El Circo Olímpico visita la ciudad.

Con el segundo asalto del espectáculo olímpico que empieza esta semana – las Paraolimpiadas – un camarada londinense reflexiona sobre lo que transluce del capitalismo moderno.

Si la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 hacía a ratos recordar las concentraciones hitlerianas en Nuremberg, quizás fuera porque gran parte de la imaginería Olímpica se origina en los Juegos de Berlín de 1936, que se montaron como una obra magistral para el Tercer Reich. Fue para esos juegos que se inventaron los relevos de la antorcha olímpica, con una sucesión de atletas de aspecto “Ario” portando la llama desde las ruinas del tempo de Hera en Atenas camino de Berlín. Y fue en los juegos de Berlín, sino antes, que quedó claro que el propósito fundamental de de las Olimpíadas, en particular para la nación huésped, es el prestigio nacional antes que el deporte.

A toda máquina hacia London2012, y los medios británicos nos sometieron a una quincena de fervor patriótico no visto desde la guerra de las Falkland. Las proezas del Team GB dominaban todas las noticias casi hasta la exclusión de cualquier otra cosa. Durante esas dos gloriosas semanas fue como si el desempleo, los bajos salarios y los recortes en los servicios públicos hubieran sido abolidos. Desde luego los niños felices dando saltos en las camas del Servicio Nacional de Salud en la ceremonia inaugural indicaban que todo va bien en el SNS. Los atletas se convirtieron en “nuestros héroes”, un término normalmente reservado a lo militar. Pero a diferencia de los soldados que están siendo volados por los aires en Afganistán sin un motivo conocido, el Team GB realmente estaba obteniendo resultados.

Y precisamente como en una guerra fue a los trabajadores a quienes se pidió sacrificios por el bien de las Olimpíadas. En una acción sin precedentes se instalaron misiles tierra-aire en los techos de bloques de vivienda pública a fin de proteger los juegos de potenciales ataques terroristas, convirtiendo a los inquilinos en objetivos potenciales. Sorprendentemente nadie sugirió que los misiles pudieran ponerse en el techo de la Torre HSBC ni ningún otro templo cercano de capitalismo en Canary Wharf. Se pidió a los londinenses que cambiaran sus rutinas laborales o que se tomaran unas vacaciones para que los agentes del COI pudieran circular veloces y sin obstáculos por las vías que comunicaban su hotel de cinco estrellas en Park Lane hasta el anillo olímpico en Stratford. Se advirtió a los potenciales manifestantes con una robusta intervención policial y duras sanciones si se atrevían a hacer oír cualquier disenso contra el Circo, y se empleó una tropa de miles para brindar seguridad a los juegos. Se introdujeron trescientos “policías de marca” para proteger las marcas de los patrocinadores olímpicos. Fue la mayor coerción en torno a los derechos de autor jamás realizada en unas Olimpíadas: las palabras como “oro”, “plata” y “bronce” fueron tratadas como si infringieran los derechos de las empresas patrocinadoras.

Esta coerción se llevó hasta extremos absurdos, cuando un café local llamado “El café Olímpico” fue forzado a cambiar su nombre, mientras que se advirtió a los proveedores de catering en las recepciones que no vendieran patatas fritas ya que esto se consideraba una ruptura del acuerdo de patrocinio de Mac Donald.

Pero un acontecimiento de esta escala tiene que ser cuidadosamente planeado; y el deporte, como tal, fue genial ….. no? Bueno, ciertamente no queremos denigrar los logros individuales de los atletas, británicos o no (si bien uno no puede evitar preguntarse cuánto del éxito tuvo una ”ayuda química”). Sin embargo cuando miras el medallero está claro que los equipos más exitosos fueron los que tuvieron más atletas (el equipo USA por encima de los 500) o los equipos con mayor inversión y patrocinio económico. El Team GB, tercero luego de USA y China (aunque Rusia tuvo un número mayor de medallas) claramente lo hizo muy bien en contra de países de seis a veinte veces su población, pero el éxito se concentró en deportes tales como el ciclismo, el remo y la navegación, donde una importante inversión en tecnología puede marcar una diferencia significativa en el resultado. Así que más que un campo de juego equitativo, las Olimpíadas son en gran medida un reflejo en lo deportivo de las relaciones imperialistas entre las naciones del mundo. Y las Paraolimpiadas lo serán aún más dado el costo del equipamiento de alta tecnología que usan los atletas.

La herencia

Las Olimpíadas son caras, tan caras de hecho que no es probable que sepamos alguna vez cuánto lo han sido. Al menos 9.000.000.000 de libras de los contribuyentes de Londres y el Reino Unido se han ido a los juegos. Nos dicen que vale la pena porque las Olimpíadas generan dinero del turismo y de encargos a las empresas Británicas, si bien estas sumas nunca parecen concretarse. Incluso más: nos dicen que el desarrollo urbanístico de Olympic Park será un catalizador para la regeneración de una de las áreas más pobres de Londres. La realidad es que, como en otras ciudades Olímpicas la población trabajadora fue expulsada para hacerle un lugar al anillo olímpico, y que si sucede alguna regeneración no será para el beneficio de los trabajadores, que no tienen dinero suficiente para acceder a las nuevas casas creadas en al Villa Olímpica o en otro sitio salvo para un puñado simbólico de “viviendas accesibles”.

Algunos defienden que las Olimpíadas han atraído a muchos jóvenes a interesarse y participar en la práctica deportiva. Sin embargo es improbable que la dotación de nuevas instalaciones deportivas igualen el interés que se ha generado. Seguramente la financiación del deporte seguirá focalizada en los atletas de elite que traerán mas victorias para el Team GB en futuros acontecimientos. La dotación presupuestaria para el deporte base probablemente descenderá.

Una vez que el factor “siéntete bien” y el orgullo nacional se hayan disipado, algo que sucederá en las próximas semanas, el principal legado de las Olimpíadas será seguramente la deuda. Esta ha sido la experiencia de otros países; Montreal tardó 30 años en pagar la deuda de los Juegos que albergó en 1976 e incluso Jacques Rogge, presidente del COI, ha comentado que los 1.500.000.000 de dólares gastados en las Olimpíadas de Atenas de 2004 son un factor que colabora a la crisis financiera de Grecia, representando el 2 – 3 % de la deuda del país.

En la ceremonia de clausura apareció John Lennon sobre una gigantesca pantalla de video cantando “Imagina que no hay países”. En un acontecimiento definido por el nacionalismo y el ondear de banderas, la pasmosa hipocresía de los organizadores resultaba inconcebible. Deseamos que llegue un tiempo en el que los atletas de todo el mundo se reúnan en un evento de excelencia deportiva, pero en el que no estarán en representación de países y de los gobiernos corruptos y explotadores que los dirigen. Ay!, esto no sucederá hasta que hayamos creado un mundo socialista.

Thursday, September 6, 2012