajadores es demasiado alto, mientras que por la otra se dice que es demasiado bajo. No se da ningún intento de reconciliar estas dos explicaciones contradictorias.
En realidad la caída general en la tasa de ganancia ocurre independientemente de si la lucha de clases es intensa o inexistente(25) lo que desmiente la primera explicación. La idea de que toda la plusvalía destinada para la acumulación pueda ser consumida y por tanto realizada en países no capitalistas y sus mercados es hoy en día tan absurda que su consideración seria no merece la pena. Los mayores sueldos del período de posguerra no fueron una inteligente política de una inteligente clase burguesa keynesiana. El capital siempre intentará mantener los salarios al mínimo sin importar el período histórico en el que opere. Los mayores sueldos del período de posguerra fueron el resultado de mayores márgenes de ganancia, que por su parte se deben a la expansión del sistema después de la destrucción del capital constante y el consecuente decrecimiento en el ratio orgánico de capital producido por la Segunda Guerra Mundial
ORGANIZACIÓN POLÍTICA
Sergio Bologna,(26) uno de los teóricos primerizos más importantes del autonomismo, en su crítica(27) de “El asalto al cielo” (“Storming Heaven”) resume la clave de la debilidad organizativa de los movimientos autonomistas:
Los operaisti italianos (autonomistas - CWO) no pretendían ser ni una «vanguardia de clase» ni una clase política ni un «pequeño partido» y, por ello, experimentaron hasta el final las contradicciones de ejercer la teoría política mientras rechazaban simultáneamente los modelos tradicionales de organización.
El movimiento jamás pretendió ser una vanguardia o un partido, y por tanto jamás formó una organización o estuvo de acuerdo en una plataforma política o en una crítica de los partidos de la izquierda burguesa como el PCI y el PSI. Esto aseguró que su naturaleza política continuara siendo heterogénea y permitió a los intelectuales proponer diferentes posicionamientos y avanzar en diferentes direcciones. La falta de claridad en su organización política asimismo debe ser vista como uno de los factores más determinantes de la muerte del movimiento.
Los escritores autonomistas intentaron, por supuesto, justificar su posición sobre la organización de forma teórica con la base de posiciones que hemos considerado más arriba. Negri, por ejemplo, argumentó que desde que las órdenes del estado habían reemplazado la ley del valor como medio de dominación de la clase trabajadora, y por el rechazo a trabajar por parte la clase trabajadora esta se hacía autónoma del capital, la clase trabajadora ya no necesitaba la dirección de un partido leninista. Otro de los argumentos que Negri pone encima de la mesa está basado en el problema del supuesto paso de la subsunción formal a la real del trabajo, cosa considerada anteriormente. Un partido “leninista”, como él arguye, pertenece al período de la subsunción formal del trabajo y es por tanto un anacronismo, una distracción en el presente porque la estructura social de la producción ha cambiado. No era necesario como director del paso al socialismo porque la subsunción real hace que la apropiación inmediata de riqueza acumulada y el poder trabajador posible. No era necesario para estimular la conciencia de las masas sobre la necesidad del comunismo y la proyección de un programa para conseguirlo. El cambio en el régimen de explotación significaba que la conciencia era encapsulada en la clase trabajadora desde la propia realidad sin la medicación de un partido. La subsunción real había hecho al partido irrelevante.
Las posiciones de Negri eran, por otra parte, cambiantes. Fueron alteradas con el desarrollo de las luchas de los trabajadores italianos y después de la ocupación de Fiat Mirafiori en 1973, pareció volver a una posición en la que un partido de cierta clase era necesario pero concluyó que el partido nacería de la lucha. Vio en la IWW un modelo de futura organización, como ya hemos mencionado. Sin embargo queremos mencionar que las masivas luchas de clase italianas entre 1969 y 1973 no generaron un partido como él esperaba. Murieron sin dejar ningún resto organizativo.
Si una nueva organización fue requerida o pudo ser generada de la propia lucha, ¿por qué tantos de los líderes teóricos se quedaron en el PCI o el PSI? Según Sergio Bologna(28) esto era para producir un giro político en el movimiento de los trabajadores que, según su opinión, consistía sobre todo de la confederación de sindicatos CGIL,(29) el PSI y el PCI. Esto demuestra que el movimiento autonomista no veía a estas organizaciones como brazos del capital y como tanto como enemigos de cualquier intento de destruir las relaciones capitalistas. A pesar de las luchas teóricamente autónomas de los trabajadores, específicamente contra aquellas organizaciones cuando intentaron imponer la disciplina capitalista y los salarios por contrato, los teóricos del movimiento aún las veían esencialmente como organizaciones de la clase trabajadora que solo necesitaban algunas reformas. Su crítica estaba confinada simplemente a la forma partido y no a la naturaleza de clase de los partidos existentes que define esa forma. No puede existir sorpresa al saber que gente como Tronti pudo retornar a la directiva del PCI de Berlinguer en los 80 y sea hoy un Senador de la República Italiana por el Partido Democrático (sucesor del PCI y aún en el poder en la fecha de escritura de este artículo).
Podemos estar de acuerdo con aquellos autonomistas (especialmente con aquellos del ala operaisti) en que un partido revolucionario proletario necesita ser construido de abajo hacia arriba, desde la clase en sí (de otra forma no sería un partido proletario) pero la cuestión clave es cómo hacerlo lo que supone un problema real para los revolucionarios. Asumir que este surgirá automáticamente de un billón de luchas económicas es una forma fácil de esquivar la problemática pero no puede ser la respuesta completa a cómo la conciencia de clase se desarrolla. Por definición la conciencia de clase es desigual, pero en su momento más claro entrelaza una visión política e histórica más amplia sobre el capitalismo global y el potencial revolucionario de la clase sujeta a explotación alrededor del mundo. Aquellos que poseen esta visión del mundo necesitan luchar abierta y honestamente en el frente de la clase para crear una fuerza que pueda contra actuar a todas las organizaciones reaccionarias que, de una forma u otra, batallarán para preservar el sistema.
Desafortunadamente la posición anti organizativa del autonomismo es la que explica por qué retiene una gran parte de su popularidad actual, pero retomaremos esta problemática en la conclusión.
HARDT Y NEGRI INTENTAN CASAR AUTONOMISMO Y POSMODERNISMO
Negri,(30) quien fundó “Potere Operaio”(31) y fue uno de los fundadores del diario “Autonomia Operaia”(32) en los primeros 70, fue asimismo uno de los teóricos autonomistas falsamente encarcelados por el estado italiano después de la destrucción del movimiento a finales de los 70.
Continuó escribiendo en prisión y cooperó con el profesor estadounidense de literatura Michael Hardt, para producir dos libros, “Imperio” y “Multitud”, que fueron publicados tras su estreno. Estos libros han recibido numeroso aclamo y recondujeron un gran interés hacia el autonomismo en general, incluyendo el movimiento de los 60 y 70. Mientras que es cierto que representan una ruptura con los escritos de “Autonomia Operaia” y su período temprano, son en muchos aspectos una extensión de los posicionamientos teóricos de aquel período. Esta extensión revela su ruptura con el marxismo de forma más clara. Las principales posiciones teóricas que reaparecen son:
- La clase trabajadora es autónoma del capital pero ya no es una clase sino una multitud.
- Los desarrollos capitalistas están controlados por la lucha de la multitud.
- La sociedad se ha convertido en una fábrica social - una fábrica sin muros.
- La teoría marxista del valor-trabajo es incorrecta y debe ser reemplazada. El valor es producido en todos los lugares.
- No hay distinción entre trabajo productivo e improductivo.
- Las crisis del capitalismo están causadas por una reducción de las ganancias causada por los altos salarios de los trabajadores y un problema de realización porque los salarios son demasiado bajos
Lo nuevo que aparece es un intento de unir el autonomismo con la teoría posmodernista que se convirtió en popular entre las universidades en los 80. El posmodernismo mantenía que los pilares económicos del modernismo, que habían apoyado al capitalismo en el período subsiguiente a la Segunda Guerra Mundial, eran el Taylorismo, el Fordismo y el Keynesianismo, y que estos habían sido reprimidos en el presente. En su lugar se crearon sistemas de producción y trabajo en equipo basados en la cooperación y la comunicación usando Internet y el trabajo inmaterial.
Hart y Negri razonaron que Internet había dado lugar a un ciber-proletariado. Este nuevo proletariado estaba inmerso en la producción inmaterial y estos trabajadores del pensamiento estaban produciendo más valor que los trabajadores dedicados a la producción material. Para explicar esto Hart y Negri admitieron el requerimiento de una nueva teoría del valor, pero no la propusieron ellos mismos(33). Si, pese a ello, este ciber-proletariado produce más valor del que se producía previamente, esto significa que se produce más plusvalía que anteriormente. Esta aserción crea dos problemas, puesto que Marx establece que las crisis son causadas por una escasez de plusvalía, y este ciber-proletariado está, según nos dicen, produciendo más, necesitamos una nueva explicación de las crisis. De nuevo, Hart y Negri no proponen ninguna explicación. Por otra parte, si el sistema no tiende a la crisis, lo que sería el caso si se produjese más plusvalía, entonces no sería necesario para el capital atacar los salarios y las condiciones de trabajo. ¿Por qué entonces debería la clase trabajadora rebelarse contra el sistema? Si la lucha de clases no es una manifestación de la tendencia del sistema a la crisis entonces debe ser un acto voluntarista. La creación del comunismo por la clase trabajadora deja de ser una necesidad objetiva surgida de las contradicciones del sistema y se convierte en un proyecto utópico. A pesar del nuevo concepto de ciber-proletariado y de la multitud, lo utópico de tendencias más tempranas se reproduce.
Hart y Negri vinculan el concepto de trabajo inmaterial con el concepto de intelecto general contenido en el fragmento de Marx sobre las máquinas en los Grundrisse.(34) Afirman que este fragmento, que es una nota escrita nueve años antes de que se publicara el Volumen 1 de El Capital, describe el período actual mejor que los propios volúmenes de El Capital. Afirman que refuta no sólo la teoría del valor-trabajo sino también el análisis de la crisis de Marx en el Volumen 3 de El Capital. El trabajo inmaterial vuelve a ser autónomo del capital, pero se convierte en algo más que autónomo. Los trabajadores inmateriales, afirman Hart y Negri, se convierten en agentes libres con sus propios medios de producción, es decir, sus cerebros produciendo conocimiento. El trabajo inmaterial, concluyen, ya no está vinculado al capital variable. Además, puesto que es cooperativo y depende de la comunicación horizontal, se valida a sí mismo y hace posible el comunismo.
Hoy en día la productividad, riqueza y la creación de plusvalía social toman la forma de interactividad cooperativa a través de redes lingüísticas, comunicativas y afectivas. En la expresión de sus propias energía creativas, el trabajo inmaterial por tanto parece proveer el potencial para una forma espontánea y elemental del comunismo.(35)
Por tanto este nuevo ciber-proletariado es autónomo y proto-comunista. De alguna manera, pese a la autonomía y a ser comunismo espontáneo, ¡el capital consigue robar todo el valor producido!
En realidad el trabajo inmaterial existe en su mayoría en los países desarrollados y suele estar envuelto en la transferencia o reciclaje de valor producido por el trabajo material a los bolsillos de los capitalistas en estos países. La multitud de Hart y Negri en realidad está dividida en fuerza de trabajo productiva e improductiva tal y como muestra Marx. El trabajo inmaterial existe solo porque hay trabajo material en otro lugar. Tampoco el trabajo inmaterial es tan nuevo al capitalismo como Hart y Negri imaginan. La especialización del diseño de edificios, puentes… son ejemplos de trabajo que no produce un producto material pero depende de que los diseños sean construidos por otros, en otras palabras depende de un producto material producido en otro lugar por otros trabajadores. Si un producto material no se produjera toda la fuerza de trabajo destinada a estas actividades no tendría valor. En contra de las imaginaciones de Hart y Negri, lo que vemos es una mayor división de la fuerza de trabajo pero en escala global, la división entre aquello que Marx llamó trabajo manual y mental. Como ya hemos aclarado, este trabajo mental está directamente relacionado al capital variable y es en su última instancia un tipo de trabajo material.(36) Todo esto puede ser explicado por la teoría del valor trabajo, que no necesita ningún reemplazo.
En los años tempranos de la teoría autonomista la idea de la fábrica social implicaba la extensión de la clase trabajadora más allá de la fábrica. Hart y Negri ahora reemplazan a la clase trabajadora con el concepto de “multitud”(37) que incluye más o menos a todo el mundo, incluso aquellos que no participan en ninguna actividad. Hart y Negri escriben:
La multitud de personas pobres ha comido y digerido a la multitud de proletarios. Por este hecho los pobres se han convertido en productivos. Incluso el cuerpo prostituido, la persona indigente, el hambre de la multitud: todas las formas de los pobres se han vuelto productivas… El descubrimiento de la posmodernidad consistió en la reposición de los pobres en el centro del terreno político y productivo.(38)
El desarrollo trascendental que Hart y Negri argumentan que ocurrió en el periodo postmodernista es el fin del imperialismo basado en el Estado-Nación y su reemplazo por el “imperio”. El “Imperio” es una red de poder omnipresente que consta de organizaciones supranacionales y nacionales que dominan a través de vínculos horizontales que se extienden por todas partes. Está organizado en tres niveles. En el escalafón más alto del poder encontramos a EEUU, quien tiene la hegemonía sobre el uso global de la fuerza como una especie de policía internacional (la Guerra del Golfo de 1990 fue un ejemplo de operación policial(39)). En el segundo nivel encontramos a los Estados nacionales que controlan los instrumentos monetarios y los intercambios internacionales, el Banco Mundial, el FMI, la OMC organizada a través del G7, el Club de París, el Club de Londres, las reuniones de Davos, etc. En el tercer nivel encontramos a la ONU, las ONG y más Estados nacionales que emplean el poder(40) cultural y “biopolítico".(41) El “imperio”, sin embargo, no tiene centro ni márgenes, sino que está organizado a través de una red de centros de poder. Se nos dice que esta estructura ha sido creada por la clase capitalista en reacción al internacionalismo proletario de la multitud autónoma.
Lo que vemos en esto es la descripción de un mundo unipolar donde el imperialismo se ha convertido en una única potencia universal en la que se combinan muchas naciones. Esto parece el logro de la fase de “ultraimperialismo” de Kautsky, que él predijo que seguiría a la fase del imperialismo. Se podría argumentar que esto es lo que parecía existir en el período en que se estaba escribiendo “imperio”, es decir, después del colapso del bloque ruso. Sin embargo, se trata de una ilusión peligrosa. Nos proponemos hacer sólo algunas observaciones al respecto. En primer lugar, el declive del imperialismo basado en el Estado nacional ha sido una característica del período posterior a la Segunda Guerra Mundial; no es algo nuevo. La guerra llevó a dos bloques imperialistas opuestos entre sí, el de los EEUU y el de Rusia. Los estados menores sólo pudieron perseguir sus intereses imperialistas en el marco de uno u otro bloque imperialista. En segundo lugar, Hart y Negri consideran que la nueva estructura global que describen reemplaza al imperialismo. Escriben:
El imperialismo crea una camisa de fuerza para el capital, obstaculiza su desarrollo… El capital debe vencer al imperialismo.(42)
Esta es casi exactamente la posición de Kautsky, quien escribió en 1914:
El imperialismo está cavando así su propia tumba. De ser un medio para desarrollar el capitalismo, se está convirtiendo en un obstáculo para él(43).
El imperialismo está cavando la tumba del capitalismo, pero no, como pensaba Kautsky, porque el imperialismo es algo que quedó de una historia anterior y del que el capitalismo tuvo que deshacerse. El imperialismo es la forma en que se ha desarrollado el capitalismo a partir del mismo proceso de concentración y centralización del capital que Marx analizó en El Capital. Así, el capitalismo ha producido el imperialismo. El imperialismo se basa en los mismos intereses económicos y conflictos de intereses económicos que distinguen al capitalismo, pero estas contradicciones se han llevado a un nivel superior que involucra a todo el planeta. De hecho, estas contradicciones son tan agudas y potencialmente violentas como siempre. El colapso del bloque ruso no ha significado que el imperialismo haya sido superado. Las guerras en Afganistán e Irak, donde Estados Unidos, el llamado poder policial, fracasó en su intento de hacer valer sus intereses, ofrecen una refutación empírica de la descripción del mundo de Hart y Negri. En cambio, estamos viendo surgir nuevos bloques imperialistas potenciales para desafiar la dominación estadounidense, como la Unión Europea y también China y Rusia. El imperialismo de ninguna manera ha sido superado. El punto principal que extraemos de los libros de Hart y Negri es la imagen irreal y exageradamente optimista del potencial para la revolución que ellos ubican en la multitud. La multitud, que ya hemos señalado que es autónoma y espontáneamente comunista, ha hecho que el capital construya este “imperio” global porque el capital teme el internacionalismo de la multitud(44) y su resistencia a la dominación. La multitud también es capaz, por sí misma, de construir un contra-imperio(45) y puede ir directamente al comunismo sin ningún período de transición. Hart y Negri explican:
El imperio crea un potencial revolucionario mayor que los regímenes de poder modernos porque nos presenta… una alternativa: el conjunto de todos los explotados y subyugados, una multitud directamente opuesta al imperio, sin mediación entre ellos(46).
Todo esto refuerza la visión que acosó al movimiento autonomista anterior de que no se necesitaba organización política. La organización que se requiere se desarrollará a partir de la lucha misma.
...Esta nueva militancia no se limita a repetir las fórmulas organizativas de la antigua clase obrera revolucionaria(47).
NECESIDAD DE ORGANIZACIÓN POLÍTICA
La idea de que la lucha económica se transformará en lucha política sin la intervención de una organización política, o al menos que generará por sí misma la organización necesaria, es bastante común hoy en día. La apoyan grupos de lucha como Angry Workers of the World (AWW)(48) que, en un texto en su sitio web, repiten acríticamente las ideas de los autonomistas sobre la organización que hemos criticado anteriormente. El partido, leemos, es un remanente de un período anterior. Se suponía que traería conciencia a la lucha de clases desde algún lugar fuera de ella. La lucha económica, dicen, llevará a los trabajadores a descubrir la naturaleza política del capitalismo.
La conciencia es, por supuesto, un producto de la lucha económica y de la experiencia general de la existencia de la clase obrera. Sin embargo, el proceso es más complejo y tiene una dinámica interna. La lucha de clases diaria llevará a algunos trabajadores a comprender la naturaleza política del capitalismo, pero estos trabajadores deben ser necesariamente una minoría.
La cuestión es cómo se puede generalizar esta conciencia y cómo se puede convertir en un ataque al sistema mismo y en la sustitución de las relaciones de producción capitalistas por el comunismo. La lucha de clases en sí, incluso si está vinculada a las luchas sociales, no es suficiente para producir esto. Ningún organismo económico permanente de la clase puede existir sin estar integrado en algún momento en el estado capitalista (y es también el destino de la mayoría de los sindicatos de base). Un organismo independiente, nos atrevemos a decir autónomo, de la clase tiene que surgir de un rechazo político a todos los intentos reformistas de comprarlo. Una organización de este tipo tiene que dotarse de las herramientas para vincularse con la lucha económica y darle una dirección histórica como parte de la lucha por el comunismo.
La clase obrera necesita producir un movimiento lo suficientemente fuerte como para arrebatar el poder político al estado capitalista y expropiar el capital. Para vincular la lucha económica y la lucha política, para generar una conciencia comunista de clase y para un programa para alcanzar el poder político, se requiere un partido de clase. Un partido de este tipo es parte de la clase, no está fuera de ella, por lo que el desarrollo de la conciencia comunista es un proceso dinámico dentro de la clase. Imaginar que este partido o una organización política similar surgirá de manera espontánea de la lucha económica es un mero sueño. Volvemos a señalar el hecho de que las luchas masivas de los trabajadores italianos de 1969 y 1973 no condujeron al surgimiento de una organización de este tipo.
Hoy en día, la clase obrera mundial es más grande que nunca, lo que hace que el potencial para la revolución sea mejor que nunca. Sin embargo, esta clase está fragmentada de maneras que le dan la ventaja al capital. Todavía no se entiende a sí misma como una clase obrera mundial, ni como una clase para sí misma. Necesita una lucha mundial y una organización política mundial para convertirse en una clase que pueda crear el comunismo mundial.
Y esta organización política mundial no será una repetición de los partidos del pasado. Dirigirá el camino, inspirará la lucha y defenderá el programa comunista que es el producto de siglos de lucha de la clase obrera. Esto de ninguna manera significa afirmar que la organización política puede completar el proceso por sí misma. La construcción de un nuevo modo de producción basado en la actividad autónoma de todas las personas no puede delegarse en ningún organismo, ni siquiera en un partido de la clase obrera. Sólo a través de los órganos de masas de la vida de la clase obrera se puede construir una nueva sociedad. El comunismo no puede implantarse por decreto, sino que es el producto vivo de una conciencia colectiva de masas que lucha por nuevas formas de organización social.
La cuestión de la organización es hoy crucial y la teoría autonomista, al condenar a todos los partidos políticos –y por extensión a cualquier lucha política organizada– como obsoletos, ha tirado al bebé junto con el agua de la bañera. No tiene respuesta a la compleja cuestión de cómo la resistencia diaria al sistema se convierte en el medio para derrocarlo políticamente. Además, en su intento de reescribir aspectos clave del marxismo, el autonomismo está socavando el marco teórico mismo que necesitamos utilizar para derrocar al capitalismo y construir el comunismo.
CPjulio de 2017
Notas:
Agradecemos a los compañeros del Círculo Marx Lenin Luxemburgo por traducir este artículo. Su sitio web se encuentra aquí x.com y el artículo original se encuentra aquí leftcom.org
(1) El término “obrerismo” es la traducción de “operaismo”, el nombre con el que se conocía al movimiento en Italia en los años 60 y 70.
(2) Mario Tronti se reincorporó al PCI en 1967. Para más información sobre su odisea política, véase la sección sobre “Organización política” en este artículo.
(3) Raniero Panzieri siguió siendo miembro del PSI y, en un momento dado, fue miembro de su comité central y editor de su revista teórica Mondo Operaio.
(4) Mario Tronti, en su panfleto “Lenin en Inglaterra”, abogó por el trabajo dentro del PCI para “salvarlo del reformismo”.
(5) Después del asesinato del primer ministro italiano Aldo Moro por las Brigadas Rojas en 1978, el Estado italiano se volvió contra el movimiento autonomista alegando que proporcionaba la justificación intelectual para la campaña de terror de las Brigadas Rojas. Miles de personas fueron encarceladas bajo acusaciones falsas, entre ellas Antonio Negri, uno de los principales teóricos del movimiento. Negri fue posteriormente elegido diputado, mientras estaba en prisión, lo que le permitió obtener inmunidad y luego escapó a Francia. Después de que se demostró que la mayoría de los cargos contra él eran falsos, regresó a Italia y cumplió el resto de su condena.
(6) El trabajo de Negri a partir de los años 80 ha sido criticado por otros teóricos autonomistas. Por ejemplo, Sergio Bologna, que escribió en los años 80: “Negri se desentiende de las continuas dificultades del trabajador de masas para ejercer el oficio tradicional del teórico en posesión de alguna gran síntesis”. Citado en Storming Heaven de Steven Wright (Pluto Press). El libro completo se puede encontrar en libcom.org
(7) Por ejemplo, “Angry Workers of the World” (AWW) angryworkers.org
(8) El libro de Paul Mason Post Capitalism se reseña en Revolutionary Perspectives 07. Véase leftcom.org
(9) Hemos analizado esto en decenas de textos de este leftcom.org a este leftcom.org así como en nuestros últimos análisis de la economía informal como leftcom.org
(10) En el Reino Unido el 80% de la economía se clasifica como servicios.
(11) Véase Michael Ryan “The Theory of Autonomy in Negri’s other writings”.
(12) La AAUD-E (Unión General de Trabajadores – organización unitaria, cuyo teórico fue Otto Ruhle. libcom.org
(13) Cobas, abreviatura de “Comitati di base”, comités de base o sindicatos de base. El reconocimiento de los Cobas como negociadores por parte del capital dio como resultado su integración en la gestión capitalista del trabajo, lo que los colocó en una posición similar a la de los sindicatos establecidos. Véase leftcom.org
(14) Véase A Negri “Marx beyond Marx”
(15) Véase A Negri “Domination and Sabotage”, publicado en 1978.
(16) Véase Nick Witheford “Autonomous Marxism and the information society” Capital & Class 52
(17) Citado en Aufheben #11
(18) Para una ampliación de este punto, véase leftcom.org
(19) K Marx Capital Vol 1 Capítulo 25 p. 581 [Progress Publishers].
(20) La reestructuración de las grandes fábricas en el norte de Italia en los años 60 y principios de los 70 fue visto como un ejemplo de la reorganización del capital en respuesta a las luchas de clases.
(21) A Negri “La política de la subversión: un manifiesto para el siglo XXI” (22) A Negri “Crisis del estado planificador: comunismo y organización revolucionaria”. (23) Esta fue la posición de Mario Tronti
(24) Ver Antonio Negri “Imperio” p. 225
(25) Ver Perspectivas revolucionarias 06 “Piketty Marx y la dinámica del capitalismo” leftcom.org
(26) Sergio Bolonia fue uno de los teóricos importantes del movimiento. Participó en Quaderni Rossi y Cronache Operaie en 1964, antes de fundar Classe Operaia con Mario Tronti, Toni Negri y Romano Alquati
(27) Véase Sergio Bologna libcom.org
(28) Véase Sergio Bologna libcom.org
(29) Confederación general del trabajo italiano. Confederazione Generale Italiana del Lavoro
(30) A Negri empezó como profesor de filosofía antes de dedicarse a la escritura política. Todavía se le considera un experto en Spinoza.
(31) “Potere Operaio” significa poder obrero. El grupo publicó periódicos y folletos distribuidos en las grandes fábricas del norte de Italia entre 1968 y 1973
(32) Autonomia Operaio significa autonomía obrera. Existió entre 1976 y 1978 y publicó una revista con el mismo nombre.
(33) Hardt & Negri “Empire” p. 29
(34) K Marx “Grundrisse” p.704
(35) Hardt & Negri “Imperio” p.294
(36) Ver RP 09 Reseña de Gugliemo Carchedi “Detrás de la crisis”.
(37) Aparentemente el concepto de multitud proviene de Spinoza, quien según Negri fue la influencia seminal sobre Marx, más que Hegel.
(38) Hardt & Negri “Imperio” p.158
(39) Esto es un completo malentendido de los hechos. El motivo de la guerra era el control de los suministros de petróleo de la región y asegurar que el dólar siguiera siendo la moneda del comercio del petróleo. El motivo era imperialista, no la violación del derecho internacional.
(40) Este es un concepto tomado de Michel Foucault, el sociólogo francés. Parece significar dominación por medios internos a través del control de la conciencia de la multitud.
(41) Hardt & Negri “Imperio” p.309
(42) Hardt & Negri “Imperio” p.234
(43) K. Kautsky “Ultra imperialismo” marxists.org
(44) Hardt & Negri “Imperio” p.43
(45) Hardt & Negri “Imperio” p.xv
(46) Hardt & Negri “Imperio” p.393
(47) Hardt & Negri “Imperio” p. 413
(48) Angry Workers of the World reproduce los principales argumentos sobre la organización. Véase angryworkers.org
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