EE.UU: La renovación de la iniciativa obrera es real

La clase obrera vuelve a la acción en todo el mundo. En China, los trabajadores de las fábricas se resisten al confinamiento en dormitorios por parte de la patronal, mientras que en Francia los trabajadores se oponen a las reformas de las pensiones. Más recientemente, en Estados Unidos, las acciones sindicales en los sectores de la logística, la automoción y los medios de comunicación dan fe de una nueva fase de la lucha de clases. Ésta se caracteriza por una explosión del número de movilizaciones obreras, distinta de la última fase que comenzó con la pandemia, cuyo sello distintivo fue la asfixia de las luchas obreras bajo los auspicios de la "salud pública". Hasta ahora, las oficinas del Estado han confinado el renacimiento de la iniciativa obrera a los "corrales" corporativistas, que desmembran las movilizaciones obreras mediante huelgas de "rotación"; calendarios de huelgas que avisan a la patronal de las movilizaciones con antelación; y sellos "estancos" entre trabajadores de distintos sectores y centros de trabajo. También ha conseguido canalizar la resistencia de los trabajadores hacia la defensa del capitalismo y sus instituciones. En resumen, los trabajadores están empezando a contraatacar, tras experimentar un deterioro general de sus condiciones de vida, pero sus luchas se canalizan de nuevo en el marco sindical, que no sólo es impotente para acabar con su explotación por los capitalistas, sino que garantiza su derrota en la lucha de clases al dividirlos en industrias, oficios y especializaciones, así como en sindicato/no sindicato.

En 2020, cuando la crisis del capitalismo se hizo evidente, trajo consigo el consiguiente renacimiento de la combatividad obrera. Las crisis recurrentes del capitalismo forman parte de un ciclo en el que el capital se acumula -como, de hecho, la competencia exige que se haga- por encima de la capacidad de los capitalistas para mantenerlo y expandirlo. La contradicción entre los valores inflados del capital y los beneficios reales da lugar a una contracción de los beneficios de los capitalistas individuales y produce una crisis en toda la economía. La consiguiente desaparición de oportunidades de inversión rentables dentro de la esfera productiva hace que la inversión de capital fluya en su lugar hacia las finanzas. De hecho, los beneficios financieros constituyen una parte cada vez mayor de la renta generada en EEUU, y esta cantidad no hace más que aumentar año tras año. Es lo que hoy permite a los sumos sacerdotes del capitalismo atribuir la actual crisis del capitalismo a la incertidumbre financiera introducida por el COVID-19, permitiendo a los estados convertir en arma la muy real amenaza pandémica para justificar la represión de las luchas de los trabajadores con absurdos argumentos legalistas, mientras simultáneamente decretan órdenes de no ir al trabajo que envían a los trabajadores a ser asesinados por el virus, so pena de hambre, con el fin de proteger los beneficios de algunos capitalistas.

La guerra ruso-ucraniana señaló una escalada de la competencia entre Estados (imperialismo) y, en consecuencia, un descenso más profundo de la humanidad hacia la barbarie. Los ataques a la calidad de vida de los trabajadores -dirigidos a aumentar los beneficios capitalistas reduciendo nuestra participación en la economía- se han intensificado al empezar a estar determinados por las necesidades del rearme capitalista. Trágicamente para los trabajadores, estas necesidades coinciden ahora con los esfuerzos de los bancos centrales por reducir los salarios y aumentar el desempleo en nombre de la contención de la inflación, para satisfacer las necesidades de beneficios (y por tanto de ingresos fiscales) de un Estado que se prepara para la guerra generalizada. En resumen, los gobiernos atacan los niveles de vida de los trabajadores en casa con represión y políticas de austeridad que destripan el gasto social, justificando sus asaltos en nombre de la llamada "defensa nacional", que siempre ha sido la defensa del régimen político y económico de los patrones, ¡Mientras atacan a nuestros hermanos y hermanas de la clase obrera en otros países con balas y bombas! Ante estos ataques constantes a sus condiciones de vida, los trabajadores sólo pueden responder como lo han hecho hasta ahora: mediante la lucha de clases.

Pero este renacimiento de la combatividad obrera choca rápidamente con las instituciones del sistema, cuya función en esta situación es impedir que estalle una lucha de clases abierta. En Francia, la lucha estaba subordinada a los sindicatos y a los partidos "socialistas", que canalizaban las energías y las frustraciones de los trabajadores hacia huelgas de "rotación" y "manifestaciones ciudadanas" impotentes que no conseguían nada, salvo apuntalar el apoyo al capitalismo y a sus organizaciones. El dominio de los sindicatos y de los partidos "socialistas" sobre las luchas obreras ha tenido, además, el efecto de desorientar ideológicamente a los trabajadores vinculándolos a programas políticos de revitalización del capitalismo de Estado. Su objetivo, además del poder y los privilegios que éste otorga, es ayudar a llevar a cabo el rearme capitalista bajo una bandera "socialista", calificando de "socialistas" o incluso revolucionarias las iniciativas que contribuyen a ello, como la nacionalización de las industrias.

En EEUU, funcionarios sindicales “reformistas” intentan aprovecharse de la apertura que el movimiento actual les ha otorgado. Vencen en las elecciones sindicales al prometer ser más combativos y menos comprometedores contra los jefes. Pero las acciones de los reformistas socavan sus grandes promesas. Promueven un marco sindical pútrido que: a) regulariza la lucha obrera para incorporarla dentro de la estructura gestionaria de la explotación capitalista, y b) abre el camino, al asegurar la paz laboral, para el rearme capitalista. Las huelgas en el Hunts Point Produce Market en 2021 y la refinería de Chevron Richmond en 2022 - donde el acuerdo negociado por la administración Biden, respondiendo al inicio de la Guerra de Ucrania, fue rechazado - demuestran la dinámica de esta última fase en la lucha de clases.

El renacimiento de la combatividad obrera es un fenómeno real, pero los trabajadores siguen bajo las garras de las instituciones capitalistas y limitados a los horizontes políticos capitalistas. Esta situación no puede atribuirse únicamente a los esfuerzos estatales y sindicales por sabotear las iniciativas independientes de los trabajadores, al menos en su totalidad. Más bien, el fracaso de estas recientes luchas en EEUU para ir más allá de las dimensiones de la acción legal, sancionada por los sindicatos, es el resultado de la ausencia de una perspectiva alternativa dentro del movimiento. A medida que se agrave la crisis del capitalismo, más trabajadores se verán atraídos por las luchas, que se ampliarán, haciéndose más frecuentes y contundentes. En este sentido, es fundamental que los trabajadores se mantengan firmes en su lucha e intenten vincular la lucha por las reivindicaciones económicas con la oposición al rearme para las guerras capitalistas en las que el pueblo trabajador pagará todo el saldo.

Grupo de Obreros Internacionalistas
(afiliado estadounidense del ICT)
Jueves, 9 de noviembre de 2023
Friday, November 10, 2023