El Capitalismo promete la aniquilación por una catástrofe climática

El Capitalismo está matando al planeta. Julio del 2023 ha sido el mes mas caluroso jamás registrado, y los meses que le han seguido han batido récords respectivamente como el agosto mas caliente, el septiembre mas caliente, etc. 2023 va en camino de ser el año mas caluroso desde que existen registros, lo que encaja en el patrón de las últimas décadas en que cada año tendía a superar a anterior como “el año mas caluroso de la historia”.

las repercusiones y los efectos humanos en el ecosistema de la tierra son enormes. Las sequías se multiplican en el mundo, en particular en regiones ya abrazadoras como el Sahel en África. Añadiendo a las perturbaciones en el suministro de alimentos por la pandemia y la guerra en Ucrania, las cosechas quedan cortas y traen hambrunas masivas para proletarios en países como Afganistán y Somalia. También se han multiplicado en los últimos años los eventos climáticos extremos, como la inundación en Libia en agosto que dejó un saldo de 20.000 muertos, la mayoría de los cuales (podemos asumir) eran miembros de nuestra clase. Las inundaciones en Pakistán desplazaron a una sexta parte de los 200 millones de habitantes del país en 2022. Refugiados, migrantes proletarios escapando de Centroamerica, el Sahel, el medio oriente, huyen cada vez más de las condiciones inhóspitas producidas por el cambio climático, sea directa o indirectamente, como los conflictos generados por la disminución de las fuentes de agua. Incendios forestales en Canadá durante todo el verano llevaron nubes de humo a vastas zonas de los Estados Unidos, envolviendo a ciudades como Nueva York en brumas apocalípticas. La estatua de la libertad vagamente visible contra el rojo cielo sirve de demostración visual de que el colapso climático, traído por el capital, nos mira a la cara.

No nos confundamos, lo que estamos experimentando es totalmente acorde a las predicciones hechas hace mucho por los científicos del clima, incluso yendo más allá de éstas en ocasiones. Estamos en la fase del cambio climático en que sus efectos se está volviendo generalizados, golpeando primero y con mas fuerza al proletariado. Además, más allá de los desastres locales, nos acercamos al umbral climático en el que los ecosistemas de la Tierra empiezan a colapsar. La desertificación del amazonas, el colapso de las corrientes de viento del Atlántico, estas son posibilidades reales para este siglo (si no es que antes). Algunos estudios predicen que el siglo XXI será testigo de mil millones de muertes climáticas. La supervivencia humana, amenazada ya de manera existencial por un lado por la marcha del capitalismo hacia la guerra imperialista generalizada, está igualmente amenazada por otro lado por el colapso ambiental traído por la producción capitalista.

¿Quién es el culpable?

No nos andemos con rodeos. El capitalismo es culpable de la crisis climática. Es un sistema social decadente y opresor que vive gracias no sólo a la explotación de la clase trabajadora, sino también al saqueo de los recursos del planeta y a la destrucción de su medio ambiente.

No culpamos únicamente a las multinacionales petroleras y del gas como ExxonMobil, BP o Gazprom. Tampoco culpamos únicamente a los "malos" políticos, aquellos que aceptan sobornos de estas empresas a cambio de lucrativos contratos y retórica negacionista del cambio climático. Estas empresas, los capitalistas que las dirigen, tienen ciertamente las manos manchadas de sangre; se benefician de la extracción de los combustibles fósiles que luego se queman y aceleran el calentamiento del planeta, y algunas (Exxon, por ejemplo) desempeñaron papeles importantes en la supresión de las investigaciones científicas sobre los efectos reales de las emisiones de CO2. Los políticos que aceptan sus sobornos en la campaña electoral para luego supervisar la muerte “por mil cortes de papel” de la Tierra mientras están en el cargo son igualmente condenables.

Sin embargo, sería un error caer en la tentación de culpar a los individuos. Todo el sistema es culpable del cambio climático porque la extracción, venta y uso de petróleo, gas y otros combustibles "sucios" es un componente vital del capital mundial. El petróleo y el gas son los combustibles literales que el capital mundial utiliza para impulsar la acumulación y la generación de ganancias en todos los demás ámbitos. No se trata sólo de que el petróleo y el gas representen directamente una gran parte del PIB de determinados Estados, como Rusia, Arabia Saudí o incluso Estados Unidos, donde representan el 8%. Es el hecho de que la inmensa mayoría del crecimiento económico del resto del capital (estancado) sólo es posible gracias a la energía del petróleo y del gas. Así que todas las promesas de las facciones izquierdistas del capital de una transición a “emisiones cero" para 2030, o 2050, o cuando sea lo suficientemente lejos como para que no importe, son fantasías, si no mentiras descaradas. Estarían quitando las piernas al crecimiento económico, lo que es inaceptable para el capital. Las únicas "historias de éxito" en la reducción de emisiones en EE.UU. y Europa son las de las clases dominantes de esos países que trasladan sus infraestructuras contaminantes a las costas de África, Asia y América Latina, para que allí trabajen los proletarios.

Esto nos lleva al panorama más amplio, que es que el capitalismo es un sistema basado en la generación y acumulación constante de ganancias. El imperativo es el crecimiento económico, lo que a su vez significa explotar al máximo a la clase trabajadora y adquirir materias primas al precio más barato, maximizando al mismo tiempo la cantidad de cosas producidas. Además de la degradación "normal" del nivel de vida de los trabajadores, el resultado es un desprecio insensible por el medio ambiente y la salud de la Tierra, ya que no son preocupaciones en la búsqueda de ganancias. Es de esperar, pues, que la pervivencia del capitalismo sea sinónimo de destrucción ecológica masiva. Con la competencia entre las principales potencias imperialistas acentuándose desde la Guerra de Ucrania y la guerra imperialista generalizada en el horizonte, la tendencia a la destrucción medioambiental se hace aún más pronunciada.

Las “Soluciones” del capital

Como el capitalismo es el culpable de su crisis climática, todas sus supuestas "soluciones" son o bien meras tiritas, o tienen un propósito más nefasto.

Cada año, desde 1995, las Naciones Unidas celebran conferencias sobre el clima (COP) a las que acuden los representantes del capital de cada país para hacer declaraciones sobre el papel acerca de la lucha contra el cambio climático. Estos tratados están llenos de palabras bonitas sobre la reducción de emisiones para X año o el apoyo a los afectados por el cambio climático, pero son inaplicables, dados los intereses imperialistas en juego. Los jefes de Estado firman y hacen desfilar cínicamente estas declaraciones para dar al sistema una cobertura ideológica frente a la clase obrera, de que se están haciendo progresos internacionales en la lucha contra el cambio climático, cuando nada podría estar más lejos de la verdad. La próxima conferencia COP28 (organizada por los EAU, cuya burguesía se ha enriquecido con las ganancias del petróleo) será más de lo mismo. Ningún cambio, sólo palabras.

Las medidas que la burguesía implementa para ampliar los sectores de energía "renovable" de la economía, se llevan a cabo en preparación para una guerra imperialista generalizada. La reducción de la dependencia de EE.UU. de la OPEP por parte de la administración Biden tiene menos que ver con la preocupación por las emisiones de CO2 y más con el deseo de hacer crecer una infraestructura energética nacional que pueda sostener una guerra con China. Lo mismo ocurre con los planes de abrir plantas de semiconductores alimentadas por energía "verde", y la misma idea está detrás del "Green New Deal". Todas estas son medidas diseñadas para solidificar el capitalismo frente al agotamiento de los recursos y la marcha hacia la guerra. El capitalismo verde es, simple y llanamente, "ecología de guerra". Nuestra clase pagará el precio de todo ello: desde la extracción de materias primas como el cobalto necesarias para financiar la llamada "transición verde", hasta quedar atada al Estado y a los sindicatos en las nuevas industrias, y en el sacrificio probado de la clase obrera como carne de cañón para cualquier futura guerra imperialista

Una única solución: La revolución proletaria

Las protestas medioambientales de jóvenes trabajadores y estudiantes han sido masivas en los últimos años, alimentadas por la rabia contra un sistema que les condena a un futuro en un planeta inhóspito. El alcance, dentro y fuera de Estados Unidos, de las "huelgas" climáticas de 2019 da fe de la conciencia de los jóvenes trabajadores de lo que está en juego: nada menos que la supervivencia de la humanidad. Pero manifestaciones de un solo día, a las que asisten políticos que representan este sistema podrido y dirigidas por organizaciones como Sunrise, que llevan a cabo “relaciones públicas de ecología de guerra” para estos jóvenes, no detendrán el desenfreno climático del capital.

No, sólo la revolución proletaria internacional, dirigida por el partido de clase del proletariado, y la creación de un sistema mundial de consejos obreros, presentan la salida del infierno climático. La supervivencia de nuestra especie exige un renacimiento de la combatividad de la clase obrera. Es decir, la conexión de las luchas actuales con la visión de una futura sociedad sin clases que viva en armonía ecológica con nuestro planeta. En esa sociedad, la producción y la distribución se reorganizarían en función de las necesidades, no de la ganancia, y sólo entonces sería posible la coordinación internacional necesaria para superar los desafíos climáticos. El comunismo traería consigo la destrucción de las industrias derrochadoras, contaminantes y destructivas, como la militar, la publicitaria, la de los cultivos comerciales y toda la producción que se destina a ellas. La producción aumentaría de forma sostenible para garantizar el acceso de toda la población mundial a sus necesidades vitales. Los refugiados climáticos, en lugar de convertirse en el “coco” de los demagogos nacionalistas para dividir a la clase trabajadora, encontrarían refugio en un mundo que no conoce fronteras.

¡Comunismo o extinción!

El artículo anterior está tomado de la próxima edición de Internationalist Notes (#6 Otoño 2023), boletín del Grupo Obrero Internacionalista. Traducido al español por Balance y Avante balanceyavante.wordpress.com

Thursday, November 16, 2023