Entusiasmo incoherente: sobre la huelga automotriz en EEUU

Compartimos aquí la traducción de un documento sobre la conclusión de la reciente huelga de los trabajadores automotrices del UAW, escrito por un camarada de nuestra organización fraternal en Italia. Pueden leer el folleto que redactamos para la lucha aquí. Como en la lucha de la UPS, sobre la cual escribimos aquí, esta es otra lucha que tiene lugar en una industria clave para el capital en EEUU mientras se prepara para ir a la guerra. La administración actual ha continuado los intentos de su predecesor para reforzar las industrias domésticas cruciales, esta vez decorando las inversiones para la preparación bélica con purpurina “verde”. La IRA, que se menciona en el artículo, es un ejemplo claro. La huelga del UAW es otra ocasión en que, enfrentada con ataques contra sus condiciones de vida, lo más recientemente en la forma de la inflación (pero en realidad cubriendo los últimos 50 años, particularmente en la industria automotriz), la clase trabajadora busca responder en una forma elemental, su conciencia todavía restringida por los sindicatos que han dominado esta y otras luchas. Para nosotros los internacionalistas, debemos aumentar nuestros esfuerzos para llevar nuestras perspectivas a estas luchas, vinculando el declive en los niveles de vida de hoy, a la preparación para la guerra de mañana, y afirmando que es más necesario que nunca que la clase reanude su iniciativa, tome el control de sus propias luchas, y fundamentalmente que la clase construya su propio partido, antes de que sea demasiado tarde.

Un acuerdo que ha roto el control de las normas empresariales que han aplastado los salarios, en el nombre de la productividad y la rentabilidad, y que restaura la dignidad autónoma a los salarios.

Los trabajadores automotrices y el UAW han derribado Ford, General Motors, y Stellantis. ¡Viva!

Estas son las opiniones entusiastas de los supuestos sindicatos de base(1). Las federaciones sindicales tradicionales(2) las defienden también, y gran parte de la llamada izquierda radical-reformista. Si tal entusiasmo fuera justificado, significaría que deberíamos de delimitar nuestro análisis de la fase histórica actual, como una crisis estructural que se le obliga a la burguesía a quitar y no a dar, dentro de los límites estrechos otorgados por el capital a la acción económica de la clase obrera, o dicho sencillamente, el sindicalismo. Significaría que el sindicato podría ahora ignorar las normas del capitalismo y volver a ser el defensor de los intereses del proletariado, no sólo ahora, sino también en el futuro y, para los más radicales de esta izquierda, cumplir con el rol de ser su instrumento preferido en el nacimiento y desarrollo de la conciencia de clase. Nosotros, los teóricos ancianos del comunismo, estaríamos claramente refutados, y no quedaría nada para nosotros salvo hacer nuestras maletas y regresar a casa. ¿Pero es realmente así?

Retroceder para mejor avanzar, como fue frecuentemente declarado por alguien que hoy sería considerado como un “super teórico”. Así que nosotros también, aunque humildemente, retrocedemos para echarle un vistazo a la huelga convocada por el UAW (Trabajadores del Automóvil Unidos, United Auto Workers en inglés) en los manufactureros de automóviles estadounidenses históricos denominados los “Tres Grandes” (aunque anteriormente mucho más grande): Ford, GM, Stellantis (el cual incluye la marca Chrysler, que se quebró y fue adquirida por una miseria por el Fiat de Marchionne). La huelga, que comenzó a mediados de septiembre y que se acabó a finales de octubre, aprobada por el 97% de los trabajadores, tenía aparentemente objetivos ambiciosos. Las demandas principales, aunque con unas variaciones entre las empresas y los sitios de producción, incluían: 1) un aumento salarial de 40%, 2) la reintroducción de la COLA(3), 3) la abolición de los dos niveles, impuestos en 2009, en que los del primer nivel, los trabajadores nuevamente contratados, reciben un salario considerablemente más bajo que los más “viejos”, y deben esperar ocho años antes de “disfrutar” el salario completo, 4) la reducción de la semana laboral a las 32 horas, 5) la restauración de los beneficios jubilares y los costos de salud pagados por el negocio, lo que existía antes de los acuerdos de 2009, promovido por Obama. Al mismo tiempo que esos acuerdos vinculantes (para la fuerza laboral), el presidente estadounidense otorgó ayuda financiera generosa a los “Tres Grandes”, principalmente por medio de préstamos ventajosos financieramente. La guinda al pastel diseñada por las manos expertas de los patrones, el gobierno y los sindicatos, fue que la clase obrera (efectivamente el UAW) eligió a no hacer huelga durante una cierta cantidad de años, para dar a los negocios la oportunidad para recuperarse y “hacer que EEUU vuelva a ser grande”. Quedaba claro que la grandeza de EEUU estaba y está basado - como para cualquier otro estado, de hecho - sobre apretar las condiciones laborales, y por lo tanto las condiciones de vida, de la clase obrera, “llamada” a doblegarse aún más, para trabajar aún más forzosamente que antes.

Pero los sacrificios de los trabajadores, aunque no decisivos, han aportado algunos resultados, visto que entre 2013-2022 las ganancias empresariales crecieron por un 92%, valorado en $250 mil millones. Tras estos resultados, los salarios de los gerentes crecieron por un 40%, asegurando que “beneficios” corporativos de varios tipos y dividendos generosos llegaron a los accionistas. Así que el dinero existe, dicen los reformistas, incluidos los que se reclaman ser revolucionarios; claro que existe, pero lo que no perciben es que ese dinero tiene que ser dirigido para otros objetivos, hoy más que nunca irreconciliable con cualquiera teoría de redistribución hacia abajo. Parcialmente, y sólo en parte, está reinvertido en la producción - en términos sencillos, la economía real - el resto crece las formas parasitarias, por así decirlo, de la apropiación de la plusvalía: el incremento anómalo en los ingresos de los gerentes/propietarios, y la especulación financiera. La razón queda siempre la misma, aunque puede parecer paradójica: aunque la apropiación de la plusvalía, esto es la explotación, ha sido intensificada de todos modos, no basta para hacer las inversiones productivas sistemáticas suficientemente lucrativas, en términos de la tasa de ganancia. Esto se aplica obviamente al capital como un todo, porque hay diversas excepciones (las cuales confirman la regla), aunque incluso las “excepciones” benefician de alguna manera del apoyo estatal, un soporte sin el cual el capital en todas partes no podría continuar. Puesto que estamos hablando del sector automotriz, está fácil hacer referencia a la IRA (Ley de Reducción de Inflación, en inglés “Inflation Reduction Act”) efectuada por Biden el año pasado, que, junta con otros programas, proporciona incentivos y apoyo considerables para la llamada “transición verde” de la industria automotriz en EEUU.

Antes de continuar la conversación, vale la pena señalar algunos puntos sobre los salarios, dado que se tratan de aumentos “fabulosos”.

Los salarios están íntimamente vinculados a las condiciones de la economía capitalista, que, “huelga” decirlo, establecen los límites de la negociación salarial misma. Es patente, sin embargo, que si la clase no lucha, o si sus luchas están encabezadas por el sindicato, cuyo interés principal es de no perturbar el proceso de acumulación, el capital está en una buena posición para depreciar aún más el nivel de los salarios, inclusive bajo el valor de la fuerza de trabajo, bajo lo que son, por así decirlo, las condiciones “normales” de la explotación. En la práctica, esto es lo que ha estado sucediendo en décadas recientes y lo que ha ocurrido, en particular, para los porteadores, donde el conflicto sindical intenso - que se ha encontrado con una represión estatal cuidadosa - ha restablecido, en muchas empresas, una tasa “promedia” de explotación, la cual cumple con los contratos nacionales de empleo o inclusive los mejora, considerando que siempre están reduciendo los salarios. El descenso de la tasa de ganancia es lo que impone el empeoramiento de las condiciones generales de la clase obrera, que es la vía principal para restablecer una tasa adecuada de ganancia.

Dicho esto, ¿deberíamos comprender estas luchas con menosprecio? Para nada, especialmente teniendo en cuenta la determinación amplia de los trabajadores en estos almacenes; sólo es que se trata de entenderlas por lo que son, sin un triunfalismo desviador.

Pero volvamos al total enorme de dinero que entró en los cofres de los “Tres Grandes”: lo que queda, tras las inversiones (débiles) y las “remuneraciones” de los patrones (accionistas, gerentes, CEOs: los dueños y socios del capital), puede ser redistribuido - ¡no sin un esfuerzo! - a los que producen la riqueza, pero sin afectar para nada la compatibilidad del capital y de la empresa en particular.

De hecho, frente a las reclamaciones sindicales, los empleadores ofrecieron un incremento de entre 21-23% y algunos otros “beneficios”. En pocas palabras, como en la práctica ordinaria de los sindicatos, el comprador y el vendedor de la mercancía, la fuerza de trabajo, debatieron y al final se acordaron sobre el precio “correcto”. Lo esencial, sin embargo, es que el vendedor, es decir su “representativo” (con un millón de comillas), tiene más en común con el interés del comprador que con los que debería de representar. Fuera de las metáforas, los resultados de seis semanas de movilizaciones obreras son lejos del triunfo que los “izquierdistas” anteriormente mencionados creen que verán. Ninguna reducción en las horas laborales, la reintroducción de una COLA más débil comparada con la antes 2009, el mantenimiento de los dos niveles, si bien la transición entre sí fue reducida desde ocho a tres años, la continuación del trabajo temporal y precario, y es obvio que se trata de esto, dado la naturaleza estructural que tienen en el mercado laboral. Además, la restauración de los beneficios de jubilaciones y salud pagada por la compañía fue rechazada, lo que significa la aceptación del robo salarial indirecto y transferido: sólo es gracias a este robo que se financió el incremento en salarios. Finalmente, los aumentos salariales de $40 por hora para la categoría más alta del segundo nivel, pero en la última porción de 2028, que corresponde a un aumento entre 25 y 30%; para los trabajadores temporales y los del primer nivel, aumentos promedios de 68%. Un resultado excelente, aparentemente, pero 25-30% no es muy lejos de la contraoferta de los patrones, y si los patrones “iniciaron” esa propuesta inicial aparentemente muy alta, significa que sus márgenes para dar una concesión eran aún más amplias, como lo que a fin de cuentas ocurrió. Segundo, pero no menos importante, los salarios de los nuevos empleados que existían antes del acuerdo de octubre - sobre los $17 por hora - sólo permite niveles mínimos de existencia, y eso con gran dificultad (si se queda en buena salud y si no sucede algo imprevisto): hace unos años, antes del estallido inflacionario, las movilizaciones obreras en el sector restaurantero exigían un salario mínimo de $15 por hora. Tercero, los $40 por hora son, en términos reales, más bajos que los de 1976 y ya está bien (para plantearlo así) si recuperan lo que los salarios de los trabajadores han perdido particularmente durante los últimos veinte años, eso es, el 30% de su poder adquisitivo (4); todo esto, esperando que la inflación tranquilice y que quede disminuida entre ahora y 2028. En suma, las condiciones de la clase obrera en la industria automotriz en EEUU - como de hecho del trabajo asalariado en todas partes - han menguado tanto, con la “ayuda” fundamental del sindicato, que las ganancias corporativas han volado por encima del promedio, digamos, el cual permitió la concesión de una recuperación parcial y obviamente insuficiente del espacio perdido en décadas recientes. Lejos de ser una victoria obrera: ¡es el “paquete” ordinario de los empleadores y el sindicato! No es una coincidencia que detonó la rabia de una larga minoría de los trabajadores: si en Stellantis y Ford se aprobó el contrato con un “sí” de alrededor 69%, en GM se lo aprobó con más dificultad (casi 55%), y en siete de once sitios se lo rechazó(5), en que la edad promedia, como la cualificación, está más alta y las jubilaciones más cercanas, jubilaciones también empobrecidas por este acuerdo “victorioso”.

Para la documentación más completa, deberíamos añadir que un “Comité de base” (un comité de lucha o huelga) de GM en Flint, Michigan, ha acusado el UAW de haber asegurado la aceptación con el sistema ordinario de la decepción, el fraude, y amenazas durante la votación. No sabemos si el comité es una expresión verdadera de los obreros, o solamente un proyecto político del grupo/sitio trotskista de donde sacamos la información, igual que no podemos comentar sobre la denuncia del comité de la conducta tramposa del sindicato, aún si esto no nos sorprendería. Sin embargo, hay otro aspecto que nos obliga a denunciar la manera en que el UAW organizó y dirigió la huelga. De hecho, el sindicato utilizó el “stand-up strike”, la huelga de ajedrez; este modo de lucha puede, en ciertos casos, ser una táctica inicial adecuada, pero sólo en calidad de un prólogo a la entrada del ejército obrero entero implicado en la batalla; si no, arriesga ser una “trampa pícara” negativa, en términos políticos (y también inmediatamente prácticos). El valor de la huelga, más allá de los resultados “materiales” ganados, queda sobre todo en la posibilidad de hacer nacer - y desarrollar - la unidad y la conciencia de clase, algo que el UAW, consistentemente con su naturaleza, frenó desde el principio. Limitó la lucha, permitiendo que muchas fábricas continuaran produciendo, eso es, apropiándose de la plusvalía, fortaleciendo la empresa, mientras que debilitaba la fuerza del proletariado. No se limite allí: como todo el mundo sabe, aún permitió a Biden - obviamente sólo por razones electorales - a aparecer en el piquete; es el mismo Biden que el año pasado, anticipando el Salvini despreciable, recurrió a una ley de 1926 para cortar de raíz a la huelga de los trabajadores ferroviarios. Los políticos burgueses a veces prefieren vestirse en disfraz de obrero, para mejor engañarlos; acá en Italia fue Berlusconi que se vistió con el vestido de un obrero-presidente en sus actos de cómico anti-trabajador. Pero esto forma parte de la normalidad del politiqueo burgués, y la clase obrera tiene muchos falsos amigos, ciertamente inclusive los sindicatos más o menos “oficiales”.

Sin embargo, no es, o no debe ser normal para los sindicalistas “alternativos” y los internacionalistas “temporales” a congratularse por una lucha que, además de haber pérdido, no ha avanzado ni una pulgada la conciencia de clase. De hecho, para precisar más, y para prestar una expresión famosa, ha sido un paso en adelante, y dos o tres pasos atrás. Por otro lado, definitivamente no es desde el sindicato - “tradicional” o “combativo” - que el proletariado puede adquirir la conciencia de clase e impulsar una perspectiva verdaderamente anticapitalista a sus luchas, todo lo contrario: sólo la presencia activa de la organización revolucionaria, el partido, puede obligarlo a dar este salto político cualitativo…

cb
Battaglia Comunista

Notas:

P.D.: A mediados de diciembre, Stellantis declaró el despido “temporal”, para febrero de 2024, de casi 4.000 trabajadores, mayormente temporales, pero quienes habían trabajado durante tres o cuatro años en las fábricas de Toledo y Detroit. El contrato les había prometido que ningún puesto estaría afectado…

(1) Respectivamente, G. Cremaschi in Il Fatto Quotidiano del 5 de noviembre de 2023 y del sitio web de SiCobas el 6 de noviembre.

(2) Los sindicatos tradicionales en Italia están divididos en tres confederaciones que originalmente apoyaban uno de los partidos parlamentarios principales (la CGIL (Partito Comunista Italiano)), (la CISL (los Socialistas)) y (la UIL (Demócratas Cristianos)), pero hoy en día ninguno de esos partidos existen.

(3) Los ajustes anuales por costo de vida (Cost of Living Adjustment por sus siglas en inglés) - un tipo de escala proporcional que, sin embargo, naturalmente no cubría el aumento entero en el costo de vida.

(4) Sacamos estos datos de un sitio trotskista estadounidense, wsws.org , y de Alex N. Press, “El sentido de la lucha del UAW”, en Jacobin Italia, el 16 de septiembre de 2023.

(5) Sharon Smith. EEUU. Trás cuatro décadas de derrotas, el regreso de luchas sindicales exitosas , 22 de noviembre de 2023. Este sitio trotskista, a diferencia del estadounidense, acepta enteramente la teoría de una “victoria” obrera: los misterios del trotskismo…

(6) Jefe del partido derechista la Lega, que forma parte de la coalición derechista actual liderada por Giorgia Meloni. Salvini es ahora vicepresidente y ministro de infraestructura, el cual incluye el transporte. En este rol ha estado intentando frenar y/o limitar la duración de huelgas de transporte: de 24 horas a 4, o anular las huelgas. Ya lo ha hecho en unas tres o cuatro ocasiones. Recientemente, también redujo una huelga general convocada por la CGIL y la UIL, porque era una huelga general “territorial”, es decir, primero en el norte, después en el sur, y finalmente en la Italia central. El cuerpo garantizador de huelga, un órgano institucional, acordó con él y por consecuencia la duración de la huelga de transporte fue reducida a la mitad. No obstante, Salvini desempeña todo en acuerdo con la ley: de hecho, en 1990, los sindicatos firmaron un acuerdo con el gobierno, que está ahora ley, que limita severamente las huelgas en los servicios públicos. La CGIL y la UIL se quejan ahora de esto pero son ellos los responsables. Cuando Biden frenó la huelga de los trabajadores ferroviarios el año pasado, esto dio un precedente por lo que Salvini ha estado haciendo desde julio. Y el gobierno británico de los Torys busca ahora cómo implementar leyes similares (que Labour no revocará si entran en el gobierno).

Thursday, January 4, 2024