Una vez más un 1º de mayo bajo el signo de la guerra

Una vez más un primero de mayo de guerra: guerra imperialista entre frentes burgueses opuestos, guerra social de la burguesía, reunida en un único frente, contra el proletariado y las masas pobres del planeta.

Paz, prosperidad y libertad - objetivos por los cuales la burguesía nos impone pesados sacrificios de sangre, de fatiga, de nivel de vida - no sólo se alejan con cada año que pasa, sino que se muestran como lo que son: una cínica burla. Pero no podía ser de otro modo: a la base de todo esto está la crisis que rebasa la treintena de años del ciclo de acumulación capitalista que, en lugar de atenuarse, se aviva a sí misma. El ciclón financiero desatado por el derrumbe de las hipotecas subprime es una demostración y una prueba más de que la salida de la exasperada especulación financiera - a la que recurre el capital para intentar relanzar el proceso de acumulación mediante la apropiación parasitaria del plusvalor extraído a escala mundial - y la brutal expoliación de la población (incluida la pequeño-burguesía), no hace más que agravar las dificultades en las cuales se debate la economía capitalista.

La intensificación de la explotación, la extendida precariedad, la disminución de los salarios, el aumento de las horas de trabajo extraordinarias y el retorno a formas de gestión/dominio de la fuerza de trabajo que recuerdan en mucho a las del siglo XIX, permiten enriquecer descaradamente a los capitales particulares, pero no son, sin embargo, suficientes para asegurar completamente las tasas de ganancia adecuadas para relanzar un nuevo ciclo de acumulación. También la deslocalización de las actividades productivas al exterior - donde los salarios son decididamente más bajos respecto a los países más avanzados - y el desplazamiento de masas enormes de migrantes bombean, ciertamente, un poco de aire fresco a las tasas de ganancia carentes de oxígeno, pero no cambian mucho el resultado. Al contrario, estos fenómenos mientras no están en condiciones de relanzar la economía capitalista producen el efecto de empujar tendencialmente en competencia hacia la baja al mundo del trabajo asalariado en todo el planeta.

La guerra, el aumento de la explotación, la depredación-destrucción del medio ambiente, que ha llegado al grado de comprometer casi (por ahora) irreversiblemente las bases biológicas de la vida sobre la Tierra, no encuentran, hasta ahora, una respuesta adecuada sobre el terreno de la lucha de clase proletaria, con excepción de algunos episodios significativos.

El proletariado entero está pagando el proceso de descomposición/recomposición iniciado hace cerca de treinta años y que se encuentra aún en curso, soportando el tremendo chantaje de la precariedad, fatiga y de la desilusión de haber visto hundirse la esperanza de lo que creía que era "el otro mundo posible" (el supuesto socialismo de la URSS); en pocas palabras, se encuentra sin identidad, dominado por la ideología burguesa en todas sus variantes: desde el avaro separatismo regional, el nacionalismo clásico, hasta el integrismo religioso, para terminar, "por lo menos", en el reformismo más o menos tradicional.

El cuadro es sombrío, pero hay una vía de salida: es necesario relanzar la verdadera lucha de clases, fuera y contra la compatibilidad del capital, fuera y contra la lógica sindical. Sin embargo, las luchas del proletariado, incluso las más violentas y radicales, están destinadas a ser reconducidas al ámbito de la compatibilidad con el sistema sin la guía política del partido de clase. Un partido que tenga la capacidad de unificar políticamente y a escala internacional las luchas de los diversos sectores del proletariado mundial y que sepa oponerse a la guerra permanente del capital con la práctica del derrotismo revolucionario. Para esto es necesario que las reducidas vanguardias revolucionarias concentren sus energías para preparar el terreno para la reconstrucción del partido internacional del proletariado.

En tal dirección se inspira el Buró Internacional para el Partido Revolucionario y las organizaciones que lo constituyen. Nunca como ahora, por tanto, el santo y seña es:

¡Proletarios de todos los países, uníos!

BIPR - Buró Internacional para el Partido Revolucionario