Primero de Mayo Internacional e Internacionalista

Compañeros trabajadores!

La denominada globalización está causando enormes daños a nuestra clase - tanto en los países metropolitanos como en los países periféricos: desocupación y marginalización, corte de los salarios, de las pensiones y de los servicios en todas partes.

La mundialización de la economía es la etapa más avanzada alcanzada hoy por el proceso de concentración del capital.

  1. Cinco o seis gigantescos centros industrial-financieros controlan directa o indirectamente el 75% de la producción mundial de mercancías y servicios, operando sobre los cinco continentes. Los grandes capitalistas están hoy en condiciones de descomponer también procedimientos productivos complejos para distribuir los componentes singulares en diversos países del mundo, donde rigen las mejores condiciones para ellos; y luego pueden ensamblarlos en uno o más puntos, según como les resulte más cómodo.
  2. Los capitales financieros especulativos, inflados por la crisis del proceso de acumulación, se trasladan cotidianamente en el mundo en cantidades ampliamente superiores a su contravalor en mercancías y servicios, determinando una situación potencialmente explosiva, denunciada desde muchos puntos.

Esta es la sustancia material ya dada de la llamada globalización.

Está en el interés del capital el intentar gobernarla, homogeneizando las condiciones jurídicas y administrativas en todos los rincones del planteta. A esta exigencia del capital responden las tentativas de la Organización Mundial del Comercio a través de sus más o menos fáciles summit (reuniones cumbre). Estos fallan ahora con casi regularidad por diversas razones, entre las cuales prima la más típica del capital en todas las épocas: los intereses de un país o de un grupo de países no coinciden con los de los otros.

Pero todas las burguesías - del Norte o del Sur, americanas o africanas, asiáticas o europeas - operan indistintamente contra la clase obrera y en última instancia contra la humanidad.

La crisis del ciclo de acumulación incoada en los primeros años de la década del 70' ha sido hasta ahora soportada sin las dramáticas soluciones radicales que alberga (guerra mundial o revolución proletaria) gracias a dos grandes eventos históricamente concomitantes. Estos dos grandes eventos son:

  • La revolución tecnológica del microprocesador, que ha permitido la radical modificación de los procesos productivos y distributivos de los que habláramos, haciendo posible la mundialización de la producción y, sobre todo, incrementos enormes de la productividad;
  • La implosión de uno de los frentes imperialistas salidos victoriosos del II conflicto mundial: la URSS y el Pacto de Varsovia, que ha permitido a la burguesía internacional tener éxito - por ahora - en su campaña contra el comunismo, contra la lucha de la clase obrera, contra la idea de que el capitalismo es superable.

El "socialismo real" en la URSS era la mistificación del capitalismo de Estado. La mistificación por obra del stalinismo en los lejanos años 30' ha sido reforzada por parte de la burguesía occidental. Centenares de millones de proletarios en el mundo que miraban a la URSS como el faro del socialismo y que por él han ofrendado los centenares de miles de víctimas de la represión, se han encontrado... sin faro, desorientados y sujetos al chantaje de la burguesía: o democracia burguesa o gulag soviético.

Todas las fuerzas que habían prosperado gracias a aquella mistificación - desde los PC a los sindicatos más o menos rojos - se han transformado en fanáticos sostenedores del capitalismo liberal y de sus exigencias y hoy en día gobiernan en muchos Estados de los países metropolitanos imponiendo a los trabajadores los sacrificios salariales, ocupacionales y normativos que el capital requiere. Otros, a la izquierda de los ex-PC y de los sindicatos, relanzan las antiguas políticas reformistas, ojalá bajo vestiduras renovadas, con la oposición a las formas que la mundialización asume e ilusionándose con modificarlas con un capitalismo "más humano", menos devastador.

El resultado es que la burguesía ahora está conduciendo una verdadera guerra contra el proletariado mundial sin casi ninguna resistencia, y que la marcha hacia la barbarie y la destrucción del planeta no encuentra serios obstáculos. Tres cuartas partes de la humanidad permanecen en el hambre, mientras pocas decenas de multimillonarios poseen cada uno más del producto nacional bruto de estados enteros. Tal es el signo más dramático de la barbarie capitalista.

Compañeros trabajadores!

La lucha de clases en este Primero de Mayo del 2000 está en su apogeo, con la burguesía al ataque y el proletariado sin armas de defensa.

Las armas del proletariado han sido siempre la lucha en defensa de sus propios intereses inmediatos y la perspectiva de un mundo renovado, sin patrones y con una producción al servicio de las necesidades de los seres humanos no del provecho económico.

O permitimos al capitalismo proseguir el ataque a nuestra clase en la marcha hacia la barbarie y la guerra o retomamos el camino de la reorganización de la lucha de clase y de la fuerza política por la revolución proletaria internacional.

Compañeros trabajadores!

La burguesía internacional, con la complicidad de las fuerzas reformistas y nacionalistas, trabaja por la división de los proletarios de cada país respecto del resto del proletariado internacional:

  • desencadena sus guerras a través de terceras personas, haciendo combatir a los proletarios en nombre de los fanatismos religiosos o étnicos
  • facilita su ataque al salario (directo o diferido) del proletariado de los países avanzados alimentando la xenofobia y la división entre trabajadores del país y trabajadores inmigrantes, apuntando simultáneamente a nivelar por lo bajo las condiciones generales de vida y de trabajo del proletariado mundial.

El racismo y la xenofobia, así como el nacionalismo (todos los nacionalismos) y el fanatismo religioso son los peores enemigos de la defensa de los intereses proletarios. Pero es la continuación de la lucha de clase del proletariado contra el capitalismo lo que puede derrotarlos en el seno mismo de la clase obrera.

Es necesario partir del punto en el cual estamos. La división internacional del trabajo y la destrucción de la vieja composición de la clase obrera han creado condiciones inéditas para la organización de la lucha proletaria.

No es ya posible, si es que alguna alguna vez lo ha sido, contar con la organización sindical (de cualquier sindicato) para una eficaz defensa de los intereses proletarios: la tratativa con el capital en desesperada búsqueda de valorización significa sólo aceptar sus exigencias. La reorganización seria de la iniciativa de clase partirá desde abajo con delegados electos y revocables en los puestos de trabajo y en el territorio; con la creación de organismos de masa para la lucha y sólo condicionados por ella.

Los grandes ejemplos en los últimos decenios, como el Agosto de 1980 de los obreros polacos, han mostrado que si tales organismos se detienen en la apertura de las tratativas, se transforman inevitablemente en sindicatos, en los cuales las fuerzas del compromiso y de la reacción (Walesa) encuentran ventaja.

Es entonces necesario que en aquellos organismos de clase opere la organización política revolucionaria (el partido internacional del proletariado) con vistas a la circulación del programa comunista, por la lucha contra el compromiso que lleva implícita la aceptación del dominio capitalista, por la conquista de la dirección revolucionaria.

Esta fuerza política, el partido internacional del proletariado, debe haber hecho el balance de la experiencia contrarevolucionaria del stalinismo, de la herencia socialdemocrática de la Tercera Internacional y debe haber establecido las bases metodológicas, teóricas y políticas del programa revolucionario.

Los internacionalistas que lenta, pero sólidamente van agrupándose en el Buro Internacional por el Partido Revolucionario se baten en este plano y han iniciado ya el proceso que conduce a la construcción del partido.

Llamamos a las vanguardias políticas y a los militantes de la clase obrera a este duro trabajo sin el cual la barbarie capitalista continuará triunfando con la no deseada, pero objetiva complicidad del reformismo más o menos radical.

BIPR, 1 de mayo 2000