El capital estadounidense en el tablero de ajedrez imperialista mundial

Incluso los portavoces de la burguesía reconocen que, a corto y medio plazo, la humanidad se enfrenta con la posibilidad real de una guerra caliente entre las mayores potencias imperialistas. El capitalismo, incapaz de superar su crisis profunda de rentabilidad, obliga a los estados hacia una competencia más intensa con sus rivales.

Los imperialistas devienen desesperados para superar esa crisis; ya están emitiendo la propaganda para una “buena guerra” para la democracia, preparando a los trabajadores para su matanza. No existen soluciones nacionales para superar esta crisis congénita. Las soluciones que presenta el capital son la militarización y la guerra; el capitalismo abre el camino hacia la guerra mundial. Sólo la clase obrera dirigida por su organización revolucionaria puede derrocar el sistema capitalista, poniendo fin al imperialismo.

Echémonos un vistazo a cómo “nuestros” imperialistas nacionales, con los gastos militares más grandes del mundo, contribuyen a este impulso hacia la guerra generalizada en todo el mundo.

Israel y Palestina

La invasión bárbara de la Franja de Gaza por las FDI fue posibilitada directamente por el estado norteamericano. Tras el ataque de Hamás, la administración Biden dio un carte blanche al estado de Israel para atacar con todos los medios disponibles: el bombardeo en alfombra, asedio a los hospitales, poner bloqueo a toda ayuda durante semanas. El mensaje que EEUU apoya enteramente la guerra de Israel es confirmado por una oferta de $14 mil millones para Israel, y el despliegue de dos portaaviones para ser usados como un garrote contra cualquier estado que desee meterse en la lucha.

Esto ha tenido efectos dominós en todo Medio Oriente. El conflicto ha fortalecido a Irán y ha traído sus aliados más cercanos en un bloque anti-EEUU. El interés de Irán es de escalar este conflicto regional para limitar sus enemigos y para forzar a sus aliados como China, Rusia y Corea del Norte a dar un apoyo más firme al régimen de los Ayatolás.

Los Acuerdos de Abraham, negociados por EEUU, normalizaron las relaciones entre Israel por un lado y Baréin y los EAU, y conversaciones estaban en curso entre Israel y la Arabia Saudita hasta la estallida del conflicto. Con cada vez menos países árabes que favorecen la creación de un estado palestino, el interés de tanto Hamás como Irán era de acabar con su aislamiento. Irán cuenta con las masacres aleatorias de palestinos por Israel, y la crisis de refugiados venidera, para alejar estados como Egipto de EEUU. Además, tras esta carnicería imperialista más reciente, proletarios tanto judíos como árabes están siendo movilizados en torno a la bandera nacional, acostumbrado por matanzas sangrientas a confiar en sus clases dominantes, plenamente listas para sacrificarlos en más masacres. Todo esto crea otro foco de tensión en el camino del capitalismo hacia la guerra mundial.

Arabia Saudita

EEUU se da cuenta que no es la única mayor potencia imperialista que dispone de la influencia económica, política y militar: su poder está siendo dificultado incluso en países que son sus principales aliados, como Arabia Saudita. Arabia Saudita es un pilar fundamental del imperialismo estadounidense, tanto militarmente como en la extracción y venta del petróleo. Actualmente, otros estados están obligados a conseguir petróleo saudita en USD, promoviendo la hegemonía del dólar. Sin embargo, se han celebrado conversaciones entre Arabia Saudita y China para comerciar el petróleo en el yuan chino, que amenazaría significativamente el dominio estadounidense del recurso y la región.

En mayo, China midió la normalización de relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Irán. Esto debilita el bloque anti-Irán de EEUU en el Medio Oriente, y sucede la condenación estadounidense del bombardeo y bloqueo saudita de Yemen. Queda sujeto a debate si EEUU ayudará a Arabia Saudita a desarrollar su programa de energía nuclear. Los sauditas, como cualquier imperialista, tienen intereses que van más allá de sus aliados; su relación con sus aliados occidentales se ha vuelto cada vez más tensa. Han estado aumentando crecientemente su economía para la preparación militar, para mejor poder navegar en el campo de batalla imperialista por sus propios fines.

Egipto

Egipto se encuentra en una posición similar; su alianza con EEUU se mantiene flojamente sobre los fondos militares y la ayuda económica. Una proporción de los fondos anuales estadounidenses está sujeto a la certificación de “derechos humanos”, y en 2022 la administración Biden frenó unos $130 millones a causa de violaciones de derechos humanos. Han aumentado recientemente las demandas para retener unos $300 millones del paquete de apoyo de $1.3 mil millones sobre debido a una investigación de corrupción.

Las relaciones egipcias con Rusia han crecido desde el comienzo de la guerra en Ucrania. El presidente Abdelfatah El-Sisi estaba listo para vender 40.000 misiles de largo alcance a Rusia, para aumentar los ingresos estatales y recibir la ayuda alimentaria, con objeto de parar un empeoramiento de la situación social en Egipto. EEUU obligó a Egipto a que se vendiera los misiles a Ucrania, a pesar del financiamiento ruso del programa de energía nuclear de Egipto.

EEUU ha estado presionando a Egipto a que abriera sus fronteras para dejar salir la ayuda humanitaria, y entrar los refugiados palestinos. Egipto se opone a la entrada de los refugiados palestinos, y esto les causará alejarse diplomáticamente de Occidente. La ventaja más importante para Egipto es el Canal de Suez, que une el Océano Indio con el Mediterraneo, no sólo para los cargamentos, sino también para buques de guerra. Esto es fundamental para la hegemonía naval del imperialismo estadounidense. El imperialismo estadounidense se esforzará para frenar la desvinculación de Egipto o Arabia Saudita, dos estados cruciales que no puede permitir que salgan de su órbita.

Haití

EEUU ha invadido Haití varias veces en la historia, más recientemente en 1995 y llevando a cabo un golpe de estado en 2004. Mientras la situación social deteriora rápidamente en Haití, hecha aún peor con el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021 y con Puerto Príncipe fuera del control gubernamental, el EEUU ha estado buscando por una potencia imperialista de menor grado para invadir, en vez de ellos. La administración Biden intentó conferir la tarea a Canadá, razonando que EEUU contribuye una gran cantidad de ayuda a Ucrania. Canadá, en su lugar, ha utilizado tácticas económicas imperialistas más ligeras, tal como proporcionando $100 millones para la policía estatal, y sancionando haitianos asociados con las pandillas y el asesinato.

A EEUU le interesa impedir que los refugiados haitianos entren a todo costo, no importa cuán represivas sean las medidas. Ya 200.000 haitianos han huido de sus hogares, al mismo tiempo que los trabajadores están siendo masacrados diariamente por las pandillas y la policía nacional. Una fuerza multinacional liderada por Kenia está lista para estar desplegada a comienzos de 2024. Las motivaciones de Kenia en encabezar la intervención están claras; le da más apoyo político y económico en cumplir con este favor para EEUU, exhibe sus capacidades militares, y permite que adquiera experiencia para cualquier guerra futura. El presidente keniano Ruto ya ha recibido las gracias de Biden por acaudillar esta misión. Ahora, los trabajadores haitianos están en las miras tanto de las pandillas como del estado keniano.

Rusia

La guerra en Ucrania ha conducido a la consolidación de bloques imperialistas, con la OTAN dominada por EEUU por un lado, y Rusia, socio menor de China, por el otro. Es esta guerra, desde febrero de 2022, que ha abierto el camino del capitalismo a la guerra imperialista generalizada.

La guerra ha llevado al fortalecimiento del bloque estadounidense; Finlandia y Suecia eligieron a juntarse a la OTAN contra Rusia, y el dólar estadounidense está más fuerte debido a los gastos militares. La administración Biden ha prestado $75 mil millones en ayuda militar a Ucrania desde el comienzo de la guerra. La estrategia estadounidense en esta guerra es desangrar Rusia a través de la carnicería industrial de proletarios conscriptos de Rusia y Ucrania.

El estado ucraniano cree que con el apoyo continuado de Occidente, podrán reconquistar Crimea y el Donbás, y está dispuesto a sacrificar los trabajadores al molino de carne contra las trincheras que mantienen las adquisiciones territoriales rusas. Rusia sólo ha podido contrapesar las sanciones punitivas impuestas por Occidente por medio del apoyo económico y diplomático de China e India. EEUU ha tenido éxito en empujar a Putin a implementar un régimen de excepción; las condiciones ya agudizantes para los trabajadores, sumadas a la ley marcial y la conscripción, es una apuesta para la burguesía rusa.

China

Biden y el secretario de estado Blinken se aprovechan de cada discurso y conferencia de prensa para subrayar la amenaza china a los intereses imperialistas estadounidenses. La amenaza china a la hegemonía estadounidense es mayor que la de la URSS, que contaba casi exclusivamente con sus capacidades militares.

Alianzas militares encabezadas por EEUU, con el propósito planeado de contener China, se están multiplicando, tales como el pacto de seguridad trilateral “AUKUS” entre EEUU, el Reino Unido y Australia, y el “Quad”, un convenio de seguridad entre Australia, India, Japón y EEUU.

No obstante que EEUU no reconozca a Taiwán, presenta una amenaza considerable a los intereses estratégicos chinos. Taiwán recibió $345 millones en fondos por primera vez por medio del programa de la “financiación militar extranjera” que está reservado para los “estados soberanos”. La “Ley de Fortalecimiento de la Resiliencia de Taiwán” también autoriza $2 mil millones en préstamos militares para Taiwán hasta 2027. EEUU prevé una invasión china de Taiwán esta década, llevando a que la Ley CHIPS trasplantara la producción de semiconductores fuera de Taiwán y hacia EEUU, Europa y Vietnam, lo cual ha recientemente rejuvenecido su estatus diplomático con EEUU.

Biden ha prometido que en el evento de una invasión china de Taiwán, el ejército estadounidense defenderá a Taiwán. Es la lucha entre EEUU y China por el control de Taiwán, el Mar de la China Meridional, y los recursos mundiales generalmente que presenta el camino más claro hacia una guerra imperialista generalizada. EEUU y China son los polos alrededor de los cuales están formando las líneas de batalla para una nueva ronda de destrucción planetaria, de una escala quizás mayor que las guerras mundiales del siglo pasado.

La burguesía estadounidense, junta con sus aliados europeos y pro-OTAN, presentan su disputa imperialista como una para la democracia. Este es un modo probado para desviar a los trabajadores de su propio terreno de clase para resistir las tasas de vida en declive, y para entonces marchar hacia la guerra para o matar o ser matados por otros trabajadores.

El capital estadounidense dividido sobre cómo mejor robar

La clase dominante estadounidense está dividida sobre su compromiso para continuar la ayuda a Ucrania. El Partido Republicano está el más dividido en cuanto a Ucrania, parcialmente a causa del antiguo presidente Donald Trump. Esta división ha conducido a la destitución histórica del presidente de la Cámara de Representantes McCarthy. Mantuvo los gastos para la ayuda militar a Ucrania en la legislación para aumentar el techo de deuda, contra la posición de la mayoría de los Republicanos que habían rechazado más ayuda varias veces. Esto llevó a que la facción de los “neoconservadores” apoyara al Partido Demócrata, que ahora toman por el partido del orden, mejor para el imperialismo estadounidense.

No obstante la turbación sobre el asunto de Ucrania, todas las facciones de la burguesía estadounidense favorecen la preparación del país para una lucha contra su rival imperialista principal, China. Las políticas de Biden son una continuación de las de Trump, especialmente en cuanto al “nacionalismo económico”, demostrado por la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) y la Ley CHIPS. Estas leyes están proyectadas para la competencia contra la China en la producción de baterías y semiconductores, y el rearme para la preparación militar.

Estas inversiones federales significativas tienen su fundamento en la necesidad de EEUU para la construcción de una economía capaz de combatir una guerra imperialista generalizada. El 16 de agosto de 2022, el Congreso aprobó la IRA que incluye inversiones para la “energía verde”, la construcción de reactores nucleares y fábricas de baterías para vehículos eléctricos. La OPEP sigue cortando la producción a pesar de la presión de EEUU, mientras que las reservas estratégicas de petróleo estadounidenses están a su nivel más bajo desde los años 1980. La pintura verde salpicada sobre la IRA verdaderamente prepara la economía estadounidense para la autosuficiencia en el evento de una guerra, e integra aún más los sindicatos para este objetivo. La legislación de la energía verde y el frenado de la “desindustrialización” reciben el bendecir de la AFL-CIO, que son burós estatales para mantener la disciplina frente al desempleo aumentado, y salarios y tasas de vida en declive. Esta disciplina de nuestra clase sólo subirá en el evento que la producción sirva para cualquier “esfuerzo de guerra” futuro.

La IRA forma parte del proyecto actual para revitalizar las ganancias estadounidenses; es decir, los ingresos futuros para financiar la producción bélica. El estado está perturbado por la crisis que surge del fracaso del capital para acumular más, exacerbado por el Covid, la guerra en Ucrania y la inflación, reduciendo aún más las ganancias flojas. Estas condiciones han apoderado al estado para lanzar más ataques contra las condiciones de vida de los trabajadores en nombre de la defensa. La defensa nacional fue usada como la justificación cuando la administración Biden decretó la legislación frenando a los trabajadores ferroviarios de hacer huelga contra los salarios decrecientes y por medidas de seguridad en el lugar de trabajo; sólo podemos anticipar más de esto mientras nos acercamos a la guerra mundial.

No importa cuales divisiones políticas trastocan la clase dominante estadounidense, no importa cuál sea el programa que presenta para la paz social, las soluciones de los capitalistas no son para nada una solución para la clase obrera. Nuestra clase, aquí y por todo el mundo, sólo puede anticipar más miseria, más carnicería, y la posibilidad de la aniquilación mientras el imperialismo capitalista amenaza con otra guerra mundial. Del Estrecho de Taiwán hasta la Franja de Gaza, EEUU juega un papel clave en el fortalecimiento de los bloques imperialistas rivales. Sólo la lucha de la clase obrera puede contestar esto, nosotros que no tenemos nada que ganar de estos juegos mortales, contra la clase capitalista en todos los países y contra el sistema del trabajo asalariado mismo.

¡Ninguna guerra salvo la guerra de clases!

Este artículo forma parte de la edición más reciente de Cuadernos Internacionalistas (#6 otoño 2023), periódico de tamaño grande del Grupo Obrero Internacionalista.

Monday, December 25, 2023